Primero fue la recomposición de la demanda por parte de China, luego fue el mal clima, que retrajo un poco la oferta y en estos últimos meses, se sumó la especulación de los fondos de inversión en las bolsas de cereales, todos factores que ayudaron a que el precio de la soja aumente 50% desde mayo hasta hora.

El precio de la soja “disponible”, es decir, en entrega inmediata, rondó la última semana entre los US$ 315 y US$ 320 la tonelada dólares, luego de haber tocado los US$ 210 entre abril y mayo.
Sin embargo, “el precio de la soja es independiente de nuestro tipo de cambio, no quiere decir que vaya a subir toda la vida”, advirtió Ines Najmías, de Agrícola Ascensión, empresa dedicada al arrendamiento de campos y producción.

Najmías, en declaraciones exclusivas a Data Clave, explicó que “Argentina es un tomador de precios, que son formados por los dos grandes exportadores de soja” Estados Unidos y Brasil, y ese “es un techo que se nos impone. Luego tenemos que ver si los costos internos hacen redituable la explotación”.

Lo que ha pasado en los últimos meses, es que China, el principal comprador mundial,  redujo los principales focos de Covid 19 a mediados de mayo,  “y comenzó a restablecer la demanda, ante una oferta muy justa”.

Ahora, comenzó a ingresar al mercado mundial la producción de los Estados Unidos “pero hay una reducción de los stocks, y los rindes no son muy buenos”,  lo cual hizo que el precio se mantuviera firme, explicó Leandro Barbieri, de ADBlick Agro.

A esta ecuación muy justa entre demanda y oferta “se le sumó en los últimos meses la presencia de fondos”, que corridos del sector financiero, encontraron en este commodities, “encontraron una buena alternativa de inversión para hacer diferencia”.

Barbieri explicó a Data Clave que, “China viene sin aflojar” y “el clima está algo adverso en Sudamérica. De hecho, en Brasil la siembra de soja por la falta de lluvia, está un 10% retrasada y eso que ya vendió el 55 % de su cosecha futura”.

“A Brasil no le queda soja de esta campaña, Estados Unidos recién está entrando con su nueva cosecha, y acá nos encuentra con casi un tercio de la anterior sin vender, unos 17 millones de toneladas”, dijo Barbieri.

En ese marco “el productor, o quien tenga los granos, lo va vendiendo de a poco, porque es una reserva de valor ante una eventual devaluación, y por la diferencia en el tipo de cambio”, explicó. Sin embargo, Barbieri advirtió que esta bonanza podría verse afectada porque “los fondos de inversión están super comprados, y si salen a vender, el precio se cae”.

A pesar de este buen panorama, el campo se ha mostrado reacio a ampliar la zona sembrada. Para la campaña que se inicia se espera un área similar a la del año pasado, en torno a los 17,2 millones de hectáreas, pero con una producción que rondará los 46,5 millones de toneladas en lugar de las 49 millones obtenidas entre enero y agosto.

Jorge Chemes, el presidente de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) explicó a Data Clave que la falta de incentivos hace que se reduzca la inversión en el campo.

El área puede sembrada puede ser igual a la campaña pasada, “pero a la hora de cosechar vamos a ver cuál es la producción. Porque si yo por este efecto de la diferencia entre el precio del dólar que recibe el productor, y el que tiene que pagar a la hora de comprar los insumos, utilizó menos fertilizante, menos herbicidas, o directamente no los uso, o compro una semilla más barata, es muy probable que todo eso haga que se consiga una menor cosecha”. 

“Por eso hay que ver qué cantidad de cosecha logramos y no qué cantidad de área está sembrada”, advirtió Chemes a Data Clave.