Crónica de una suba anunciada. Quizás a muchos les haya sorprendido la reacción alcista que tuvo el dólar blue durante esta semana ante la vorágine que imprimieron los avances del jueves (subió $3) y, sobre todo, el viernes (aumentó $5). El paralelo, adormecido durante los primeros tres meses y medio de 2021, recobró súbitamente impulso y saltó $10 en solo cinco días, recuperando casi la mitad de lo que había perdido en lo que va del año, para llegar a los $152, su máximo valor desde principios de febrero.

Aún $11 por debajo del dólar solidario -oficial minorista, más impuestos-, la cotización informal dejó de ser el tipo de cambio más barato del mercado (el 7 de abril llegó a valer $139), mote que venía ostentando desde hace tres semanas, luego de ser superado por el MEP o Bolsa (hoy en $148), el dólar financiero que se consigue en la bolsa a través de la compraventa de bonos.

Los primeros indicios del rebote del blue lo venía dando el dólar “contado con liqui” (CCL), el otro dólar financiero utilizado principalmente por las empresas para depositar divisas en el exterior. Ese tipo de cambio, regulado por el Banco Central, había encadenado esta semana 16 subas (leves) consecutivas en las que sumó un total de 7 pesos (pasó de $146 a $153), es decir, una variación de casi 5%, más que el triple del aumento que mostró el dólar oficial en ese mismo lapso (+1,3%).

Ahora bien, más allá del aviso que había dado el dólar CCL, entre otras causas, por la presión que ejercieron algunos grandes fondos extranjeros -Templeton y Pimco, con tenencia de bonos en pesos buscaron salir del país-, y quizás una menor intervención del BCRA en pos de cuidar más las reservas, el efecto Covid-19 y la cruenta segunda ola, junto con los preocupantes niveles de ocupación de camas de terapia intensiva en el AMBA, generó un clima de alta incertidumbre, que se acentuó en las últimas semanas por las peleas políticas y los constantes desafíos económicos que enfrenta la Argentina (inflación, negociación con FMI y Club de París). Tampoco ayudaron en los últimos días los anuncios de mayores controles de precios, la amenaza oficial de aumentar las retenciones al agro, o incluso de cerrar las exportaciones de carne.

Resultado: prematura dolarización, ante expectativas de mayor emisión monetaria, por las potenciales necesidades de ampliar el gasto “Covid-19”, mientras que, al mismo tiempo, se vislumbran menores ingresos fiscales, frente a la posibilidad de una profundización de las restricciones a la circulación.

“El primer síntoma del aumento del déficit fiscal es la inflación, tal como lo vimos entre enero, febrero y marzo. El segundo síntoma va a ser un aumento de la brecha, que veremos entre abril, mayo y junio. Y el último, será una suba del tipo de cambio oficial”, estimó a Data Clave el analista financiero, Salvador Di Stefano. En la misma línea, Matías Rajnerman, economista jefe de Ecolatina, sostuvo en diálogo con este medio que con “la incertidumbre que genera la segunda ola de la pandemia, crecen expectativas de mayor emisión, que se puede ir dólar”.

Gracias al poder de fuego que le da la compra diaria de divisas ($1.300 millones en lo que va de abril), aprovechando la mayor liquidación del agro producto de los altísimos precios de los commodities agrícolas, el Banco Central viene desacelerando desde fines de enero la suba diaria del dólar oficial para intentar moderar la alta inflación, que marcó un 4,8% en marzo, un dato muy superior a lo que estimaba el mercado.

“La pax cambiaria comenzó a perder la estabilidad con los últimos datos de inflación, toda vez que las tasas de interés en pesos anualizadas van perdiendo atractivo frente al espiral inflacionaria. Un factor adicional que incide en este sentido, por ejemplo, es que la mejor alternativa del ahorrista para cubrirse de la inflación era el plazo fijo UVA, pero muchos no desean inmovilizar el capital por 90 días frente al agravamiento de la segunda ola de Covid-19 sumado a la cercanía de las elecciones”, señaló a Data Clave Sergio Morales, fundador de interfinance.com.ar.

Pero además de todos los factores mencionados, otras fuentes del mercado dijeron a Data Clave que la suba del blue es explicada por un par de factores “subterráneos” que potenciaron la tendencia.

En ese sentido, el analista Mauro Mazza vinculó la baja del paralelo con el reciente desplome de las criptomonedas. “El dólar cripto hoy es muy relevante, más con las cuarentenas parciales y el microcentro ́muerto´. Toda operación de giro al exterior en cuantías chicas se hace con el USDT (Theter, cuyo valor está ligado al de la divisa estadounidense), que, con el bajón de la criptos de esta semana, disparó su precio a $160, lo que dejó barato al blue como opción de giro, algo que se había perdido. Es decir, se están arbitrando”.

Por otro lado, Mazza mencionó la influencia del parcial default de dos empresas de electrodomésticos en el sistema de préstamo cuevero. “Esto generó una torta de pesos impaga. Y todo ese capital en pesos, que ahora no se presta, toma cobertura en el blue, sobre todo de tenedores grandes que le dan dólares a las cuevas para que lo trabajen y presten. Sin contraparte, por el default de cheques todo vuelve al blue”.

Más allá de todo esto, por ahora, el precio de la soja (u$s565 por tonelada), el repunte de las reservas (hace 10 días superaron los u$s40.000 millones en términos brutos), que le permiten mantener a raya la brecha (hoy debajo del 65%), un tipo de cambio oficial más competitivo que hace un año, y el vigente cepo cambiario, son factores que ayudan al BCRA para ponerle un techo a las subas recientes de los dólares financieros, y por ende, al blue, pero la grave coyuntura sanitaria y económica genera varios interrogantes para los próximos meses.

“La crisis sanitaria imprime ́más riesgo ́, más anuncio fiscal, posiblemente ́más maquinita ́ y como resultado, mayor presión sobre la brecha cambiaria. Igualmente, por ahora el impacto es acotado. Y el BCRA tiene reservas para ́reforzar ́ la intervención en el dólar CCL o MEP si quiere estabilizarlo. Con el agro y el BCRA comprando reservas, será difícil que se el escape”, remarcó el economista de FYMA, Fernando Marull.