Finaliza el año y comienzan a evidenciarse, en números, el balance de las decisiones políticas de los últimos meses.

Lamentablemente, el panorama no es muy alentador. Cuando en marzo declararon pandemia al virus sars cov 2, la Argentina escogió el peor camino posible, llevar adelante una estricta cuarentena que dejó a miles de personas en extrema vulnerabilidad y a otras tantas empresas quebradas.

La situación socioeconómica es alarmante. Éste año la Argentina va a cerrar con una tasa de desempleo que rondará el 16%, 7,0 puntos porcentuales por arriba de la tasa de desempleo de 2019 y cercana a los valores de la última crisis en el 2001.

Hace unos días salió una encuesta del Indec que nos permite observar claramente los primeros números sociales de un año caracterizado por la bochornosa gestión económica llevada hasta ahora por el oficialismo. Según el informe, el 40,3% de los hogares vieron que alguno de sus miembros tuvo problemas de empleo, el 49,3% tuvieron una reducción de sus ingresos y el 33,8% se alimenta menos.

La reducción de ingresos se encuentra asociada a la reducción de horas de trabajo o al nivel de ventas de productos o servicios que acarreo esta cuarentena. Desafortunadamente, éste año 5 de cada 10 argentinos se va a encontrar por debajo de la línea de pobreza. Es más, si analizamos la evolución de los salarios podemos observar que, salvo los primeros meses del año, la variación del ingreso que perciben los argentinos por su trabajo no acompañó, de abril a septiembre, la aceleración de la inflación. Es más, en septiembre, último dato que se tiene, la variación del índice total de salarios fue 2,5%, mientras que la inflación en ese mismo mes fue del 2,8%.  Como siempre, los salarios en la Argentina suben por la escalera, en tanto la inflación por el ascensor.

Por otra parte, se estima desde UNICEF que serían 600.000 los hogares en el que al menos uno de sus integrantes perdió el trabajo, concentrándose en la zona del Cuyo y el AMBA. A esto hay que sumarle que ya los argentinos, en éstos meses, tuvieron una importante pérdida de bienestar que los obligó, en muchos casos, a reducir su consumo diario de alimentos.

Es más, para agregar, muchas familias también tuvieron que endeudarse para poder cubrir dicha pérdida. Según datos del BCRA, hubo un crecimiento importante de los préstamos bancarios: un 155% de suba año a año para las tarjetas de crédito y un 108,8% año a año en los créditos personales. Así que, es de esperarse que el próximo año muchas familias no puedan pagar las deudas contraídas al persistir la crisis económica y eso se traduzca en más personas que pasen a una situación de extrema vulnerabilidad.

Además, se estima que cerca de la mitad de los hogares recibe alguna prestación implementada por el Estado a raíz de la pandemia. Cabe destacar que hoy muchos más argentinos dependen, gracias a la cuarentena implementada por el oficialismo, del Estado. El cual, se está quedando sin plata. Este año se espera un déficit fiscal cercano al 10% del PBI, 7,5% sin sumar intereses. De éstos números va a ser muy difícil que lleguemos a bajarlo, aunque, en el mejor de los escenarios, haya un rebote económico del 5,0% el próximo año que permita incrementar la recaudación. Así que, ¿de dónde van a sacar la plata para seguir sosteniendo esto?

Por último, la inflación es otro problema que va a seguir afectando fuertemente a los argentinos. El oficialismo festeja que éste año la inflación va a cerrar 16 puntos porcentuales por debajo que en 2019; pero aun así seguimos teniendo una de las inflaciones más altas del mundo y su desaceleración se debió al estado de hibernación en el que caímos éstos meses. No obstante, la expansión de la base monetaria del 80/90% año a año de abril-junio la vas a sentir en 2021, cuando ya estamos proyectando una inflación 3 puntos porcentuales por arriba de 2019. Asimismo, la deuda remunerada que hoy supera los $2,6 billones, y que se utilizó para absorber parte de los pesos que habían emitido, se va a transformar en emisión futura –más inflación- si no resuelven el problema del déficit fiscal.

Éste año fue complicado, pero tampoco se puede descorchar dándole la bienvenida al 2021 con mucha felicidad porque también se acercan tiempos muy difíciles. Más precisamente, si todavía no sentimos las consecuencias de las políticas económicas llevadas hasta el momento, el año que viene se sentirá profundamente en el aspecto social.