A pesar que desde las oficinas del Palacio de Hacienda lo niegan, los técnicos del Fondo Monetario Internacional (FMI) que revisan las cuentas argentinas piden una devaluación. Y es que el ritmo devaluatorio que propone el Gobierno y que se mantiene cercano al 4% mensual es menor al que espera el FMI y está muy por debajo de la inflación esperada para el mes de mayo, que todos creen que estará cercana al 5,5%.

Y si bien el  Banco Central sigue comprando dólares y aumentando reservas -como pide el Fondo-, la demanda de la divisa estadounidense por parte de los importadores y el déficit por turismo crecen y complican el panorama a septiembre, cuando será la próxima evaluación del organismo multilateral.

Lo que preocupa al FMI es que hoy el dólar bolsa cotiza casi en los mismos niveles que el dólar solidario ($2011 vs $205), y tiene una brecha inferior al 80%, la cual para el Fondo debería ser del 100%, lo que llevaría el dólar MEP a mas de 230 pesos. 

Pero los diagnósticos del Fondo Monetario son cada vez más preocupantes para el equipo económico, ya que -desde que comenzó el año- el BCRA ya convalidó cinco subas de tasas de interés y aumentó el rendimiento de la Leliq en 11 puntos, en línea con lo acordado con el FMI y de manera de tener una “real positiva” para frenar la inflación. Los ortodoxos del Fondo sostenían a principios de año que si la tasa de interés se incrementaba, la gente se iba a quedar con los pesos en vez de irse al dólar. 

Los economistas del organismo afirmaban que con eso se evitaría un salto cambiario, que calmaría la sed del mercado por los dólares financieros y que se reduciría la brecha oficial-blue. Pero nada de eso estaría pasando al ritmo que quiere el Fondo y para colmo de males, el impacto sobre el crédito que causa la suba de tasas (se disminuye la demanda porque suben los tipos de interés) no estaría logrando  moderar las presiones inflacionarias, pero si bajar el nivel de actividad.  

De hecho, economistas de la City porteña que ponderaban la labor de Guzmán hasta marzo ahora piden- en consonancia con el FMI- más ajuste y mas compra de dólares por parte del BCRA. En los hechos, eso lleva, dicen los más heterodoxos del Palacio de Hacienda, a una caída de la actividad. Ponen como ejemplo los datos del EMAE de la semana pasada, que registró un retroceso mensual del 0,7% en marzo.

Pero en el Palacio de Hacienda confían en que se puede negociar con los técnicos del Fondo para que aprieten pero no ahorquen. Dicen que se renegociarán las metas de acumulación de reservas internacionales del BCRA de 5.800 millones este año 2022 pactadas con el FMI, a pesar de que muchos desconfían del "optimismo guzmaniano", cuando en el mes que corre y en plena cosecha gruesa no alcanzaron a ahorrar 800 millones de dólares en el BCRA y cuando restan solo junio y julio para juntar los verdes, ya que después desde agosto hasta diciembre, mes que recién comienza el ingreso de las ventas externas de trigo y del resto de la cosecha fina, la falta de dólares se hará más fuerte. Optimismo que muchos en el mercado juzgan exagerado o, lisa y llanamente, fuera de la realidad.