El Gobierno no sólo salió ayer a contener los ingresos de los sectores más desprotegidos con un bono de $18.000, a pagar en dos veces a partir de mayo, y una erogación de 0,3% del PIB que se volcará a sostener el consumo. El ministro de Economía, Martín Guzmán, empoderado por el Presidente, dejó dos ofrendas de paz al kirchnerismo antes de emprender su viaje a Washington: una política de transferencia de ingresos rápida y la idea de un impuesto a las ganancias de las empresas beneficiadas por la suba de precios a raíz de la guerra en Ucrania.

Sin embargo, se ratificó el rumbo del programa económico actual que lleva adelante el titular de Hacienda. Por otro lado, el anuncio buscó generar impacto, más allá de que una medida de esas características siempre resulta fuerte. Se generó mucha expectativa durante toda la jornada a través de filtraciones en medios de comunicación y se utilizó el Salón Blanco de la Casa Rosada para dar la noticia, frente a una convocatoria amplia a diferentes actores empresarios, políticos y sociales.

El refuerzo será de $18.000, por única vez, para trabajadores sin ingresos formales, trabajadoras de casas particulares y monotributistas de las categorías A y B en dos cuotas a acreditarse en los meses de mayo y junio. En el caso de los jubilados y pensionados lo cobrarán en una cuota de $12.000, que se suma al bono anterior de $6.000, totalizando $18.000. Según cálculos de Economía, la erogación sería de $200.000 millones, cerca del 0,3% del PIB.

A pesar del desembolso que implica para las arcas del Estado este bono, Guzmán ratificó que se cumplirán las metas fiscales, monetarias y de acumulación de reservas del primer trimestre con el Fondo Monetario Internacional. “De hecho el déficit fiscal primario del primer trimestre, ha sido solo de un 0,25% del PIB”, detalló.

En ese sentido, el ministro ratificó que las medidas se enmarcaron dentro del programa económico del acuerdo con el organismo, “con un pleno compromiso con las metas trazadas”. En ese marcó, ayer partió rumbo a Washington para participar de la asamblea de primavera del FMI y del Banco Mundial que sesionará este jueves y viernes, en la que se preparará el terreno para la primera revisión del acuerdo con el organismo multilateral.

La agenda del funcionario incluirá reuniones con el staff del Fondo; su asistencia a la Cumbre del G20 de ministros de Finanzas; el cónclave de sus pares del G24 de países en desarrollo; reuniones bilaterales y con inversores de la Argentina. En la víspera, el Fondo aprobó un nuevo fondo de financiamiento con condiciones más flexibles para los países (RST), apurado por las exigencias de la pospandemia y las consecuencias de la economía mundial de la guerra en Ucrania, que podría beneficiar a nuestro país.

Sostener el consumo

La inflación del primer trimestre, del 16,1%, fue la más alta en tres décadas y la de marzo, del 6,7%, el mayor nivel desde 2002. Al observar el rubro alimentos, estos porcentajes ascienden a 20,9% y 7,2%, respectivamente. 

El Gobierno estaba presionado por la interna y la situación social, con cada vez más protestas en la Capital Federal que prometen replicarse a lo largo y ancho del país. De todas formas, hay una razón más que tiene que ver con la recuperación de la economía, que en 2021 fue del 10,3% y las consultoras anticipan “estancamiento” a partir del primer trimestre de 2022, mientras recortan sus proyecciones. 

El presidente Alberto Fernández mencionó ayer que la economía crece, el empleo también y la pobreza bajó, pero que hay problemas en la distribución y por eso no se siente en el bolsillo de algunos sectores. Según datos de la consultora Scentia, que releva hipermercados y comercios de cercanía, en el tercer mes del año el consumo creció sólo 3,7% cuando en febrero fue casi 9,9%.

Desde el Gobierno mantienen el optimismo. Un funcionario del Gabinete económico dijo a Data Clave que, “a pesar de las dificultades, la tendencia es de crecimiento. Se va a observar algo parecido a lo que se observó desde el inicio de la recuperación sobre fines de 2020. El crecimiento no es lineal, hay meses donde la actividad mejora mucho y otros donde se estabiliza por estos temas”

Renta inesperada y gestos

Los reclamos del kirchnerismo hacia la gestión económica del Gobierno son, entre otros, una mano más firme con las empresas y una política de ingresos más agresiva.  

De allí que el planteo de un impuesto a la renta de las empresas con “ganancias inesperadas” puede ser leído como un gesto hacia ese sector de la coalición. De todas formas, serán convocadas las fuerzas laborales, productivas y políticas para consensuar el proyecto que será remitido al Congreso. 

Según explicó Guzmán, el universo se enfocará en el conjunto de empresas que tenga ganancias netas imponibles altas superiores a los $1.000 millones en el año, “que en 2021 fue sólo el 3,2% de las compañías”. Además, se incluirá un criterio que establece que, si la renta inesperada se canaliza hacia la reinversión productiva, el monto de la contribución será menor.

Un documento del Instituto Patria, que publicó Data Clave la semana pasada, hacía hincapié en ese punto. “Lo fundamental es no desatender para quiénes se va a gobernar o se ha prometido en el acuerdo electoral suscripto con el pueblo el 10 de diciembre de 2019”, rezaba el texto.

Ayer, Alberto Fernández envió un mensaje en esa línea durante su intervención en la Casa Rosada. “Yo me comprometí en campaña a profundizar las medidas que favorezcan  ponerle fin a la desigualdad social. Cuando anunciamos el acuerdo con el Fondo aseguré que íbamos a seguir con medidas progresivas y lo único que estoy haciendo es cumplir con mi palabra”, sentenció.