La salida de la pandemia generó una aceleración mundial de la inflación, dinámica que está impactando a valores históricos en los países desarrollados y más aún en países con fuertes desequilibrios previos, como Argentina. La explicación se encuentra en la reactivación económica tras lo peor de la pandemia. 

En ese sentido, la presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, consideró en una conferencia de prensa brindada hoy que el alza de precios se convirtió en una de las preocupaciones más importantes en el mundo tras el coronavirus. Según afirmó, la "fase de elevada inflación" está durando "más de lo esperado" y prevé que va a bajar a lo largo de 2022.

En esa línea, la directora general del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kirstalina Georgieva, consignó en su última publicación para el organismo de crédito que la dinámica internacional de los precios recortó hace poco su pronóstico de crecimiento mundial a 5,9% para este año. “Las perspectivas son muy inciertas, y predominan los riesgos a la baja. Los niveles de inflación y deuda están creciendo en muchas economías”, escribió Georgieva. 

En tanto, la autoridad monetaria europea sostuvo que el grueso de la escalada inflacionaria se debe a los precios de la energía, además de la recuperación de la demanda por la reapertura de la economía, y el fin de la reducción temporal del IVA en Alemania. A su vez, Lagarde confirmó que se siguen de cerca dos fenómenos: los cuellos de botella en la producción y negociaciones salariales.

De todas formas, la funcionaria dijo que los atascos en fábricas y distribución irán deshaciéndose y los precios de energía relajándose de modo que la inflación irá moderando. El BCE elevó en septiembre sus proyecciones de inflación para 2021 al 2,2%, pero consideró que a medio plazo volvería a situarse por debajo del 2%: el 1,7% en 2022 y el 1,5% en 2023

Hoy la entidad, luego de su reunión mensual, decidió mantener sin cambios las tasas de interés en niveles mínimos así como el resto de sus instrumentos de política monetaria (que incluye un programa de emergencia pandémica de compra de bonos de 1,85 mil millones de euros hasta marzo de 2022).

La inflación está pegando fuerte en toda Europa, aunque los casos más significativos se están dando en España y Alemania. Ambos países registraron en octubre una aceleración de precios del 5,5% y el 4,5% interanual, respectivamente, las mayores cifras en casi tres décadas, con la electricidad representando el principal impulsor al alza de los precios.

En el caso español, el nivel es el más elevado desde septiembre de 1992, de acuerdo con una primera estimación publicada hoy por el Instituto Nacional de Estadística (INE) de ese país. La cifra, además, implicó una aceleración respecto de septiembre donde había marcado un 4%, lo cual constituyó un récord desde 2008 y supera la meta a mediano plazo del BCE (2,2%).

La inflación comenzó a impactar con dureza en el territorio europeo a partir de comienzos de este año (luego de un 2020 con valores negativos) de la mano del repunte en el consumo, los altos precios de la electricidad y los combustibles y los problemas en las cadenas de suministro globales. para el organismo público español, se destacan las “subidas de los precios de la electricidad, y en menor medida, los carburantes y lubricantes para vehículos personales y el gas”.

En ese sentido, si se tiene en cuenta la inflación subyacente (es decir, la tasa que no incluye a los alimentos elaborados ni a los productos energéticos) se situaría en sólo 1,4%, casi cuatro puntos por debajo del Índice de Precios al Consumidor (IPC) general, siendo la diferencia más grande entre ambos desde el comienzo de la serie en agosto de 1986.

España es particularmente vulnerable a los precios de la energía ya que es dependiente de las importaciones de gas para generar electricidad. Según cálculos de la agencia de noticias Bloomberg, el país sólo produce el 28% de la energía que consume, mientras que países como Francia y Alemania lo hacen en un 53% y 35%, respectivamente.

En cuanto a Alemania, su índice se situó 0,4% por encima del de septiembre en su nivel más alto desde octubre de 1993, en tiempos donde la reunificación había causado un “boom” de la demanda y la economía germana, según señaló hoy el instituto de estadísticas Destatis.

Pero en este caso el contexto es diferente: los precios resultaron afectados por los precios de la energía (que se incrementó en un 18,6% anual), así como la escasez de ciertos componentes en la industria, especialmente la automotriz, donde Alemania es el principal productor europeo.

Un ejemplo respecto de lo último es el caso de Volkswagen: hoy la automotriz alemana anunció que entre julio y septiembre el grupo entregó un 25% de autos menos que en el mismo periodo del año anterior, debido a la falta de semiconductores que la obligaron a detener varias veces las cadenas de producción, según la agencia de noticias DPA. Otro factor es la reducción temporal del IVA que dispuso el gobierno alemán durante el año pasado, que finalizó en enero de este año y genera, por tanto, un efecto de arrastre.