Desde el resultado de las PASO, la gestión del ministro de Economía, Martín Guzmán, recibió críticas, algunas vedadas otras más explícitas, que lo ponen en un laberinto en el cual debe “poner más plata en los bolsillos” de “la gente”, a pura emisión, pero a la misma vez, contener la suba del dólar y bajar la inflación.

La primera voz fue la del ex vicepresidente Amado Boudou quien dijo: “Yo veo un problema que no se ha podido destrabar, sobre todo la hoja de ruta y la prioridad que el ministro Guzmán le ha dado a su gestión”.

En alusión a las permanentes negociaciones con el FMI, el Club de París y otros acreedores externos, “Guzmán hizo foco en las finanzas. No vemos al ministro hablando de los temas de la economía sino de finanzas”, afirmó el ex funcionario, condenado por cohecho pasivo y negociaciones incompatibles con la función pública.

El ex ministro de Economía insistió en que la sociedad necesita “un shock distributivo” que contemple a las jubilaciones y a la Asignación Universal por HIJO (AUH). “El Presidente (Alberto Fernánez) lo dice una y otra vez que los salarios le tienen que ganar a la inflación y esto no sucede. Hay un problema instrumental que no se condice con la decisión política del Presidente”, sumó.

No fue Guzmán sino su par de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, quien salió al cruce y dijo que ojala ellos hubieran tenido una economía como la de Boudou quien tenía “claramente una situación fiscal, externa y de reservas en el Banco Central”, altamente favorable.

No obstante, Kulfas no dejó de mencionar que “hoy la realidad lamentablemente es distinta, porque pasó (el ex presidente Mauricio) Macri y pasó la pandemia”.

La propuesta más increíble la dio uno de los directores del Banco Nación, Claudio Lozano, quien volvió a plantear la emisión de una cuasi moneda que no pueda ser convertible en dólar.

El dirigente de Unidad Popular, uno de los frentes que integra la coalición gobernante, habló de “una opción de moneda no convertible a divisas, a moneda dura, para así financiar la política social y la capacidad de consumo de la población; que tenga todas las funciones excepto que no se pueda cambiar por dólar”.

Lo que tal vez Lozano no previó es que el que el comerciante o empresario que reciba esa cuasi-moneda la va a tener que utilizar para comprar insumos que sí tienen algún componente dolarizado. 

Por ejemplo, el Estado, ¿aceptaría que le paguen los impuestos con esa cuasi moneda? Y con esos “cuasi-billetes, ¿pagaría la deuda no solo la externa, sino la de sus contratistas?

Guzmán logró en agosto que la inflación se ubique por debajo del 3% luego de 10 meses, pero el 2,5% relevado ayer por el Indec tiene en su interior una inflación núcleo del 3,1%, una fuerte caída en los precios estacionales, y el dólar aumentando deliberadamente por debajo de la inflación.

Es fácil “poner dinero en el bolsillo” cuando hay para repartir, pero cuando la economía cayó 10% como el año pasado, el déficit fiscal se disparó cuatro veces y las deuda agobian, los márgenes de maniobra se achican y la posibilidad de una mayor emisión puede transformarse en un “boomerang” que termine con más inflación y billetes que no valgan nada.