Había una “broma”, un “chascarrillo” en el mundo diplomático allá por los 90’ cuando comenzó el Mercosur: “Brasil se quedará con el Merco, y Argentina con el Sur”, en referencia a quién será el país industrial, y cuál el proveedor de insumos.

En menos de una semana, Brasil y Uruguay le dejaron en claro a Argentina (Paraguay no se opone y acompaña en silencio) que comenzarán a realizar acuerdos con terceras naciones, por afuera del bloque regional.

Primero fue el turno del mandatario uruguayo, Luis Lacalle Pou, quién cenó el viernes de la semana pasada en la Quinta de Olivos y le ratificó a Alberto Fernández, “en vivo”, la decisión que habían expresado el 8 de julio, en la última cumbre del Mercosur de realizar acuerdos por afuera del bloque.

Fernández logró a cambio "el apoyo total" de Uruguay para que Argentina presida la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), un organismo regional desde el que la Argentina busca unificar posiciones de gobiernos de izquierda y derecha.

El jueves de esta semana fue el turno del Ministro de Economía de Brasil, Pablo Guedes, quien dijo, en relación al Mercosur, que su país “es muy grande para estar preso en una jaula. O lo modernizamos, o Brasil va a romper la jaula”.

Según Guedes, la diferencia de velocidades en la apertura económica entre los países del bloque "dejará al Mercosur más parecido con un área de libre comercio", sin Arancel Externo Común (AEC), y solo con preferencias internas.

Pero ese mismo día, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro reveló que “estamos en negociaciones con Argentina” para importar gas de Vaca Muerta, el cual “saldrá algún día, porque no es fácil empezar a importar gas, crear, y construir los ductos”.

Ante este panorama, el economista Pablo Lavigne, ex Secretario de Comercio Exterior, le dijo a Data Clave que “el Mercosur necesita una mayor integración y sus economías necesitan modernizarse y ambas van de la mano”.

La baja del AEC al 10% propuesta por Brasil “es bastante menor que la idea que impulsaba anteriormente, en torno al 6%, y se puede percibir como un intento de arreglar la situación sin romper con Argentina”, dijo Lavigne, integrante de la consultora Acebe.

“Lo cierto es que tampoco el Mercosur sirve para al interior del bloque porque acá un funcionario, un día, impone trabas al ingreso de bienes producidos dentro del Mercado, como el caso de los textiles de Brasil, y eso es incompatible con un mercado común”, aseveró.

En el caso del gasoducto “está claro que ellos quieren competir con la industria petroquímica de otras naciones y necesitan abastecimiento barato. El gas ira para Brasil, que le asegura mejores condiciones de inversión y cobro, en lugar de ir para Bahía Blanca”.

Respecto de Uruguay, “le puede ir mejor negociando de forma individual y no depender de Argentina y Brasil para dar cada paso. El problema para Argentina es que si todo avanza nos quedaremos más aislados y alejados” de los grandes y mejores mercados.

En similar sintonía, Guillermo Giussi destacó que “el Mercosur así como está no sirve para nada. Tiene reglas de hace 20 años”.

“Argentina venderá el gas, porque le permitirá el ingreso de divisas y ese gasoducto es una obra que nosotros no lo podemos financiar. Yla ‘primarizacion’ de nuestra economía es cierta”, dijo Giussi, Director Ejecutivo de la consultora Aerarium a Data Clave.