Las últimas dos elecciones dejaron en claro que los procesos políticos, sumados a desequilibrios macroeconómicos estructurales, generan una mayor demanda de dólares para atesoramiento y cobertura. Las consecuencias, bien conocidas en la historia de nuestro país: devaluación, mayor inflación, pérdida del poder adquisitivo, entre muchas otras.

De manera muy similar, esa dinámica se vio en las PASO de 2019 y en las de 2021. Si bien la primera fue una elección presidencial y la presión se dio sobre el tipo de cambio oficial, mientras que ahora el movimiento se da en los paralelos, en ambos hubo devaluaciones en las semanas siguientes.

“Al no tener moneda, el dólar funciona como un seguro para la gente: vos sabés que si la cosa viene mal, ante la duda, mejor estar en dólares. Entonces, para peor, en los momentos más difíciles más nos refugiamos en el billete”, consideró ante Data Clave el analista de la consultora Ecolatina, Juan Pablo Albornoz.

Una diferencia para destacar: en las primarias de 2019 no había un cepo, que después fue implementado y endurecido luego de las presidenciales de ese año. Además, la posibilidad de entrada y salida de capitales estaba abierta por completo. 

Vale recordar que entre 2018 y 2019 a Argentina se le cortó el crédito internacional, para luego caer en una situación de fragilidad externa muy importante que desembocó en un préstamo de US$ 57.000 millones con el Fondo Monetario Internacional (FMI), del que se desembolsaron US$ 45.000 millones

Actualmente, el acceso crédito continúa cerrado y se está negociando un nuevo acuerdo con el organismo para el repago de los compromisos. En ese marco, el Gobierno endureció todavía más el cepo y la presión fue sobre el dólar blue y los financieros.

La vuelta del cepo

En detalle, la cotización del dólar cerró el viernes previo a las PASO de 2019 en $46,55. La cita electoral fue el domingo 11 de agosto y, luego de un resultado muy adverso para Juntos por el Cambio, el lunes siguiente pegó un salto de $10,75, cerró en $57,30, y terminó la semana en $58,12.

Durante esa semana, se conoció un nuevo tipo de cambio: el dólar “Alberto”. En su momento, la fórmula Alberto Fernández y Cristina Fernández se había impuesto por una amplia diferencia en las primarias. En una entrevista radial, el candidato a presidente del Frente de Todos dijo que "el dólar a $60 está bien, es un valor razonable". Ese gesto buscó contener las expectativas de devaluación que ponían presión sobre los precios, en un contexto de pérdida del poder adquisitivo constante.

Ante la continuidad de las presiones, el entonces presidente Mauricio Macri impuso el 1 de septiembre a través del Decreto 609/2019 nuevas restricciones para evitar la fuga de divisas y tratar de impedir la pérdida de reservas del Banco Central. El dólar oficial había alcanzado los $60 el 28 de agosto, marcando un nuevo récord histórico. Finalmente, el límite fijado para adquirir dólares era de US$ 10.000 por mes, casi $600.000 en ese momento.

La semana posterior a la implementación del cepo, que había sido quitado en diciembre de 2015, el tipo de cambio informal comenzó cotizando a $63,50 para cerrar en $59. Por su parte, el oficial había terminado esa semana en $58.

Otra vez el blue

Hasta las presidenciales del domingo 27 de octubre de ese año la divisa norteamericana se mostró al alza para cerrar el viernes previo en $65. El lunes 28 de octubre, Macri ajustó el “cepo” con un tope mensual de US$ 200 para atesoramiento y gastos en el exterior. Esa restricción generó presión sobre el dólar blue, que finalizó ese día a $74,  $9 por debajo del formal.

El 26 de diciembre de 2019, el recién asumido Gobierno de Alberto Fernández mantuvo el tope de US$ 200 mensuales y aplicó el Impuesto “Para una Argentina Inclusiva y Solidaria” (PAIS) de 30% para las compras de dólares. El 2020 cerró con un dólar formal a $62,99 y un paralelo de $78,5.

Albornoz explicó que “el cepo segmenta el cepo segmenta el mercado de cambios, dando lugar a múltiples dólares paralelos. Esto origina brechas cambiarias que dan incentivos de hacer arbitrajes y operaciones con el exterior que muchas veces inciden de manera negativa sobre la economía”

Tensiones en pandemia y la brecha

El economista comentó que las mayores presiones sobre el tipo de cambio suelen darse en la segunda mitad del año. Un ejemplo fue lo que sucedió en 2020, cuando la brecha saltó a 150% en octubre.

Este año, los mayores ruidos de los últimos meses se generaron en el dólar blue tras la derrota del Frente de Todos en las PASO. El viernes siguiente a la cita electoral se vendía a $185 y desde ese momento escaló a los $206,50 que alcanzó este jueves, su nuevo máximo histórico.

Sin embargo, el viernes último el tipo de cambio informal operó a la baja y volvió a los $200. Las tensiones podrían seguir el lunes cuando abran los mercados. Hasta ayer, el dólar mayorista cotizaba a $100,22 para la venta, el minorista a $105,80 y el turista a $174,55

Las brechas de las cotizaciones financieras con el tipo de cambio oficial o el mayorista también fueron en aumento en los últimos meses. “Si a esto le sumamos que los gobiernos de turno para ganar algunos votos rifan la sostenibilidad macroeconómica (pisar el tipo de cambio y las tarifas es pan para hoy y hambre para mañana, ya lo vivimos bajo todos los colores políticos), la gente sabe que después hay dos salidas: o se profundizan las restricciones si sigue el atraso cambiario, complicando más el acceso al dólar oficial (hoy ya nulo) y presionando sobre las brechas; o se corrigen los desajustes, lo cual es un dolor de cabeza para el bolsillo”, apuntó Albornoz. 

Las cotizaciones del dólar MEP y el contado con liquidación (CCL) (regulado por el Banco Central) se venden a alrededor de los $185 y $184, respectivamente. Por su parte, las versiones libres que surgen de la compra y venta de bonos y acciones se encuentran en $199 para el MEP y $225 para el CCL. 

La "caja de resonancia"

“La acumulación de desequilibrios por motivos electorales, la frágil situación de las reservas netas, el riesgo inflacionario estructural del déficit cuasi fiscal del Banco Central y, más importante aún, la inexistencia de algún tipo de certidumbre respecto al rumbo de la economía después de las elecciones y/o de cara a marzo/mayo del 2022 (límite para no entrar en default con el Fondo) impactan en la caja de resonancia de la economía argentina: el dólar, o mejor dicho, los dólares”, concluyó Albornoz.

El reflejo de esa dinámica fue una presión significativa sobre los precios, ya que si la inflación de este año termina en línea con lo que prevé el mercado (50%) estaría promediando casi 47% en los últimos cuatro años. El resultado más cruel: caída del poder adquisitivo y aumento de la pobreza e indigencia.