“Argentina siempre te sorprende. Este año pensábamos que íbamos a crecer el 7% y ahora calculamos que será el 9%, y algunos analistas (privados) lo ven en el 10%”, dijo, con entusiasmo, el presidente del Banco Central, Miguel Pesce, ante los empresarios reunidos en la 27a. Conferencia Industrial. 

Este aumento o “rebote” del PBI, luego de haber retrocedido el 9,9% el año pasado, dejará un “arrastre estadístico” de al menos el 2,5%, por lo cual no parecería extraño llegar al 3,5% - 4% que calcula el Gobierno para 2022.

Sin embargo, la falta de crédito al sector privado, la baja de los precios de las materias primas, y las inconsistencias macroeconómicas, ponen en duda a este aumento.

Fuentes del Palacio de Hacienda reconocieron que en las conversaciones que mantuvieron en Washington funcionarios de Economía con representantes del Fondo Monetario Internacional (FMI), los representantes del organismo plantearon cómo iban a hacer para crecer a ese nivel sin flexibilizar el mercado cambiario, como una de las condiciones para atraer inversiones.

Esta restricción de dólares se hizo sentir entre las empresas a la hora de comprar insumos. En octubre la producción industrial bajó 5% respecto a septiembre.

El economista jefe de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL), Daniel Artana, quien atribuyó en gran medida a “la fortuna” de la suba de los precios internacionales el crecimiento del 9 % del PBI durante este año, con el que se compensará, en parte, la caída del año anterior. 

Esa mejora no estuvo fundada en una suba del crédito que, por el contrario, fue en septiembre “15% más bajo que el registrado a finales de 2019, fundamentalmente explicado por la caída en los préstamos en moneda extranjera”. 

“Más allá de que el crédito es muy bajo en Argentina, las recuperaciones anteriores, generalmente, estuvieron acompañadas de un aumento en los préstamos al sector privado”, acotó Artana en el último boletín mensual de FIEL, en un análisis en el que admitió que “parte de la recuperación haya sido financiada con recursos propios”. 

Crecen las dudas sobre el crecimiento del 4% del PBI previsto para el 2022

Explicó que la suba de los precios de exportación, especialmente los agrícolas, “mejoraron 26% interanual en los 10 meses con datos de 2021, más que compensando el efecto negativo de la suba de 13.4% en los precios de importación” y que representó un ingreso extra de US$ 7.500 millones, a los que deben sumárseles los otros US$ 4.400 millones que aportó el FMI a partir de la ampliación de capital, y que no estará en el 2022. 

Pero el panorama para 2022 “no luce tan favorable”, indicó, debido a que “la fuerte desaceleración proyectada en el crecimiento de China y el endurecimiento gradual en la política monetaria de Estados Unidos no permitirían subas adicionales en el precio de las commodities, mientras que en Brasil se proyecta un crecimiento muy bajo”. 

En lo respecta a los precios agrícolas, el economista del IERAL Juan Garzón explicó a Perfil que para el 2022 “tendremos buenos precios, no tan altos como los de este año, pero seguramente la soja andará en torno a los U$S 440, que no es el “pico” de US$ 550 de junio, pero tampoco los US$ 330/340 de la pre pandemia”. 

En cuanto al ingreso de divisas, la economista Diana Mondino brindó una mirada adicional al advertir que “no tenemos dólares, porque no te dejan exportar”, ya sea porque el Gobierno impone cupos a las ventas al exterior, o por los altos costos internos que dejan fuera del mercado a los bienes locales. 

“Nadie vende dólares y cada día es más difícil exportar. ¿Cómo es eso que solo podés vender lo que tenés de excedente? Es como decirles a los italianos que no exporten Ferrari hasta que no las vendan todas en Italia”, dijo Mondino, por Radio Mitre. 

Con relación a las negociaciones con el FMI la economista de la UCEMA dijo, de manera irónica, que “nos enojamos con el Fondo por habernos prestado el dinero y no nos fijamos en qué gastamos”. 

“Aun si no le pagáramos nada (a FMI), seguiríamos teniendo déficit”, advirtió Mondino y recordó que “nos endeudamos en el mercado interno a una tasa mayor que el Fondo”. 

Volviendo a Artana , este recordó que “hay que digerir las consecuencias de la fiesta que organizó el gobierno para influir (fallidamente) en el resultado electoral”, con una suba del déficit fiscal, explicado en su mayor parte por “la fuerte suba en los subsidios al consumo de energía y transporte”. 

A eso debe sumársele “el sacrificio de alrededor de US$ 3.000 millones en tratar de controlar la brecha cambiaria”, así como “la pérdida de reservas escasas asociadas a la postergación del acuerdo con el FMI”, puntualizó. 

Artana recordó que “desde que asumió, el gobierno sabía que no iba a contar con los recursos necesarios para cancelarle al Fondo US$ 18.000 millones en 2022 y otro tanto en 2023”. 

“Si no se quería entrar en default había que firmar, tarde o temprano, un Acuerdo de Facilidades Extendidas. La única explicación para la demora en acordar es nuevamente el ‘plan urna’, tratando de fidelizar algunos votantes propios. Curiosamente, se siguió pagando al FMI sin que ello pudiera siquiera capitalizarse en una reducción en la incertidumbre, aproximada, por ejemplo, por el riesgo país”, comentó. 

Artana sostuvo que “difícilmente un acuerdo con el FMI pueda tapar todas estas inconsistencias y sus consecuencias sobre el funcionamiento de la economía. La inflación reprimida durante 2021 pondrá presión el año próximo, además de complicar el desempeño de muchos sectores” y sin la “fortuna” de 2021, “la expectativa oficial de 4% de crecimiento para 2022 parece una mera expresión de deseos”.