Aún en niveles “tolerables” para el Gobierno, más allá de su amplitud (74,5%), la brecha cambiaria se ensanchó unos 8 puntos porcentuales durante mayo, producto de una desaceleración cada vez más marcada del dólar oficial, que subió poco más de $1 (+1,1%), pero sobre todo a causa de la aceleración del tipo de cambio financiero o “contado con liqui” (surge de la compra/venta de bonos), que registró en el quinto mes de 2021 un avance de casi $10 (+6,1%) hasta los $165,10, superando por primera vez en el año al dólar solidario.

Rezagado, pero acortando camino, el dólar blue anotó hasta el viernes un ascenso mensual de $7 (+4,7%) hasta los $157, intentando acercarse a los niveles de fines de 2020 ($166), mientras que el MEP o Bolsa aumentó más de $7 (+4,8%) en mayo hasta los $160.

Parte de esta reacción al alza, está vinculada a la mayor búsqueda por cobertura por parte de los ahorristas e inversores, más allá de que los tipos de cambio financieros siguen siendo intervenidos por organismos oficiales. Para esas regulaciones diarias, ha sido un alivio para el Banco Central el fuerte incremento en los ingresos de divisas por parte del sector agroexportador, producto de los precios récord de los commodities, que le permitió a la autoridad monetaria comprar más de u$s2.000 millones durante mayo, un nivel jamás alcanzado en el quinto mes del año desde que se tiene registro en el Mercado Único y Libre de Cambios (MULC).

Pero el viento de cola a nivel global (la soja en máximos de 8 años, las tasas en el mundo por el piso, un dólar debilitado a nivel global) y las buenas perspectivas de cara a las negociaciones por la deuda con el Club de París (este lunes hay un fuerte vencimiento, pero se espera que el Gobierno lo refinancie durante el período de gracia de 60 días) y con el FMI, contrasta con los constantes ruidos políticos locales (dentro de la coalición gobernante), la compleja realidad económica y la crisis sanitaria por la fuerte segunda ola de Covid-19, que vienen generando cierto temor ante el potencial deterioro de las cuentas fiscales que pueden implicar los confinamientos, ahora de carácter intermitentes. Es porque vuelve a crecer el riesgo de que se acelere la emisión monetaria frente a eventuales límites del financiamiento del Tesoro en el mercado de pesos, más allá de que por ahora ha podido sortear con creces las exigencias de los importantes vencimientos de deuda, sobre todo en mayo.

Frente a esta dinámica, aparecen varios interrogantes sobre la trayectoria de los dólares paralelos para los próximos meses, teniendo en cuenta la incertidumbre de corto plazo por los efectos de la segunda ola de Covid-19, la por ahora casi indomable inflación, que supera el 20% en lo que va del año (se espera entre 3% y 3,5% en mayo), y la cuenta regresiva para las elecciones primarias de septiembre, sin soslayar los fuertes vencimientos de deuda en pesos que deberá enfrentar el Tesoro sobre todo en julio y agosto.

Sergio Morales, fundador de Interfinance.com.ar, remarca que la variable a seguir a la hora de pronosticar la evolución del precio del tipo de cambio es la inflación. “El dólar es un precio más de la economía y, por ende, el alza generalizada de precios le afecta de similar forma. En este sentido, la inflación que en abril se ubicó en el 4,1%, con lo cual el avance de los precios en el primer cuatrimestre cerró en el 17,6%, lo que arroja más presión devaluatoria considerando que resultó el peor primer cuatrimestre en materia inflacionaria desde el año 2016”, explica Morales a Data Clave.

Dado que el tipo de cambio oficial opera por estos días un ritmo devaluatorio del 1% mensual, bajo la administración del BCRA, son los dólares MEP y CCL los que estarán condicionados por la evolución del IPC.

En este sentido, el fundador de Interfinance.com.ar espera que los dólares financieros ajusten al alza por lo menos un 3% mensual en junio y a partir del tercer trimestre, aunque “todo dependerá del grado de intervención de los organismos oficiales en el mercado secundario vía bonos”.

Con relación al blue, Morales señala que “viene evolucionando a un ritmo menor, más que nada por estar atado principalmente a la demanda minorista, un sector muy golpeado por la actual crisis económico-sanitaria”. En conclusión, el especialista proyecta que “todos los tipos de cambios, con sus respectivas diferencias, se actualicen vía inflación y no atraviesen grandes sobresaltos por lo menos hasta el periodo electoral”, donde acechará la demanda por cobertura propia de cada contienda electoral, al ritmo de las encuestas y sondeos previos.

Por su parte, Lucas Yatche, Financial Advisor de Liebre Capital, resalta a este medio que “con el precio de la soja en máximos, la liquidación del agro permite que el BCRA siga acumulando reservas netas (hoy se encuentran por encima de los u$s7.000 millones), lo que implica mayor poder de fuego para intervenir en la brecha y en el MULC a lo largo del segundo semestre, que de por sí resulta desafiante”, teniendo en cuenta además la menor liquidación de divisas por parte del agro. Al mismo tiempo, detalla que “la presión tributaria y el `roll over` (refinanciamiento) de la deuda en pesos ayudan a mantener cierta tranquilidad”.

Sin embargo, hacia adelante, Yatche proyecta “una mayor presión cambiaria”, donde el comportamiento del Gobierno con relación a la evolución fiscal “jugará un rol clave”. En ese sentido, las mayores restricciones afectarán la actividad y la recaudación, a lo que se le suma también el incremento del gasto por mayores subsidios, dice el especialista.

Pero también las tasas de interés (hoy negativas en términos reales), la demanda de dinero y las expectativas electorales serán factores determinantes, agrega. En tanto que, frente a los vencimientos de deuda, si bien junio no representa un mes tan complicado, “julio y agosto será el bimestre más pesado de pagos con el sector privado”, aunque la reciente medida del BCRA que permite a los bancos integrar encajes con bonos del Tesoro, podría ayudar a cubrir los vencimientos, estima Financial Advisor de Liebre Capital.

Por otro lado, un informe de la consultora LCG puntualiza que para los próximos meses hay cuatro factores que preocupan sobre la cuestión cambiaria: 1) el atraso del tipo de cambio oficial con una depreciación menor al 20% de TNA; 2) la inflación que sigue en niveles elevados; 3) las escasas reservas (2,3% del PBI reservas netas); y 4) más de una base monetaria de excedente de liquidez (pasivos remunerados). Y el combo de la dinámica de estos 4 indicadores se sumará a la incertidumbre propia de un año electoral, añade. Aunque buena parte esto ya es descontada por el mercado, “noticias relacionadas con la evolución del acuerdo con el FMI, disputas hacia dentro de la coalición gobernante, dificultades para realizar el pago al Club de París y muchos eventos que no están siquiera en el radar, pueden disparar un salto en el tipo de cambio libre”, advierte LCG.

Además, posiblemente la emisión para financiar al Tesoro se incremente en los próximos meses producto de un aumento del déficit respecto a la contención registrada durante el primer cuatrimestre del año. “El mercado quizás no está priceando en el dólar libre la emisión que podría aparecer por los requerimientos fiscales. La política fiscal está siendo restringida por el diferencial cambiario”, señala LCG.

El riesgo de un dólar libre con menos control cerca de las elecciones se sabe que es “piantavotos”, pero tener una restricción fiscal también lo es. En ese sentido, “la elección del oficialismo no es fácil, incluso para hacer política electoralista. Elegir entre dos males de corto plazo no es un buen escenario”, advierte la consultora.

Por último, desde Delphos Investment creen que, con la suba de las reservas brutas, que también se reflejó en la trayectoria de las reservas líquidas (que superaron los u$s3.000 millones en mayo, el BCRA “tendría poder de fuego para moderar subas en los tipos de cambio alternativos en el período pre eleccionario”.

Bien vale recordar que el año pasado las compras de dólares para ahorro superaron los u$s450 millones mensuales entre agosto y octubre (u$s25 millones diarios en promedio), demanda que podría trasladarse al mercado del CCL. Por eso es clave la continuidad del fortalecimiento de las reservas para transitar con mayor tranquilidad la etapa preelectoral y moderar cualquier salto brusco del tipo de cambio CCL/MEP.

Así como en estos meses asistimos a “una avalancha de dólares comerciales”, que fortalecen las reservas y la capacidad de contención de los tipos de cambio alternativos, naturalmente esto también se traduce en “una avalancha de pesos”, que el BCRA ha estado absorbiendo mediante el aumento del stock de Leliq/Pases: esto hizo que los pasivos no monetarios alcancen los $3,6 billones (equivale al 8,5% del PBI y al 140% de la base monetaria). En este escenario, las nuevas medidas del BCRA conocidas el jueves pasado impulsan un desarme de las posiciones en Leliqs ($720.000 millones como máximo) para “mejorar las posibilidades de financiamiento del Tesoro en los próximos meses y reducir en el margen las necesidades de emisión monetaria”, afirman desde Delphos Investment.