Toda guerra comienza con un hecho que la desencadena. Tal vez muchos no lo saben - y no tienen por qué saberlo – hubo una “Guerra del Fútbol” ente Honduras y El Salvador, el 14 de julio 1969, que comenzó, juntamente, luego de un partido entre ambas selecciones y que, por suerte, duró solo cuatro días.

En este caso, “la guerra contra la inflación” comenzó el 16 de marzo, luego de que el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) diera a conocer que la suba de precios de febrero había alcanzado el 4,7%, por encima de cualquier previsión publica o privada.

Ese mismo miércoles el propio presidente Alberto Fernández, manifestó su confianza en “poner orden al tema de la deuda tremenda  (con el Fondo Monetario Internacional) que heredamos (de Mauricio Macri). Y (que) el viernes empieza la guerra contra la inflación en Argentina; vamos a terminar con los especuladores".

La guerra puede ser una sucesión de varias batallas, mayores o menores. Por eso el viernes, en las redacciones de todos los medios, se esperaba que Fernández anunciara las medidas contra “ese enemigo”. La “declaración” iba a ser durante la mañana, en vivo y desde Tucumán, a donde viajaba el presidente. Pero luego pasó para las 18,00, grabada y desde Olivos, pero tampoco se cumplieron con los dichos de los voceros oficiales.

Así llegamos a las 19.00 en medio de una gran incertidumbre, y recién a las 20.00 Fernández anunció la conformación de un fideicomiso para bajar el precio de la harina de trigo, y que “los ministros informarán las medidas” un día más tardes

Desde ese momento comenzó una sucesión de “acuerdos”, “reuniones” y hasta “anuncios” para frenar un alza de precios que, en el mejor de los casos, llegará al 5% en marzo.

Primero, al día siguiente al anuncio de Fernández fue el ministro de Agricultura y Ganadería, Julián Domínguez, quien informó la suba de dos puntos de las retenciones a la harina y aceite de soja, e incluso a los biocombustibles - él no estaba muy al tanto de esto último -, para conformar el fideicomiso para el trigo.

Días después llegó el turno de su par de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, que amplió ese anunció y anunció (valga la redundancia) que el secretario de Comercio, Roberto Feletti, informaría (por no decir anunciaría) las medidas.

Llegamos al miércoles. Feletti se reunió con empresas de alimentos y de supermercados, y minutos después las acusó de remarcar los precios, para luego llegar a “un acuerdo” y retrotraer los precios en los supermercados, al 10 de marzo, seis días antes de que se declarara “la guerra”.

Cuando las aguas se habían calmado un poco, el domingo, Fernández, en una entrevista a la Televisión Pública (Canal 7, para los viejos), aseguró que en el país existe “el problema de la inflación autoconstruida, una inflación que está en la cabeza de la gente”

El mandatario, lejos de arrepentirse de llamar "guerra" a su plan antinflacionario, aseguró que sus dichos fueron mal interpretados y agregó: "Todos estamos librando una guerra contra la inflación".

“Yo lo que quiero es que la gente pueda vivir en paz y que los precios bajen. Hay diablos que hacen subir los precios y lo que hay que hacer es hacer entrar en razón a los diablos”, agregó Fernández y advirtió que “si no, aplicaremos las herramientas que tenemos, como la Ley de Abastecimiento”.

Mas allá de la ola de críticas generadas, Fernández se volvió a poner al frente del combate y convocó para el miércoles al Consejo Económico y Social, donde se reúnen los empresarios, sindicalistas y organizaciones social.

En esa instancia, y cuando todos esperaba que el mandatario brindara las líneas directrices para un acuerdo de precios y salarios, Fernández presentó la Agenda Productiva Federal para el 2022 y pidió “darle una oportunidad al diálogo, así como (John) Lennon pidió darle una oportunidad a la paz”.

Es cierto que cuando se busca un acuerdo es porque el otro no piensa lo mismo que uno, pero lo cierto es que tanto despliegue dejó mayor incertidumbre, sobre todo ante proyecciones privadas que hablaban de una inflación del 6% para marzo, como la del expresidente del Banco Central, Martín Redrado, quien volvió a proponer un plan integral para la economía argentina.

Ese mismo día, el referente político de Redrado, el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, anunció que prepara una convocatoria por carta para todos los líderes parlamentarios con la intención de explorar “una agenda de consensos”, -por suerte no dijo acuerdo - que incluirá temas como la transformación de planes sociales por planes empleo, cadena de valor del litio, aumento de las exportaciones, medioambiente y lucha contra el narcotráfico.

Para agregar más a la confusión reinante, el jueves, el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, reveló que dentro del Gobierno también que “no hay coincidencia” respecto al plan para terminar con la inflación.

“Así como el (acuerdo con el) FMI generó una discusión dentro del Frente de Todos, esta es otra de las discusiones que se vienen dando donde no hay coincidencia”, sostuvo De Pedro en declaraciones a El Destape Radio.

También ese día Feletti anticipó que el índice precios de marzo “va a dar mal”, pero defendió su gestión sobre los acuerdos al asegurar que: “Milagros no hago”.

Esa misma noche, y de manera imprevista, el ministro de Economía, Martín Guzmán, junto a su par de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, y de Trabajo, Claudio Moroni, se reunieron con los directivos de la Unión Industrial Argentina (UIA), y la CGT.

Y ese día, mejor dicho, esa noche, surgió un “nuevo acuerdo” que, por un lado, ratifica la acordado con el FMI, algo que ambas entidades habían hecho por separado, pero que además busca “coordinar medidas” para hacer frente a la inflación, y también las restricciones en el suministro de energía. Todo esto en dos carillas de texto sin un solo número.

En medio del fragor de la batalla, solo se sabe que el próximo viernes se conocerá la estimación de las consultoras privadas le informan al Banco Central acerca de la inflación de marzo, y el miércoles 13, el dato oficial del Indec. Hasta entonces, sigue la guerra.