¿Es posible que el mercado de trabajo formal absorba a los sectores que se desempeñan en actividades con altos niveles de precarización, inseguridad laboral y que no son asistidos por el Estado? Esta pregunta se puso en agenda durante las últimas semanas con el debate sobre la necesidad de un Salario Básico Universal, en el marco de un país en el que los ingresos tuvieron una considerable pérdida del poder adquisitivo desde 2018.

Un informe del departamento de Capacitación y Estudios sobre Trabajo y Desarrollo (Cetyd) de la Universidad Nacional de San Martín (Unsam) califica dicha situación como la crisis de los “anteúltimos”. De allí derivan otras preguntas importantes: ¿Quiénes forman parte de este universo y cuántos son?

El trabajo de la universidad responde que son trabajadores de hogares pobres o que se encuentran apenas por encima de la línea de pobreza. También están por fuera de la cobertura de los convenios colectivos de trabajo, la protección de las organizaciones sociales o la contención del Estado. “Sus trabajos e inserción suelen ser precarias e inestables, mientras que en la última década atravesaron un proceso de empobrecimiento por la falta de contención. Entre las ocupaciones más frecuentes se destacan albañiles, carpinteros, gasistas, plomeros, pintores, trabajadoras domésticas y de limpieza, entre otras.”, explica el Cetyd.

La crisis de los "anteúltimos": sin empleo protegido, ni asistencia social o del Estado

Al repasar la estructura poblacional y analizar quienes están por fuera de las protecciones mencionadas, se puede ver que queda un universo de 10 millones de trabajadores. De ese conjunto, 1,3 millones son beneficiarios de programas sociales; 3,2 millones están inscriptos en el Registro Nacional de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (RENATEP). El resto entra dentro de los llamados “anteúltimos”.

Al dividir a la población en cinco, entre “los anteúltimos” (quintil 2) el 35% se encuentra en situación de pobreza. Por oposición, entre los grupos sociales mejor posicionados (quintiles 3, 4 y 5) no hay personas debajo de ese umbral. 

Además, se puede resaltar que en los últimos diez años se puede destacar que entre 2011 y 2021 sus ingresos perdieron 19% de poder adquisitivo. “Si bien en términos proporcionales la caída fue similar a la de los grupos sociales mejor posicionados, ellos tenían mucho menos margen para perder. Una caída de esa magnitud no tiene el mismo impacto entre los sectores más acomodados que entre quienes están apenas arriba o apenas debajo de la línea de pobreza”, afirmó la Unsam.

De todas formas, las pérdidas del poder adquisitivo también afectan hoy a todos los sectores de la economía, a pesar de que el empleo registrado crece desde hace 21 meses consecutivos: desde julio de 2020 hasta abril de 2022, último dato disponible del Ministerio de Trabajo. 

La crisis de los "anteúltimos": sin empleo protegido, ni asistencia social o del Estado

A su vez, durante el cuarto mes el número de trabajadoras y trabajadores con empleo asalariado registrado del sector privado resultó un 1,7% superior al nivel observado en febrero de 2020, mes previo a la irrupción de la pandemia de Covid-19 (que representan 101 mil empleos más). 

Sin embargo, el salario real volvió a caer en abril y quedó por debajo de 2019. “El sector privado registrado creció un 5,6% y el público un 2,7% (en ambos casos debajo del 6% del IPC). Si no afloja la inflación no va a haber paritarias que alcancen”, sentenció el director del Observatorio de Derecho Social de la CTA, Luis Campos. Entre 2017 y 2019 los salarios ya habían perdido cerca del 20%.

Tweet de Luis Campos

En ese marco, más allá del crecimiento del empleo, será fundamental recomponer los ingresos. El nivel de crecimiento de la economía está vinculado con la creación de puestos de trabajo, pero los niveles de ingresos determinan el consumo, que representa más del 60% del PBI

Argentina creció 10,4% en 2021 y el Gobierno espera que lo haga cerca del 4% este año. Mientras tanto, las actuales tensiones financieras y una inflación que podría acercarse al 80% según las estimaciones del mercado también conspiran contra la necesidad de sostener la recuperación y los ingresos.