Argentina- FMI: Un acuerdo tan previsible como inevitable
El Fondo Monetario Internacional no podía dejar que su principal acreedor entrara en “default” y a la dupla Milei-Caputo, no le quedó más remedio que devaluar, y levantar de manera parcial el “cepo”.
Era septiembre y Marcelo Longobardi le preguntaba al diputado Ricardo López Murphy si el dólar estaba atrasado. El ex ministro de Economía comenzó su respuesta con un análisis de la situación macroeconómica, y luego de unos minutos, el periodista, algo desalentado, intentó cortar la respuesta.
Pero López Murphy redobló la apuesta, y le respondió: “Mire Marcelo, no le voy a esquivar la pregunta. Para llegar a este nivel de inflación en dólares, y no acumular reservas, hubieran liberado el mercado cambiario de entrada, levantado el cepo, habrían tenido el mismo ‘fogonazo inflacionario’ de diciembre y enero, pero ahora estaríamos teniendo más reservas, y habilitado el camino para un nuevo acuerdo con el Fondo”.
Lo cierto es que este nuevo programa con el Fondo Monetario Internacional (FMI), el vigésimo segundo en nuestra historia, era tan previsible como inevitable, tanto para el organismo, como para el rumbo económico.
Desde el lado del FMI no podían dejar caer en cesación de pagos a su principal acreedor, Argentina, con unos US$ 40.000 millones, de un crédito que comenzó siendo tomado por Mauricio Macri y renovado por Alberto Fernández.
Por el lado del Gobierno, luego de un año y tres meses completos, no había podido atesorar ni un solo dólar en las reservas del Banco Central (BCRA), y la balanza de pagos con el exterior acumulaba ocho meses consecutivos de pérdida.
En este escenario es que se reunieron Luis Cubeddu, por el FMI, y el presidente del BCRA, Santiago Bausilli, porque el organismo no tenía un buen recuerdo del ministro de Economía, Luis Caputo, cuando tuvo que negociar la deuda en el 2018.
Cada uno sacó su tajada. El FMI otorgó un préstamo por US$ 20.000 por cuatro años, pero le puso como condiciones. Además de lograr superávit fiscal, el Gobierno deberá hacerse de reservas para poder pagar la deuda, y habrá revisiones trimestrales en el cumplimiento de las metas.
Por eso, la necesidad de devaluar el dólar oficial bajo el esquema de una “banda cambiaria” de entre $ 1.000 y $ 1.400, dejando atrás el “dólar blend” que era 80% oficial, y 20% con la cotización del Contado Con Liquidación.
¿Llegará el dólar a $ 1.400 ‘de entrada’ el lunes? Es la pregunta que se hacen todos, pero está claro que esto desalienta el vendaval importador y alienta las exportaciones como las agrícolas, o las pesqueras, ambas afectadas por los altos costos internos y los bajos precios internacionales.
Todo exportador que traiga dólares los vende en el mercado único y libre de cambios al precio del momento, que hoy está más cerca del “techo” de la banda, a unos $.1300, que del piso. Es decir, el FMI los obligó a devaluar y no le permite vender dólares más baratos que a $ 1.400.
Además, se libera el cepo cambiario para las personas, para el giro de dividendos, -otra de las exigencias del FMI- aunque quedan restricciones para las empresas. Un ajuste “neo-clásico” en el segmento cambiario.
El propio Milei destacó el viernes a la noche como un triunfo haber levantado el cepo y permitir el giro de utilidades, algo que se daba por descontado si se quería acceder a un nuevo programa con el FMI. Sin embargo, logró que esos giros sean a partir de las ganancias que las empresas consigan este año, y evitar una avalancha de envíos de fondos al exterior obtenidos en los años pasados.
En este juego de “toma y daca”, el Gobierno de Milei, recibió US$ 15.000 millones, suficientes para pagar los US$ 6.000 millones que vencen este año con el FMI, capitalizar el BCRA y hacer frente, de ser necesario, una corrida cambiaria.
Para evitar esto, tendrá que seguir con el ajuste fiscal, y ahí es donde puede ser que no alcance con cerrar organismos del Estado y frenar obra pública. Corre el riesgo que la actividad económica se retraiga y la recaudación tributaria caiga aún más que el “ahorro” fiscal.
Además, la suerte de este programa no está solo en lo que haga el Gobierno, sino en las condiciones mundiales que le permitan aumentar sus exportaciones y atraer inversiones, algo que debe darse en medio de la guerra de aranceles que desató el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump.
Milei ya no dice que en 30 años seremos como Irlanda, pero Caputo habla que podemos transformarnos en Perú, un país donde los mandatarios se suceden y la inflación se mantiene baja.