Transcurrieron poco más de dos semanas de las elecciones legislativas, y contra lo que contemplaba gran parte del mercado, la política cambiaria no mostró grandes cambios -tal como había reiterado hasta el hartazgo el Gobierno que no iba a devaluar-, aunque sí podemos destacar un par de novedades, que tuvieron el sólo propósito de resguardar las frágiles reservas internacionales.

El Banco Central, por un lado, dejó de usar reservas para sostener el tipo de cambio financiero que, previo al 14N operaba $15 debajo del blue, y $10 por arriba del dólar ahorro. En las últimas semanas, la cotización del dólar contado con liqui superó al blue, y cerró el mes $38,50 por arriba del dólar solidario. Esta jugada eliminó la denominada brecha de la brecha”, y ahora casi no hay grieta entre el dólar financiero que se consigue a través de los bonos más líquidos (Bonar 2030, que culminó noviembre a $214,15), y el resto de los tipos de cambio llamados “libres” (con el resto de los bonos, acciones o Cedears, que terminaron alrededor de $215,50).

Las tres señales que anticipan un verano caliente para el dólar

Por otro lado, la autoridad monetaria flexibilizó la semana pasada el cepo para las pymes que importen de bienes de capital (de hasta u$s1 millón con pagos anticipados de hasta 270 días). Además, dispuso que aquellos bancos que tengan una posición global neta con excedente de divisas deberán venderlas (del 4% al 0%, y refiere a dólares de los propios bancos, no de ahorristas, como se viralizó de forma irresponsable este fin de semana y que obligó al BCRA a emitir un comunicado al respecto). En tanto, la decisión que generó más ruido fue la de prohibir el pago en cuotas para la compra de vuelos o paquetes en el exterior.

Ahora bien, a la espera de que el Gobierno presente en unos días el anunciado plan plurianual, que incluirá algunos entendimientos con el FMI en el marco de las dilatadas y complejas negociaciones por la deuda de u$s45.000 millones que contrajo la administración macrista, en estos más de 15 días se fueron deteriorando algunas variables clave, que pueden anticipar un verano caliente -uno más- para el dólar.

Las tres señales que anticipan un verano caliente para el dólar

Reservas en mínimos desde mayo

En poco más de tres meses, y tras el envío de los Derechos Especiales de Giro (DEGs) por parte del FMI equivalentes a u$s4.335 millones, las reservas brutas acumulan una baja de 10,3% o u$s4.768 millones, para ubicarse actualmente en u$s41.549 millones, el menor nivel en más de seis meses.

Pero lo que mira el mercado con atención es el nivel de las reservas netas (cifra que surge al restar los encajes de los depósitos en dólares, el swap con China, préstamos con organismos internacionales), que se ubican actualmente en torno a los u$s4.000, según estimaciones de analistas. Pero no solo preocupa la dinámica de los activos del BCRA, sino también y, sobre todo, de qué forma se afrontarán los próximos vencimientos en moneda extranjera, a la espera de una mayor oferta de divisas desde el campo durante diciembre.

Para lo que resta de 2021, los vencimientos serán mayormente cancelados con DEGs (se pagarán unos u$s1.900 millones al FMI), pero es el inicio del próximo año el que traerá mayor presión sobre las reservas: en enero vencen u$s746 millones de capital e Intereses de bonos y letras del Gobierno Nacional, y se le pagarán otros u$s740 millones al FMI que dejarán la cuenta de DEG en cero.

“A partir de febrero, todos los servicios de deuda que no puedan refinanciarse deberán cubrirse con reservas internacionales. Entre febrero y marzo, se le deberán pagar u$s3.245 millones al FMI y u$s670 millones a otros multilaterales, además de caducar el 'período puente" acordado con el Club de París para regularizar los servicios de deuda con el organismo (u$s2.000 millones). Es difícil pensar en un escenario en el que el gobierno pueda afrontar estos pagos sin llegar a un acuerdo con el FMI”, describió Lorena Giorgio, economista jefe de Equilibra. En tanto, el economista Gustavo Ber advirtió a este medio que “el drenaje de reservas no se detiene, es preocupante y se están llegando a niveles que anticipan definiciones a corto plazo”.

Brechas de hasta el 113%

La diferencia entre el dólar mayorista (cerró el mes a $100,96, 1,2% más que a fines de octubre), y los dólares financieros (entre 200,70 -MEP- y $214,15 -CCL-) se amplió del 80%, hasta un máximo de 113%, un nivel muy lejos de ser sustentable en el tiempo para el normal funcionamiento de la economía, dado que estimula el adelantamiento de las importaciones, y retrasa los ingresos de las divisas.

El consenso del mercado es que una reducción de la brecha está vinculada indefectiblemente mucho más a una suba del dólar oficial, que a una baja de los paralelos, por más que éstos se encuentren actualmente en valores históricamente altos. Una buena noticia para el gobierno es que en diciembre se inicia la liquidación de la cosecha fina, y fuentes del BCRA, estiman ingresos de divisas del orden de los u$s3.500 millones, claves para engrosar el alicaído poder de fuego de la autoridad monetaria, que vendió en noviembre u$s890 millones. 

“La cosecha fina, que se desarrolla entre diciembre y febrero, viene muy bien. Pero la cuenta de turismo, como vimos, parece que amaga con llevarse todas las divisas, y más, que traiga el trigo. El mercado hace las cuentas y por ahora apuesta por una devaluación entre diciembre y enero, que es donde más está concentrado el open interest del ROFEX”, remarcaron desde Econviews.

Las expectativas de devaluación también se habían instalado para fines de este mes, pero el BCRA logró mantener su estrategia de suba mensual del dólar en torno al 1%. De hecho, el contrato de noviembre dejó una ganancia para el BCRA de $4.500 millones, al no concretarse el salto devaluatorio con el que especuló el mercado. En el acumulado del año, la utilidad de la autoridad monetaria en este mercado asciende a los $19 mil millones.

Las tres señales que anticipan un verano caliente para el dólar

Depósitos en dólares a la baja, más fake news

Antes de la noticia falsa que se viralizó en estos días sobre la supuesta implementación de un corralito encubierto a partir de diciembre, y que obligó al BCRA a difundir un comunicado explicando de que no existe riesgo de tal suceso, y se percibía cierto goteo a la baja en los depósitos en dólares del sector privado.

Hasta el 25 de noviembre, último dato disponible, se ubicaban en u$s15.785 millones, unos u$s390 millones menos que un mes atrás. Más allá de eso, la fake news provocó una aceleración de la salida de depósitos (algo que se verá en qué dimensión la próxima semana). Según pudo saber Data Clave de fuentes del mercado, entre las causas de la fuerte baja de reservas del último día de noviembre (u$s 489 millones) aparece el “retiro de los bancos”, junto con la caída en la cotización de oro y de las monedas que componen los activos internacionales, sumado a las ventas en el mercado del BCRA (u$s135 millones).

Hacia adelante, la consultora Equilibra advierte que la estacionalidad de fin de año es una incógnita: “el actual stock está prácticamente en línea con el cierre de diciembre de 2020, cuando los depósitos habían crecido u$s1.255 millones en un mes, favorecidos por estar exentos del pago de bienes personales. Pero este año las regulaciones impositivas fueron modificadas, y no queda claro si volverá a registrarse la `estacionalidad positiva´ de los depósitos en dólares a fin de año”.

Las exenciones impositivas regirán en la medida que los depósitos hayan permanecido en el patrimonio del contribuyente, como mínimo, durante el 75% del año calendario correspondiente al período fiscal por el que se declaren. Es decir que ya no implica un beneficio impositivo el hecho de depositar dólares en diciembre y retirarlos en enero.

Sin embargo, se estableció como excepción que la exención regirá aun cuando no se cumpliera el plazo anterior, sólo si los depósitos se mantienen, al menos, desde el 1 de diciembre hasta el 31 de mayo siguiente, inclusive, recordó el informe de Equilibra. Estamos entonces frente a dos posibilidades: que se disipe la estacionalidad positiva de diciembre (y, por lo tanto, que el goteo de depósitos persista), o bien que se extienda hasta mayo favoreciendo a las reservas brutas.

Estas son apenas algunas variables locales -la del nivel de reservas la más relevante-, que mantienen la tensión sobre el mercado de cambios, a la espera de que llegue el tan esperado proyecto plurianual, de cara a un acuerdo con el FMI, que deberá también conseguir el aval de la oposición en el Congreso. El mercado por ahora pone varios mantos de duda al respecto, lo que se refleja en el nivel del Riesgo País, que superó este martes los 1.900 puntos, y tocó un nuevo máximo desde el canje de la deuda con privados en septiembre de 2020, pero nada se descarta, teniendo en cuenta la compleja situación financiera de Argentina.

Las tres señales que anticipan un verano caliente para el dólar

“Si se logra un acuerdo serio con el FMI, con la normalización del mercado de cambios que implica necesariamente una corrección de oficial, ya que hay una brecha demasiado alta, eso empieza a actuar en expectativas, lo que podrá mejorar la demanda de pesos. Pero más que el acuerdo con el FMI en sí, lo que importa es el contenido, porque si solo se patean vencimientos para adelante, puede pasar lo mismo que pasó el año pasado y este tras el acuerdo con los bonistas”, comentó Gabriel Caamaño, de la consultora Ledesma.

Para Camilo Tiscornia, director de C&T Asesores Económicos, que haya mayor o menor presión sobre el dólar “depende del supuesto acuerdo con el FMI, pero todavía no hay detalles en qué consiste; no está claro quiénes lo van apoyar, porque la Vicepresidenta se corre, el Presidente dice que sí, pero no le gusta, le echa la culpa a la oposición, ésta a su vez, dice que la situación es culpa del gobierno actual. Es todo un tema político, pero desde ya que no contribuye a la situación actual”.

Por último, no se deben soslayar las condiciones internacionales, que se vienen deteriorando en las últimas semanas, y más aún con la aparición de la nueva variante de coronavirus, ómicron, que podría afectar la recuperación de la economía mundial. Pero además las declaraciones del presidente de la Fed, Jerome Powell, apuntando a acelerar el ritmo de retiro de estímulos y a dejar de usar la palabra “transitoria” para describir la inflación complejizan aún más el panorama, dado que una suba de tasas podría llegar más temprano que tarde.

“Si esto deviene en menor crecimiento al esperado, va a repercutir menos commodities y eso va a complicar mucho a la Argentina, porque el movimiento del dólar depende también del flujo de divisas hacia el país y ese flujo hoy está muy condicionado por lo que pase con las exportaciones y, por lo tanto, las materias primas”, finalizó Tiscornia.