Una pandemia azota al mundo: la inflación. Pero está claro que no golpea a todos por igual, ya que aunque Estados Unidos vive su peor en inflación en 40 años (un 7% anual), se torna irrisoria en comparación con la de la Argentina, que en 2021 terminaría por encima del 50% y que en 2022 podría superar el 60%, marcando su nivel más alto desde la salida de la convertibilidad, hace 20 años.

El problema no es solo interno. Y es que a pesar que la suba sostenida de precios destruye el apoyo político de Alberto Fernández entre los sectores populares, que ven como la inflación se come día a día sus magros salarios, y que por estas mayoritariamente en “negro” no pueden negociar mejoras con sus empleadores, afecta y mucho mas gravemente la llegada de inversiones extranjeras. 

Y es que ninguna compañía en el mundo está acostumbrada a ajustar balances al 60% anual. Y menos a sobrevivir a la incertidumbre de cuánto serán sus ganancias en dólares. En los hechos, muchas empresas están obligadas a usar por sus reglamentos internos el Presupuesto Nacional para armar su plan de negocios y poder ajustar sus costos por los niveles reales de la tasa de inflación. Pero el Presupuesto elevado al Congreso de la Nación por el ministro Martín Guzmán y que deberá defender en breve ante legisladores, proyecta una variación del Índice de Precios al Consumidor en un 33% anual. Un número que el mercado a esta altura no discute si es real sino directamente si es solo ficcional, producto de la voluntad del relato oficial o si también tiene algo de psiquiátrico. 

“Cabe recordar que, para 2021, se preveía una inflación anual del 29%. Pero el año concluirá con un incremento de precios del orden del 50%. Suponiendo que se mantenga constante el margen de error para el 2022, la inflación para el año próximo debería calcularse entonces en 57%”, advierte Víctor Beker, economista director del CENE de la Universidad de Belgrano.

“Éste debería considerarse el piso de la inflación para 2022, a menos que se introduzca un serio plan de ataque a la inflación que logre torcer su rumbo. Sin embargo, este escenario aparece como el menos probable, al margen del compromiso que se adopte con el FMI”, continúa el economista.

Lo cierto es que, en este contexto, el cierre de un acuerdo en enero de 2022 con el Fondo no logrará bajar la inflación de manera brusca en la Argentina, por varias razones, pero principalmente por dos cuestiones que pide el FMI y Cristina Fernández señala como imposible para llevar adelante en el contexto económico actual de la Argentina: un retoque generalizado en los cuadros tarifarios de empresas de servicios públicos, y un acelerado deslizamiento de la cotización del dólar para evitar un retraso cambiario. Cristina también insiste en dar incrementos salariales - incluso por vía de DNU- , lo que presionará sobre la inflación desde los costos. 

Los puntos molestos del acuerdo y 60% de IPC

Fuentes de economía afirman que si bien el acuerdo ya está casi cerrado, varios son los puntos que incomodan al kirchnerismo. El primero de todos es el de la emisión monetaria. “La idea en el Instituto Patria es que hay que sostener la  emisión monetaria para sostener a demanda, y que dada el contexto de pandemia hay que bancarse la inercia inflacionaria para que la Argentina crezca en 2002 y que hay que bancarse la inflación de costos, la inflación de demanda y la inercia inflacionaria para que el PBI aumente cerca de un 5% el ano que viene”, afirma un economista que escribe los papers que CFK suele leer. 

En el FMI, en tanto, creen que la emisión a favor del Tesoro en los últimos dos años es la causante principal del aumento de la inflación y que aumentó peligrosamente el endeudamiento, pero haciendo un “enroque” en donde los pasivos los acumuló el Banco Central, que ha tenido que esterilizar una parte de la emisión monetaria a través de Leliq y pases. Así, los técnicos del Fondo miran con preocupación la deuda pública que incluye esos pasivos remunerados, y se calcula neta de la variación de reservas, pasó de 15,6% del PIB en 2011 a 53,3% en el estimado de 2021. Desde 2019 (año pre pandemia), la deuda pública/PBI se incrementó en 8,7 puntos pasando de 44,6% al 53,3%. En el organismo creen que el riesgo de la aceleración inflacionaria para 2022 ha dejado de ser una cuestión de mediano plazo, y que si no se reduce el déficit fiscal y se mantiene lo que proyecta Guzmán en el Presupuesto, la base monetaria podría subir hasta un 62 % para el año entrante asegurando una inflación cercana a ese número. 

“A la Argentina no le faltan dólares, los dólares de la Argentina se los llevaron afuera", dijo Cristina Fernández en el acto por el Día de la Democracia, rodeada por el presidente Alberto Fernández, Lula Da Silva y Pepe Mujica. "Necesitamos que el FMI nos ayude a recuperar de los paraísos fiscales que se han ido miles y millones de dólares en evasión; comprométase a que cada dólar que encuentre en el exterior se lo vamos a dar al Fondo, de los que se la llevaron sin pagar impuestos, se la fugaron, que sea un punto de negociación", dijo la vicepresidenta, quien agrego: “El Fondo condiciona a la democracia argentina”.

Dicen los exégetas albertistas de la vicepresidenta, que también se refirió a la UCR al afirmar que "los dos presidentes que tuvieron los tumbó el Fondo Monetario Internacional" (por Alfonsín y De la Rúa). Y que cuando les dijo "despabílense" a los radicales, acaso le estaba hablando al propio Alberto. "Tranquila Cristina, no vamos a negociar nada que signifique poner en compromiso el crecimiento y el desarrollo social en la Argentina", dijo Alberto en el mismo escenario. Un compromiso que Alberto asegura, CFK relativiza y el Fondo no imagina.