El Ministro de Economía, Martín Guzmán cerró el año muy cómodo en el plano financiero. No solo logró reestructurar la deuda con los acreedores privados tanto locales como extranjeros, sino que, además, supo refinanciar todos los vencimientos de deuda local y quedarse con un “plus”. A contramano de quienes dicen que Argentina no logra aprovechar la gran liquidez internacional, en la última semana de diciembre, el Palacio de Hacienda informó que logró quedarse con $386.730 millones recursos adicionales a los vencimientos que debido enfrentar. 

Una de las consecuencias de este resultado “es que será posible cumplir al mismo tiempo con los compromisos presupuestarios planeados para el último bimestre de 2020 y con el compromiso de no solicitar Adelantos Transitorios al Banco Central para hacer frente a su financiamiento”, dijo Guzmán, al festejar lo obtenido. 

Lo dicho por Guzmán se parece bastante a la primera época del gobierno de Mauricio Macri, cuando para evitar la emisión monetaria del Banco Central, se tomó deuda para hacer frente al déficit fiscal a la espera de que el crecimiento económico, con su derrame en la recaudación impositiva, redujera la brecha entre gastos e ingresos. 

Pero más allá de las comparaciones,- siempre odiosas- lo cierto es que desde que Guzmán tomó el mando pleno de la economía, allá a comienzos de noviembre, a base de licitar bonos atados a la inflación, o “dólar-link” es decir, unido a la variación del tipo de cambio, o directamente US$ 1.500 millones de títulos en dólares, logró tranquilizar el Blue, que había llegado a $ 195, y hacerse cada vez más de pesos. 

Todo esto, y a pesar de que en el comunicado que lanzó Guzmán, destacó que "es condición necesaria para desandar el sendero del bimonetarismo". Pero claro que esto, como todo en la economía, “no es gratis”. Economía gana tiempo a base a la colocación de bonos atados al CER, la variación de la inflación, generando una “bola” que habrá desactivar en los próximos meses. 

De hecho, en la última licitación del año colocó deuda por $ 131.800 millones, de los cuales, $ 100.000 millones, el 75% se concentraron en bonos ajustados por la inflación. Un seguro de cambio en bonos que vencen entre mayo y septiembre del año próximo. Los restantes 31.300 fueron en un título de corto plazo, a marzo. 

En medio de este panorama, el primer año de Alberto Fernández cierra con un crecimiento de la deuda pública total de US$ 21.000 millones, - durante la gestión de Cambiemos fueron entre US$ 75.000 y US$ 78.000 – y todavía quedan por renegociar los US$ 44.000 millones que el país le adeuda al Fondo Monetario Internacional.