La delegación del Fondo Monetario Internacional (FMI) que estaba en el país regresó este viernes a Washington y habrá que esperar hasta marzo para que las autoridades del organismo decidan cómo refinancian los US$ 44.000 millones que le adeuda Argentina. Para ese entonces, habrá asumido Joe Biden la presidencia de los Estados Unidos (lo hará el 20 de enero), designará a su Secretario del Tesoro, y este a su vez, a quién se encargue de las relaciones con el Fondo. 

El dato no es menor, si bajo la presidencia de Donald Trump se habilitó la mayor ayuda financiera a un país, como fue el caso argentino, ahora las nuevas autoridades norteamericanas deberán sopesar lo hecho y el contexto de crisis post-pandemia que enfrenta el gobierno de Alberto Fernández. 

En el Palacio de Hacienda destacan que también para marzo, el Fondo tendrá las primeras señales acerca de si el ministro de Economía, Martín Guzmán, comenzó a reducir el déficit fiscal y la brecha cambiaria, dos de los pedidos que le dejaron Julie Kozack, Subdirectora del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI, y Luis Cobeddu, Jefe de Misión Argentina, antes de irse. 

Para fines del verano, el Gobierno confía en contar con los ingresos por retenciones de US$ 11.275 millones que generará el campo en exportaciones entre octubre de este año y marzo del 2021. Eso, claro, si el clima acompaña y la sequía no se prolonga más de lo debido. Hasta mayo hay tiempo, a partir de allí, hay que comenzara a pagar US$ 3.650 millones del crédito del FMI y otros US$ 2.900 millones del Club de París. 

Lo que no está claro es qué va a pasar con la propuesta de Guzmán de que la oposición apruebe en el Congreso un programa “plurianual” de tres años, que garantice un ajuste fiscal que equilibre las cuentas para el 2025 y genere superávit, para comenzar a pagar las deudas. Un ejemplo de esa resistencia fue la posición que adoptó Juntos por el Cambio en la discusión del Presupuesto 2021. Brindó el quorum para el tratamiento en una sesión especial, pero se abstuvo a la hora de la votación. 

“Sabemos lo que significa que nos quieran llevar a los empujones”, dijo el jefe del interbloque en Diputados, Mario Negri, para dejar en claro que no aceptarán cualquier acuerdo, y menos en momentos en que el kirchnerismo alienta reformas en el Poder Judicial, y el Procurador, junto a una reducción en la coparticipación para la Ciudad de Buenos Aires. 

Más allá de los inconvenientes el economista Carlos Melconian brindó una mirada más ampliar al asegurar que “se viene un acuerdo por resignación” con el Fondo, pero que eso no garantiza la llegada de inversiones. 

“¿Qué le va a pedir el Fondo a Argentina si ya le dio todo? A lo sumo habrá un asiento contable, como diciendo que te dieron dinero fresco. Pero va a pasar lo mismo que pasó con los acreedores privados, no vamos a pagar y vamos a patear todo por tres o cuatro años, pero con eso el Riesgo País no te baja de los 1.300 puntos”, dijo Melconian. “El mayor dilema que tiene Argentina, es la (baja) tasa de inversión, que en un acuerdo por resignación no se corrige”, explicó el economista, en declaraciones a Radio Mitre. 

“Viene un mundo complicado. Lo que hay que entender para dejarse de joder y anclar en algún lado es que el problema central de lo que está ocurriendo en el mundo se llama plata y financiamiento. En Argentina en particular, en este momento histórico, se están subestimando las consecuencias de no tener plata”, aseguró Melconian.