No es la primera vez que vamos a caer en cesación de pagos con el Club de París, ese organismo crediticio creado a mediados de los 50’ por un grupo de naciones europeas, a las que luego se les sumaron Japón y los Estados Unidos. 

El antecedente más reciente fue el 23 de diciembre del 2001, cuando el entonces Presiente Adolfo Rodríguez Saá anunció la suspensión de los pagos de la deuda externa, y Argentina “se olvidó”, por 13 años, de pagarle al Club, aunque sí le pago al Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial, y otros organismos internacionales. 

Para fines de mayo del 2014, el entonces Ministro de Economía, Axel Kicillof, cerró un acuerdo para pagar esa deuda con el Club, que ascendía a US$ 6.000 millones, pero que terminó en US$ 9.700 por la aceptación por parte de Argentina del cobro de intereses y punitorios por no estar el país en regla con el Fondo. 

Kicillof quería con ese acuerdo dejar de lado el mote de “defaulteador serial” que la justicia norteamericana le había colocado a Argentina luego no pagarle la deuda a un grupo de fondos comunes que no ingresaron a los canjes del 2005 y 2010, y cuyo caso estaba en manos de la Corte Suprema de los Estados Unidos. 

Como es sabido, en junio de ese año, la Corte norteamericana rechazó tratar el tema, Argentina entró en default con esos bonistas, y se quedó con el compromiso de pagarle al Club una deuda que, de un día para el otro, creció 30% y a tasas exorbitantes para los niveles mundiales. 

Siete años más tarde, y con el 75% de la deuda pagada, Argentina vuelve a enfrentarse con la posibilidad, cierta, de caer en default por US$ 2.400, que de no pagarse en los próximos 60 días, se elevará, por punitorios, a US$ 4.400 millones. 

Alemania, con el 37% y Japón, con el 22%, son los principales accionistas del Club, y fue el país asiático el primero que señaló que no ve bien que Argentina le pague a otros acreedores, como el caso de China, antes de que a sus viejos socios. 

El ministro de Economía, Martín Guzmán, viajó en dos oportunidades en los últimos 30 días a Europa y en todas las charlas le pidieron, para postergar los pagos, un acuerdo con el Fondo. 

Una prórroga sin ese antecedente “podría sentar un precedente con desenlaces inciertos” con otros deudores, le dijeron de manera diplomática Guzmán, y le recordaron que mientras Argentina no le paga a esa entidad, lo hace con otros acreedores, como por ejemplo, China. 

En medio de ese panorama, lo cierto es que ahora, se abren 60 días para realizar ese pago. Si Argentina no paga caerá en default con un organismo internacional. 

En términos prácticos, significa que las empresas europeas radicadas en Argentina les costarán más tomar créditos en sus naciones de origen para realizar inversiones en el país, tal como ocurrió durante 13 años. Posiblemente suba el Riesgo País, y suban las tasas. 

Luego, si Argentina logra un acuerdo para refinanciar los US$ 44.000 millones que le adeuda al FMI, se abrirá el espacio para una nueva negociación con el Club, pero eso será parte de un nuevo capítulo donde esta página será solo otro antecedente de una tortuosa relación financiera/comercial de 60 años.