Las reyertas dentro del Frente de Todos saltan de despacho en despacho. Y es que más allá de la polémica sobre quién fue el artífice de la lapidación de la oficina de la vicepresidenta durante la votación del acuerdo con el FMI en Diputados, el tema central en materia económica está dado por el debate en la coalición oficialista por el regreso de las retenciones.

Desde que el Instituto Patria filtró un borrador que establece un fuerte aumento de retenciones, las trincheras en el ministerio de Agricultura y la secretaría de Comercio Interior volvieron a cavarse. En rigor, el esquema que propone el kirchnerismo duro es poner retenciones móviles (como fue en 2008) y subirlas al trigo hasta un 100% durante 90 días.

La medida, que es bien vista por el secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, es rechazada por el ministro de Agricultura, Julián Domínguez. Pero la idea de la suba de retenciones ya impacta fuera de la interna política: La Comisión de Enlace de Entidades Agropecuarias manifestó la semana pasada un “férreo rechazo” al rumor que “Expoagro 2022”: la de una a posible suba del  2% para el complejo sojero (poroto, aceite y harina) y del 5% para el trigo y el maíz, que hoy pagan un 12% de retenciones. El borrador del Instituto Patria las fija en un 24%.

El problema es la energía, no la comida

La realidad es que toda la situación impactará de lleno en la secretaría de Energía que conduce Darío Martínez.  Y es que si la suba del precio de las commodities que exporta la Argentina como las oleaginosas y granos en el mundo producto de que el tercer y quinto exportador de trigo del mundo, Rusia y Ucrania, están en guerra, tiene efectos ambivalentes sobre las cuentas públicas del país, las suba del barril de petróleo, que hoy cotiza en torno de los 113 dólares, es destructivo para la economía local.

La cuenta es clara: este año las exportaciones agroindustriales podrían aumentar 4 mil millones de dólares, pero se necesitan casi 7 mil millones de dólares para sostener el déficit energético. De mínima, al país le faltan 2,4 mil millones de dólares para evitar el rojo .

Y como señalan los economistas de la Fundación Mediterránea “en términos fiscales, el impacto negativo se potencia, ya que los ingresos del Tesoro mejoran por aproximadamente un tercio del incremento de las exportaciones (por las retenciones), pero empeoran por más de dos tercios de las mayores importaciones, debido a la incidencia de los subsidios. Por ende, subsisten los interrogantes acerca del cumplimiento de la meta de déficit primario de 2,5 puntos del PIB en 2022”.

Para decirlo en criollo: si la guerra sigue y el petróleo continúa en falta, YPF deberá subir los precios de los combustibles y no se podrá cumplir con las metas que pide el FMI. Para empeorar las cosas, el gobierno debería subir más las tarifas, lo que impulsa aun mas la inflación, porque los aumentos de tarifas tienen efectos de segunda ronda ya que entran en la matriz de costos de las empresas y, por tanto, en la conformación de precios de bienes y servicios.

En Europa ya dan por sentado que el estándar de vida de los europeos se verá seriamente afectado con un barril Brent a 113 dólares: los economistas hablan que el poder adquisitivo de los españoles, por ejemplo, caería un 10%. Y si sube por encima de los 130 dólares el barril, cerca de un 20%. Datos que los economistas del Frente de Todos miran con alarma en un país con 40% de pobres y en donde se juega, a través de la inflación, el futuro de la alianza de Gobierno.