El primero de enero, Luiz Inácio “Lula” da Silva asumirá por tercera vez la presidencia de Brasil, y como país “socio mayoritario” del Mercosur, se espera que oriente las decisiones del bloque regional. La última reunión del Mercosur resultó “mas de lo mismo”, pero como “eso mismo” es malo, la situación empeoró.

El actual presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, que dejará el Palacio del Planalto en manos de Lula, mandó a su vicepresidente. Su par argentino, Alberto Fernández, le pidió al uruguayo Luis Lacalle Pou, a través de una metáfora futbolística, cumplir con las reglas del Mercosur, y el oriental, con la misma lógica, pidió el VAR y le recordó las violaciones al libre comercio que realiza Argentina.

Es más, Lacalle Pou recordó que “en los últimos meses se bajaron de manera inconsulta dos posiciones del Arancel Externo Común, y nadie dijo nada”, como para dejarle en claro a Brasil y Argentina que “el debido consenso” queda de lado cuando no lo demandan los dos socios mayoritarios.

Hasta ahora, Paraguay ha presentado una postura ambivalente sobre la intención de Uruguay de llevar adelante acuerdos de libre comercio con China y naciones del Pacífico. En lo que sí está de acuerdo con Uruguay es en lograr un intercambio comercial “intra bloque” más equilibrado, y eliminar las restricciones comerciales que impone Argentina.

En medio de este panorama, Lula asumirá el primero de enero y adelantó que quiere, de una vez por todas, cerrar el acuerdo de Libre Comercio firmado en el 2019 entre el Mercosur y la Unión Europea (UE)

Incluso, se mostró partidario de cumplir con la nueva “cláusula ambiental” que fijó la UE de no comprará productos alimenticios de zonas desforestadas (teléfono para Jorge Capitanich) con tal de cerrar ese acuerdo.

El año que viene se presenta entonces como de una triple transición: la de Brasil, con un nuevo presidente de una orientación contraria al que se va; la de Argentina, en medio de un proceso electoral; y la del Mercosur, en donde Uruguay busca nuevos acuerdos comerciales, con o sin “la venia” de los socios mayoritarios.