Tras la seria amenaza de cruzar los $200 hace poco menos de dos meses, el dólar blue, junto con los tipos de cambio financieros, comenzaron a desinflarse casi tan rápido como se habían disparado, incluso perforando en ciertos casos el teórico piso que les impone denominado dólar ahorro o solidario.

En consecuencia, asistimos a un diciembre mucho más apacible, en términos financieros y cambiarios, que lo imaginado hace apenas tres o cuatro semanas. Así lo demuestran estas variaciones: el blue pasó de $195 a $146 (-25%); el dólar contado con liqui cayó de $181 a $142 (-21,5%); y el dólar MEP o Bolsa cedió de $168 a $138 (-15,3%). Esto se traduce en una reducción sustancial de brecha (ayudada también por la suba del dólar oficial) hasta niveles menores del 70%, algo que no se veía desde mediados de septiembre, tras haber alcanzado un pico de 150% en octubre.

Entre las causas que explican la reversión de la dinámica alcista de los dólares paralelos, aparecen la intervención por parte organismos oficiales en el mercado de bonos, las licitaciones de títulos lanzadas por el Ministerio de Economía (sobresalió la demanda por los bonos dólar linked atados a la evolución de la cotización oficial), el canje de deuda en pesos por instrumentos en dólares (para dar salida del país a grandes fondos), algunas señales de ajuste fiscal y monetario durante octubre y noviembre. Ya en diciembre, colaboró marcadamente el crecimiento estacional de la demanda de pesos, y su consecuente caída en el apetito de dólares. Por último, no debe soslayarse para terminar de entender este escenario de “pax cambiaria” la buena performance de los mercados emergentes, que comenzaron a recibir un mayor flujo de capitales a partir de noviembre (hubo una fuerte apreciación del real brasileño).

Ahora bien, mientras el Banco Central aprovecha este “veranito cambiario” y logra recomponer parcialmente sus alicaídas reservas (acumuló 8 jornadas seguidas con compras de divisas), algunas de las causas mencionadas que explican la baja del dólar comienzan, poco a poco, a revertirse: en lo que va del mes, volvió a trabajar a todo vapor la máquina de pesos. Según datos oficiales, el BCRA le transfirió al Tesoro -en concepto de giro de utilidades- unos $200.000 millones. Y en las próximas semanas, como es habitual, la demanda de pesos empezará a retraerse, mientras el mercado aguarda señales sobre las negociaciones del Gobierno con el FMI para refinanciar la abultada deuda contraída bajo la administración macrista, a través de un nuevo programa (facilidades extendidas).

Con todo, Data Clave consultó a varios especialistas sobre si este “veranito cambiario” ya tiene fecha de vencimiento, y sobre las señales que pueden anticipar una posible reacción de los dólares alternativos.

Christian Buteler, analista financiero

D.C: Los dólares libres o semilibres ya están en un piso, incluso el MEP y el Contado con Liquidación se encuentran un par de pesos por debajo del Solidario. Eso mucho no se puede mantener. ¿Cuánto más tiempo tendremos esta calma?

C.B: Es difícil de saber. Estamos a mediados de diciembre, un mes de alta demanda de pesos, pero que a medida que pasen los días eso va a ir cambiando y podés empezar a tener un poco más de demanda de dólares, también por las vacaciones, que, si bien van a ser mucho más reducidas respecto a la demanda que podría haber existido en otro momento, algo habrá y ese algo, va a tener su impacto.

D.C: ¿Qué variable puede anticipar una reacción del dólar?

C.B: La emisión de pesos. No es buena señal para el mercado que en los últimos días el BCRA haya estado asistiendo al Tesoro con $200.000 millones. No hay que olvidar que el ajuste monetario fue una de las medidas que ayudó a tranquilizar al dólar, y hoy estamos viendo todo lo contrario. Ese es un punto a tener en cuenta que puede explicar alguna suba, sobre todo en lo que es “contado con liqui” y MEP.

Juan Ignacio Paolicchi, economista de la consultora Empiria

Si el Gobierno se tranquiliza porque la brecha bajó de 130% a 70%, que es un nivel excesivamente alto, y sigue con una agenda negativa, como, por ejemplo, la promulgación del impuesto a las grandes fortunas o señales de inflexibilidad en el gasto, difícilmente el “veranito” dure mucho tiempo porque las reservas netas del Banco Central son muy bajas, y esa situación es vista por el mercado con mucha incertidumbre.

Entre las señales que pueden anticipar una suba del dólar, existen factores políticos vinculados a la negociación con el FMI, los efectos del impuesto a las grandes fortunas, o del nuevo consenso fiscal en el que no se baja ningún impuesto y se posterga la reforma tributaria. Son todos factores que disgustan al mercado, más allá de que espera un acuerdo con el Fondo. De corto plazo, todo lo que mencioné puede generar volatilidad, junto con una caída de la demanda de dinero en febrero, momento en el que el BCRA deberá manejar mucho mejor la liquidez excedente de pesos para tratar de lidiar con las presiones cambiarias que pueden llegar a aparecer.

Walter Morales, presidente de Wise, consultora en economía, finanzas y estrategia

D.C: El dólar turista le pone un piso a los demás valores, impidiendo que se desinflen las presiones inflacionarias. Hoy el MEP y el CCL cotizan 5% y 2% por debajo del turista. El dólar está ofrecido porque las empresas comienzan a tener negocios, y para ello necesitan inyectar pesos. ¿Entonces la baja de los dólares bursátiles puede continuar?

W.M: En el corto plazo, sí. Es que a la necesidad de pesos que tienen las empresas para atender la mejora de la economía, se le suman la necesidad estacional de fin de año y la intervención que BCRA y ANSES hacen vendiendo cartera propia de bonos en dólares vía MEP.  A esto hay que sumar la posibilidad de que el Central aumente la tasa de interés para retirar pesos del mercado y desalentar cualquier aumento de precios al consumidor por encima del umbral de 3,8%, que es la tasa máxima que se espera para este mes. A lo anterior hay que agregarle que la firma de la Carta de Intención con el FMI está al caer y que hacia marzo o abril estará aprobado un acuerdo que aportará fondos frescos para la Argentina. Y también juegan a favor dos factores claves: el aumento en los precios de las materias primas que la economía exporta y la caída del dólar en el mundo. Esperamos que la moneda norteamericana pierda al menos 12%, y generalmente esa baja tiene como contrapartida alzas en los commodities.

Dicho todo esto, hay que recordar que la Argentina está inserta en círculo vicioso, dentro del cual financia su déficit fiscal con emisión, luego saca esos pesos del mercado con endeudamiento a tasas altas y devalúa para licuar dicha deuda. A su vez, la velocidad de la emisión genera como consecuencia un mayor ritmo de inflación. Hasta que no se trabaje para bajar el gasto público, este círculo vicioso será una constante porque la mejora de las cuentas fiscales sólo ocurre durante los años con bajos pagos de intereses, resultado de reestructuraciones de deuda.