El agro aún tiene en stock más de 23 millones de toneladas de soja de la cosecha actual, de los cuales sólo el 20% está declarado para exportarse. Hay incertidumbre acerca si el 80% restante se venderá o se acopiará, lo que implica unos US$ 9.200 millones, destacó un trabajo de la consultora Equilibra. 

Para los productores y exportadores de soja, “los márgenes para especular son mayores y son quienes finalmente terminarán determinando la suerte de la liquidación de divisas en los próximos meses”, destacó el informe.  

Si bien es cierto que, aún en el escenario más optimista, los potenciales montos a liquidarse están muy por debajo de los US# 16.660 millones del primer semestre, “habría un buen colchón de divisas nada despreciable hasta fin de año si el Gobierno logra mantener el mercado cambiario en calma”.  

Para la consultora, integrada entre otros por el economista Lorenzo Sigaut Gravinael complejo sojero enfrenta un claro dilema: 1) vender a los precios y al tipo de cambio actuales, lo cual implica un tipo de cambio real para el sector en los mayores niveles de los últimos 13 años, pero con una gran represión financiera que limita las opciones de inversión posteriores; o 2) retener parte de la cosecha actual a la espera de una corrección del tipo de cambio y una menor brecha, afrontando el riesgo de menores precios internacionales”. 

Sin embargo, el precio de la soja llevaba hasta ayer cuatro jornadas consecutivas con alzas debido a la falta de lluvias en los Estados Unidos. 

El contrato de agosto de la oleaginosa ascendió 0,15%  hasta los US$ 527 la tonelada, a la vez que la posición septiembre avanzó 1,09% para concluir a US$ 508,99 la tonelada. 

Los fundamentos del alza se explicaron por "la falta de lluvia para la maduración de la oleaginosa en Estados Unidos", destacaron fuentes del mercado. 

Pero lo más importante es que los pronósticos extendidos de 10 a 14 días “no auguran lluvias capaces de revertir el estado actual de su deficiente balance hídrico", argumentaron los analistas. 

En Argentina, la intensa ola polar y el frío trajeron algunas complicaciones para terminar de sembrar las casi 6,5 millones de hectáreas de trigo para la campaña próxima, una superficie similar a la de la cosecha 2020/21 que dejó una producción en torno a los 17 millones de toneladas, apenas un millón menos que la anterior.