El inicio del 2022, sin dudas, estará marcado por el esperado -y dilatado- acuerdo de Argentina y el FMI para reestructurar la deuda millonaria de unos u$s45.000 millones. Tras las recientes reuniones entre ambas partes en Washington se lograron avances técnicos, según reveló el mismo Fondo, pero aún se necesitan más discusiones en algunos puntos clave (como inflación, crecimiento, déficit fiscal, emisión, y dólar) para arribar a un nuevo programa.

En ese sentido, algunos analistas no descartan que las demoras en las negociaciones puedan ocasionar un incremento en la volatilidad de los precios de los activos argentinos y en las condiciones financieras locales hasta que se cierre el acuerdo, que por ahora, todo pareciera indicar que se sellaría en enero.

Ahora bien, en el pendulante escenario económico y financiero argentino, y mientras se termina de pulir el entendimiento con el FMI, hay algunas certezas de corto plazo que ayudan a configurar el panorama de las inversiones en el arranque del próximo año: inflación creciente, expectativas de que se acelere la suba del dólar oficial (algo que ya se constató esta última semana), y de que el Banco Central (BCRA) empiece a ajustar la tasa de referencia, congelada en el 38% hace más de un año.

De acuerdo el último Relevamiento de Expectativas de Mercado, publicado por el BCRA en los primeros días de diciembre, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) se acelerará en diciembre (3,4%), y enero (3,7%), se mantendrá alto en febrero (3,7%), y tocará un pico máximo en marzo (4%). Con relación al tipo de cambio oficial, los analistas del REM proyectan incrementos mensuales superiores a los $4 (entre 4,6% y 3,6%) desde enero a mayo.

Y respecto de la tasa BADLAR (la que aplica en depósitos a plazo fijo de 30 a 35 días en bancos privados y de más de un millón de pesos), los consultores prevén que aumente desde 34,5% de diciembre hasta el 36,9% en mayo. Otro dato a tener en cuenta es que la cosecha récord de trigo (se esperan cerca de 22 millones de toneladas), con precios aún en altos niveles históricos, generará al país un ingreso de divisas superior a los u$s 4.000 millones -según estimaciones privadas-, lo que podría aliviar las tensiones cambiarias que siempre aparecen la época estival, a la espera del acuerdo con el FMI.

Sin soslayar el escenario internacional, donde cada vez luce más probable la posibilidad de que la Reserva Federal de EE.UU adelante una suba de tasas prevista para 2023 en su lucha por bajar la inflación más alta en casi 40 años (6,8% anual hasta noviembre), lo que no sería una noticia positiva para los mercados, en particular para los emergentes, mientras se monitorea el impacto de las nuevas variantes de Covid-19 sobre la economía global, Data Clave le pidió a un par de especialistas que configuren carteras de inversión para arrancar el 2022, con el fin de orientar a inversores con perfil conservador y a otros con mayor apetito por el riesgo.

A continuación, repasamos las mejores alternativas para cada perfil, de acuerdo a la opinión de los expertos.

Para conservadores

Para perfiles conservadores -aquellos que buscan de mínima mantener el valor real de su capital y de máxima obtener algún retorno con la menor volatilidad posible-, Juan Manuel Franco, Economista de Grupo SBS, ve valor en opciones de cobertura inflacionaria vía instrumentos CER a través de Fondos Comunes de Inversión (FCI). “Factores como el rezago del impacto en precios de la emisión monetaria de este año, que se aceleró desde las PASO, así como el reacomodamiento de precios relativos, incentivan la elección de los títulos indexados CER. En concreto, pondera el fondo SBS Renta Pesos FCI, sobre todo, “a partir de la base de datos de alta frecuencia que apuntan a una alta inflación en el comienzo de diciembre”. 

Asimismo, sugiere opciones de cobertura cambiaria a través de fondos, como el SBS Capital Plus FCI, ya que “brindan al inversor protección ante movimientos del dólar mayorista, cuyo ritmo de devaluación creemos se acelerará en el marco de un programa con el FMI, sobre el que nos mantenemos constructivos”.  Y para perfiles, algo más moderados, recomienda “un mix entre renta fija soberana (bonos en dólares) y corporativa (Obligaciones Negociables -ON) de alta calidad, y algo en acciones, con un sesgo hacia papeles defensivos, vía nuestro SBS Balanceado FCI”.

Por su parte, Julio Calcagnino, analista de mercados de TSA Bursátil, propone a un inversor conservador contemplar una cartera compuesta por: un 30% en dólar Bolsa o MEP (es el tipo de cambio que surge de compra y venta de un bono en dólares), 25% en ON en dólares, 15% en renta variable (acciones argentinas y CEDEARs) y el 30% restante en instrumentos que ajusten por BADLAR, CER, dólar linked (siguen la evolución del dólar mayorista, hoy en $101,55). Los CEDEARs (Certificados de Depósito Argentinos) son activos financieros que operan en pesos, y que representan acciones de empresas del exterior.

También su precio se ajusta a la evolución del “dólar contado con liqui”, con lo cual es un instrumento que se utiliza para dolarizar el capital. Para un perfil moderado, existen un par de CEDEARs de baja volatilidad, como Coca-Cola (KO) y Wal-Mart (WMT).

Para más arriesgados 

Entre las sugerencias para los perfiles más arriesgados, aparecen mayormente los bonos soberanos en dólares y las acciones locales. Por el lado de los primeros, el Economista de Grupo SBS considera que “aún en escenarios de stress, los retornos en dólares pueden ser interesantes, con el Global 2035 (GD35) y el Global 2041 (GD41) como nuestros preferidos”. Respecto de las segundas, los actuales niveles del S&P Merval medido en dólares financieros (hoy está por encima de los u$s400; en 2018 antes de la crisis llegó a tocar los u$s1.800) “han sido históricamente rentables para quienes tienen un horizonte de inversión de mediano plazo”, dice Franco.

En definitiva, cree que estas alternativas “son atractivas considerando que mantenemos una mirada optimista en torno a un acuerdo con el FMI, sobre la base principalmente de los elevados costos económicos y políticos que tendría el hecho de no acordar”.

Asimismo, el analista de mercados de TSA Bursátil aconseja para perfiles más arriesgados una cartera compuesta por: un 20% en dólar Bolsa o MEP, 25% en ON en dólares, 20% en renta variable, 25% en Badlar, CER, dólar linked, y un 10% en renta fija soberana en dólares “aprovechando precios de oportunidad”, que promedian entre los u$s36 (títulos bajo ley argentina) y u$s37,5 (títulos bajo ley extranjera).

“Según Moody’s, las tasas de recupero en reestructuraciones de deuda soberanas se situaron entre 55% y 40% (según la metodología de cálculo aplicada), con lo cual los perfiles que su nivel de aversión al riesgo así lo permitan, podrían realizar ganancias de corto plazo en torno a un acuerdo con el FMI a través de los bonos en dólares”, opina Calcagnino.

Simulando distintos escenarios, el especialista se inclina por el Bonar 2030 (AL30) y el Bonar (AL35) entre los títulos bajo ley local, mientras que, entre los bonos bajo ley de Nueva York, destaca el Global 2039 (GD29), y el Global 2030 (GD30), teniendo en cuenta que “el consenso de mercado se encuentra muy enfocado en el Global 2038 (GD38), en el Global 2025 (GD35), y en el Bonar 2035 (AL35)”.