No es un secreto que el 2023 será sumamente exigente en materia fiscal para el Gobierno, ya que deberá cumplir con una baja del déficit fiscal de casi 1 punto en un año electoral. Es por eso que el ministro de Economía, Sergio Massa, intentará que el proyecto de blanqueo que ingresará en las próximas horas al Congreso esté vigente para el año que viene y así tener una fuente adicional de financiamiento

Según el documento al que tuvo acceso Data Clave, el proyecto llamado “Exteriorización del ahorro argentino para sostener el cumplimiento y cancelación de la deuda con el Fondo Monetario Internacional” contempla los destinos que tendrán los fondos recaudados por el ingreso de capitales no declarados. Vale destacar que en el Ministerio de Economía sostienen que en Estados Unidos es el país donde más dinero de argentinos hay sin declarar, con un piso de US$ 100.000 millones.

El primer destino va en línea con un pedido que viene realizando la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner y que también fue plasmado en un proyecto que impulsó Oscar Parrilli, el cual tiene media sanción en el Senado. Un 20% de esos recursos se utilizarán para un fondo específico para cancelar el préstamo con el FMI. La idea de Massa, en un principio, era utilizar la “Ley Parrilli” pero finalmente se optó por una nueva presentación.

Otro 20% será a subsidios a las micro, pequeñas y medianas empresas, al igual que en 20% al programa integral de becas Progresar. Y por último, un 40% a programas y proyectos que apruebe la Secretaría de Energía de la Nación de exploración, desarrollo, construcción y mantenimiento de infraestructura, transporte y producción de gas natural.

Esta recaudación permitirá al Gobierno dar cierto impulso a algunas actividades sin necesidad de agrandar el déficit fiscal y así cumplir con los parámetros pactados con el FMI. El desafío no es para nada fácil: el rojo primario deberá finalizar este año en 2,5% del PBI, al que se llegaría sobre la hora con el ingreso extraordinario de retenciones por el “dólar soja 2”, para caer al 1,9% del PBI en 2023.

El número final de 2022 tiene una “triquiñuela contable” como reconoció recientemente el secretario de Programación Económica, Gabriel Rubinstein. Sucede que el 2,5% incluye ingresos de rentas por emisión de títulos indexados a la inflación por 0,3% del PBI que fue el tope que puso el Fondo para contabilizar estos “flujos”. Por tanto, el déficit terminaría en 2,8% del PBI y el ajuste deberá ser de casi 1 punto para llegar a la meta.

El “viceministro” incluso deslizó que en medio de las presiones que se dan en un año electoral puede haber un desbande del gasto. Mientras, el Gobierno apuesta todo a bajar la inflación desde el 6% actual a un nivel más cercano al 4% en los primeros meses del 2023 para llegar al 3% hacia finales del año. “Tenemos que acostumbrarnos a que las elecciones no se ganan por política fiscal expansiva. Si tenemos la capacidad de bajar la inflación y dar acceso al crédito vamos a ser competitivos electoralmente”, reconoció Massa.