Este año, afectada por la sequía que comenzó a mediados del 2022, la cosecha de trigo apenas alcanzó las 12 millones de toneladas. Lo justo para el abastecimiento local y los compromisos de exportación, preferentemente a Brasil.

Ahora, cuando se levanta la cosecha de soja y se comienza a planificar la trigo para la campaña 2023/24, el área estimada en un comienzo es de 6,7 millones de hectáreas, 600.000 hectáreas más que en la última y 4,7% superior al promedio de las últimas cinco campañas, indicó la Bolsa de Cereales.

De concretarse dicha proyección, la superficie esperada para la campaña 2023/24 sería, junto a la campaña 2021/22, la segunda más alta de los últimos 22 años.

Sin embargo, dicha proyección de superficie queda supeditada a las lluvias que se registren desde ahora y hasta fines de mayo, y que permitan la recuperación de las reservas de humedad que alienten la siembra.

El dato no es menor, en el 2022 la cosecha de trigo había alcanzado a 22 millones de toneladas, de las que se exportaron 17 millones, con su consiguiente ingreso de divisas.

Para tener una idea de lo que esto representa, habrá que remitirse al intercambio comercial de marzo, que dejó un déficit mayor a los US$ 1.000 millones, por la caída en las exportaciones de trigo, y en menor medida, de maiz y soja, contra una ganancia de algo más de US$ 270 millones del 2022.

Todo esto, en un momento en que Argentina necesita de dólares para hacer frente a sus deudas, cuyos pagos serán mayores el año próximo. Desde el lado de los grandes “pules” de siembra apuntan a la recuperación tanto de la cosecha fina, como de la gruesa.

Por caso, ADBlick Granos le hace frente a la sequía y plantea sumar 5.000 hectáreas a su programa de arrendamiento para llegar a las 50.000, bajo la premisa que se despide el efecto de “La Niña” y se comenzará a regularizar el régimen de lluvias. “Venimos de tres años excelentes productivamente. Tuvimos altibajos, pero se compensó con el precio”, explicó José Demicheli, CEO del Grupo ADBlick, a Data Clave.

Una mirada complementaria aportó el productor Patricio Guisasola “luego del golpe que significó la sequía este año, muchos están arrendando los campos para cobrar ‘algo’ seguro”.

“Es una actitud defensiva, pero antes los costos, y la falta de recursos, muchos productores se ponen a resguardo alquilando, a la espera que mejoren las condiciones el año próximo”, dijo Guisasola a Data Clave.