Tras el final del dólar soja a fines de septiembre, que alivió de corto plazo la tensión que mostraban las reservas del BCRA, el Gobierno dio el paso hacia otro combo de medidas cambiarias que ponen el foco nuevamente en la demanda, con el objetivo de administrar la sequía de divisas.

Muestra de ello son: el dólar Qatar, el dólar Coldplay, y el dólar de lujo. A saber. El dólar Qatar: nueva percepción de Bienes Personales del 25% en el dólar turista, lo que da unos $315 para aquellos que consuman en el exterior más de u$s300 mensuales con tarjeta de débito o crédito; el dólar lujo: dólar mayorista ($151,64), más Impuesto PAIS (30%), más percepción IG y BBPP (45%), más una nueva percepción de 25% de BBPP, lo que da un tipo de cambio a $302; dólar Coldplay: el que deberán usar productoras locales para pagarle a artistas internacionales, y que surge del dólar mayorista, más el Impuesto PAIS (30%), es decir, un tipo de cambio a $197,13.

El mayor efecto en el corto plazo de estas medidas fue imponer un “piso a la brecha cambiaria de alrededor del 100% por el arbitraje del dólar blue, CCL y MEP frente al nuevo dólar.

Eso se comenzó a observar la semana pasada: el dólar informal trepó $13, y los tipos de cambio que se negocian en la Bolsa escalaron hasta $6. Las brechas crecieron hasta 6 puntos, entre el 91%y el 106%. Al mismo tiempo, el Banco Central volvió a vender divisas: en las últimas 7 jornadas sacrificó casi u$s300 millones.

En el mercado, los operadores creen que ninguna de estas medidas será suficiente para aplacar la demanda de divisas. “Puede encarecer marginalmente el turismo o el costo de un evento, pero difícilmente esto reduzca la cantidad de viajes o eventos”, afirman.

Según estimaciones de Econoviews, el déficit turístico no mostrará cambios sustanciales y se demandarán más de u$s7.000 millones en el año. De hecho, ven que ese número tiene más para crecer que para bajar dado que los extranjeros siguen ofreciendo sus dólares en el dólar blue ($290), lo que explicaría su retrasado frente a los dólares financieros (cotizan entre $299 y $313).

En FMyA, en cambio, creen que el BCRA lograría bajar a la mitad las ventas de turismo, por lo que tendría reservas para pasar el verano de 2023. En el caso de que las medidas no tuvieran efecto, el BCRA tendría que vender u$s1.500 millones mensuales, y los u$s6.000 millones de reservas le durarían para 5 meses.

Por lo pronto, el nuevo dólar Qatar ajustará lo que aumente el dólar oficial que, según las proyecciones de las consultoras que releva el BCRA (REM), terminará el 2022 a $173,13, un 14% más alto que el nivel actual. Así, el dólar Qatar debería superar los $360 en diciembre. Es un valor que además va “indexando” por inflación, por eso no debería sorprender que ese sea el precio del dólar paralelo a fines de año.

“La respuesta del gobierno a la escasez estructural de divisas continúa siendo un mix de ajustes de reglas de acceso a divisas y recargos impositivos según las distintas actividades mientras mantiene el crawling peg en torno al 6,3% mensual. Es decir, gana terreno la continuidad del esquema cambiario actual, con retoques periódicos, versus alternativas de `cambio de régimen´ como un desdoblamiento cambiario formal o una aceleración del ritmo devaluatorio por encima de la inflación”, evaluaron desde Delphos Investment.

Recordemos que a principios de octubre ya se habían implementado otras medidas cambiarias, como el dólar “tecno” (para incentivar las exportaciones en el sector de la economía del Conocimiento) y la imposición de Licencias No Automáticas a nuevos productos importados: aumentó a un 29% del total de las compras al exterior (desde el 15% previo).

A estas medidas se sumaron nuevas modificaciones en el proceso de autorización de las importaciones y el correspondiente acceso a las reservas del Banco Central. Desde esta semana, el gobierno pondrá en marcha el Sistema de Importaciones de la República Argentina (SIRA), que reemplazará al Sistema integral de monitoreo de importaciones (SIMI), que estuvo vigente en los últimos 6 años. A partir de ahora, el criterio importador del SIRA lo definirá la Secretaría de Comercio, que lidera Matías Tombolini, y depende del ministro de Economía, Sergio Massa.

Asimismo, el Banco Central modificó el régimen de acceso a divisas, discontinuando los límites establecidos anteriormente. Los pagos de importaciones serán diferidos salvo que se usen dólares propios o se encuadren en determinadas excepciones especificadas en la norma. “En conjunto estos cambios apuntan a interrumpir el drenaje de dólares para `cuidar las reservas´ y cumplir las metas de acumulación con el FMI, que aparecen como muy desafiantes”, analizaron desde Delphos Investment.

Como ya ha sucedido en otras ocasiones, ante un ajuste del cepo, estas medidas podrían tener un “amplio efecto negativo sobre la actividad”, a la vez que no se descarta un incremento de la demanda en el MEP/CCL si los importadores optan por comprar sus dólares en el mercado financiero, comentaron operadores.

Con todo, el equipo de Massa va agotando el margen para “cuidar los dólares”. En el mercado creen que podría innovar con otros nuevos dólares para exportadores o “sectoriales”, como “Dólar Minería”, “Dólar Litio”, o “Dólar Malbec”, que no afecten precios locales, o seguir con más cepo a importadores, con más Licencias No Automáticas, u obligando a refinanciar deuda a importaciones. O, incluso, no se descarta que se siga “encepando” al turismo y servicios.

Riesgos en el horizonte

Riesgo 1. La próxima campaña de trigo, en pleno desarrollo, se dirige a ser la peor en siete años, con estimaciones de producción tanto oficiales como privadas de 16,5 millones de toneladas, debido al efecto de la Niña, es decir, la severa sequía que afecta el área agrícola nacional. La cosecha del cereal caería 5,5 millones de toneladas (-25% por ahora) debajo de los 22 millones de toneladas obtenidas el año pasado, según cifras oficiales, y esta caída podría ser peor ya que de no producirse lluvias importantes en el corto plazo, el deterioro de los cultivos podría agudizarse. Esta situación plantea nuevos desafíos para el BCRA, ya que afectará la oferta de divisas en el verano. “Esto puede empezar a generar un temor cambiario. Si la producción baja a 14 millones de toneladas, las exportaciones bajan a u$s 2.800 millones, o sea casi u$s 1.600 millones menos en diciembre y enero”, calculan desde FMyA.

Riesgo 2. En el mercado tampoco descartan que a fin de año escale otro factor y condicione la fragilidad cambiaria: el riesgo político. “Seguramente habrá nuevas discusiones sobre el manejo económico y la caja fiscal de Massa va a ser cascoteada desde el ala más dura del Frente de Todos, ya sea por CFK o, directamente por la Cámpora”, analizan.

Frente a ello, el contexto internacional, marcado por la elevada inflación, suba de tasas y amenazas de recesión, configura en sí otro riesgo para el frente cambiario, pero a la luz de la coyuntura argentina hoy parece ser de menor calibre si se lo compara con los dos primeros.