Uno de los principales limitantes para la economía argentina en los próximos años será la falta de dólares para financiar el crecimiento, en un contexto donde los pagos de deuda demandarán una gran cantidad de divisas. En ese marco, acordar con el Fondo Monetario Internacional (FMI) no pareciera ser un alivio definitivo ni mucho menos.

Actualmente el gobierno negocia con el organismo multilateral de crédito la refinanciación de la deuda por US$ 45.000 millones desembolsados durante los dos últimos años de la gestión de Mauricio Macri. Los perfiles de vencimientos, sólo contando los del organismo, son considerados “insostenibles” para los próximos años: US$ 19.100 millones en 2022, US$ 19.300 millones en 2023 y US$ 4.900 millones en 2024.

La maldición de la deuda: qué pagos deberá hacer Argentina en los próximos años

Tanto el FMI como el ministro de Economía, Martín Guzmán, aseguran que se está negociando un acuerdo de facilidades extendidas que implica un programa de 10 años, con cuatro de gracia y pagos iguales semestrales a lo largo de los seis años siguientes. Un informe del centro CIFRA de la CTA, realizado por Pablo Manzanelli y Daniela Calvo, muestra el complejo escenario de vencimientos en los próximos años.

Según detalló el estudio, en las condiciones actuales, sin una rebaja en los sobrecargos, si se empieza a pagar el capital de deuda en 2026 “la estimación de los vencimientos totales en moneda extranjera, incluyendo a los privados, se ubicaría en promedio en torno a los US$ 9.500 millones anuales en el período 2022-2025 y saltaría a US$ 22.000 millones en 2026-2031”.

Fuente: CIFRA
Fuente: CIFRA

Por otro lado, plantearon un escenario hipotético con un estiramiento en los plazos a 15 años, con 3 de gracia y son sobrecargos en la tasa de interés. “El perfil de vencimientos en moneda extranjera se reducirá en torno a los US$ 1.200 millones por año entre 2022 y 2024, y en alrededor de US$ 4.000 millones entre 2026 y 2031”, consignó el informe. 

Igualmente, los vencimientos resultan muy elevados entre 2025 y 2031 para un país que cuenta con poca disponibilidad de divisas y que debe financiar también la recuperación de la economía en un síndrome que los analistas llaman “la manta corta”. “Pone de manifiesto la pesada carga de vencimientos de la deuda a pesar de la reestructuración del año pasado con el sector privado”, dijo CIFRA.

Lo cierto es que las reservas netas cayeron a US$ 2.350 millones y el país enfrenta vencimientos por US$ 5.200 millones en el primer trimestre del 2022 sin contar el pago al Club de París. En esa cuenta queda expresada la carga de deuda impagable que dejó el Gobierno de Mauricio Macri y la demora que están llevando las negociaciones de la gestión de Alberto Fernández.

“En el medio, el FMI mira desde afuera, pero los incentivos a evitar que el país entre en atraso con el organismo de un crédito impagable chocan con la falta de cooperación que aparece frente a cómo encarar los desafíos que enfrenta la economía”, sostuvo la consultora Eco Go en su último informe. 

La maldición de la deuda: qué pagos deberá hacer Argentina en los próximos años

Tal como indicaron, los síntomas de los desequilibrios son: “1. una inflación en 50% anualizada, 2. una brecha cambiaria arriba del 100%, 3. y una violenta dispersión de precios relativos que coordinan una grotesca transferencia de ingresos entre sectores exportadores e importadores que tornan inviable el funcionamiento de la economía”.

“Detrás de los síntomas están: 1. el deterioro del balance del BCRA (sobran pesos en la economía y faltan dólares en las reservas), 2. y una tasa de interés de dólares de la deuda de corto plazo arriba del 20% (Riesgo País de 1.754 puntos básicos)”, añadieron.

Será fundamental para los próximos años que se lleve adelante una política exportadora que permita generar las divisas necesarias para pagar los compromisos en los próximos años. Si bien un arreglo con el FMI aliviaría la carga para la gestión del Frente de Todos, el próximo Gobierno sin importar color político, deberá rever nuevamente los perfiles de deuda para hacerla “sostenible” en el tiempo de no llegar a un esquema más sustentable.