El pasado 16 de noviembre China y otras 14 economías de Asia-Pacífico firmaron el mayor acuerdo comercial en la historia, el RCEP (Acuerdo de Asociación Económica Regional). Este es sin duda uno de los principales acontecimientos en la agenda comercial y geopolítica de los últimos años.

Una vez en vigor, la iniciativa liderada por China agrupará a 15 de las principales economías mundiales, incluyendo a Australia, Corea del Sur, Japón, Nueva Zelanda y los restantes miembros de la ASEAN. En términos económicos, formará un área de libre comercio que representa 30% de la población, un tercio del PBI y una porción similar del comercio global.

¿China ganó la guerra comercial con Estados Unidos?

Por otro lado, las disposiciones del Acuerdo también permiten la incorporación de nuevos miembros en el futuro, lo que da espacio para ampliar la cobertura de los beneficios hacia nuevos mercados de Asia-Pacífico y el resto del mundo. Esto podría seducir a otras economías del Pacífico, como Chile o Perú, que ya tienen en vigor acuerdos de libre comercio con China y que podrían aprovechar la oportunidad para incrementar sus exportaciones a este país.

¿Es el RCEP una victoria para el partido comunista chino? Sí, sin dudas. Este acuerdo viene a romper con varios meses en los cuales China profundizó su aislamiento internacional. Vale recordar los conflictos fronterizos con India, los enfrentamientos en Hong-Kong, las disputas de soberanía en el Mar de China y la tensión con Taiwán, todo sin mencionar la creciente competencia con Estados Unidos y países de la UE, para dar cuenta de que China estaba ganando más adversarios que aliados.

El RCEP también es un triunfo de la diplomacia económica china, una estrategia que le dio grandes frutos en los últimos años. El gigante asiático ha utilizado su mercado y capacidad financiera, la segunda mayor a nivel global, para impulsar sus intereses en todo el mundo, en especial con países de Asia, África y América Latina.

En este sentido, una importante lección que deja el RCEP es que la política exterior no depende de ideologías, sino que crecientemente apunta a conseguir ventajas y beneficios tangibles, en este caso, en la esfera comercial. El mega acuerdo liderado por China agrupó a países muy diversos, economías grandes y pequeñas, con sistemas económicos y políticos tan dispares como pueden ser el chino y el australiano. Sin embargo, los líderes de estos países privilegiaron las ganancias comunes del comercio frente a la confrontación basada en lo ideológico.

No obstante, esta misma característica es la que hace que el triunfo chino tenga un alcance limitado. Los conflictos de fondo que existen con Estados Unidos, países de la UE, otras democracias occidentales, y varios miembros del RCEP, siguen vigentes. Es más, en prácticamente todos los casos incorporan cuestiones que tienen una jerarquía mayor que lo comercial. Podemos mencionar cuestiones de soberanía territorial, información, competencia tecnológica y militar.

Aquí es donde empiezan a aparecer las ventajas de la estrategia de Estados Unidos. Primero porque se posiciona como el aliado natural de todos aquellos países que tienen conflictos, actuales o latentes, con una China que busca expandirse. Esta lista incluye a aliados tradicionales, como puede ser Japón, pero también a otros potenciales, como Filipinas o Vietnam. Si estos conflictos crecen, lo más probable es que estos países no duden en sacrificar sus buenas relaciones comerciales con el gigante asiático y favorezcan su alianza con la economía norteamericana.

Segundo porque Estados Unidos posee una red de alianzas que incorpora a prácticamente todas las democracias occidentales y gran número de vecinos de China. Son estos países los que están tomando una postura más activa, restringiendo inversiones y comercio de empresas chinas. Por ejemplo, hay que mencionar las medidas del Reino Unido y varios países de la UE para evitar las inversiones de Huawei en materia de telecomunicaciones.

Al final del día, la firma del RCEP es una victoria comercial y una señal de la creciente influencia internacional china. Pero al mismo tiempo, no significa el fin de la guerra comercial ni del conflicto con los Estados Unidos. Al contrario, lo más probable es que en los próximos años este se expanda e incorpore a nuevos actores que hasta ahora se han mantenido a la expectativa.