Llevar el pan a la mesa se puede volver una misión muy difícil para las familias argentinas, en un contexto de salarios en niveles bajos y poco consumo. En este momento, esa es la principal preocupación que tiene el Gobierno: “desacoplar” los precios locales de los internacionales, en medio de la disparada de las materias primas por la invasión rusa en Ucrania.

Ambos países representan cerca del 30% de las exportaciones mundiales de trigo, por lo que no es casualidad la disparada en los precios internacionales. En concreto, el efecto en Argentina es un arma de doble filo: mayor ingreso de dólares y recaudación, por un lado, y presión en los valores de los alimentos que pagan los consumidores finales.

Este tema viene ocupando a la Secretaría de Comercio Interior que conduce Roberto Feletti desde el año pasado. No sólo el pan, también los fideos y otros alimentos de consumo masivo están afectados. La suba en las commodities es algo que comenzó con la “salida” de la pandemia, pero que se profundizó con el conflicto bélico en el este de Europa

Antes de ese suceso, el funcionario se había reunido con molineros y panaderos para acordar valores de referencia al kilo de pan. Los panaderos se comprometieron a que, si las molineras mantenían su precio, el precio se movería en un rango de entre $220 y $260. La bolsa de harina costaba cerca de $1.300.

“Después de un par de semanas, las molineras llevaron el precio de la bolsa de 25 kg de entre $2.000 y $2.5000”, comentó a Data Clave el presidente de la Federación Panaderil de la provincia de Buenos Aires, Raul Santoandré. Ante esa situación, el panadero comentó que hay panaderías que llevaron el pan a $300 o $320 el kilo por la suba de su principal materia prima que representa el “23% de su costo de producción”.

Otro empresario panadero de la provincia de Buenos Aires dijo a este medio que también están teniendo problemas de abastecimiento. “Hay molineras que no te sueltan la bolsa de 25 kg ni siquiera a $2.500”, resaltó.

Por otro lado, el panorama luce difícil cuanto menos entre las pretensiones del Gobierno por frenar el precio del pan. A principios de abril, los panaderos se sentarán a negociar paritarias con los sindicatos, algo que tendrá efecto en el valor final del pan y los demás productos que se comercializan.

“El problema lo tenemos que solucionar ayer, no mañana. Estamos hablando de algo tan básico como el pan, pero lo mismo pasa en el caso de las facturas, donde además se suma el costo de la manteca y el huevo, que subió muchísimo en las últimas semanas”, apuntó Santoandré.

La preocupación por este tema llevó al Gobierno a analizar la posibilidad de incrementar las alícuotas por las retenciones de granos, medida que finalmente se descartó públicamente ayer por varios funcionarios y el ministro de Economía, Martín Guzmán, a la cabeza. 

Sin embargo, lo que no se descartó es la suba del diferencial que pagan el aceite y la harina de soja, de 31%, con el que se abona por el poroto de la oleaginosa, de $33%. La medida de bajar las alícuotas a esos productos que tienen encima un proceso de producción se había tomado para incentivar el procesamiento de la soja local.

Desde el Gobierno explicaron que subir las retenciones al trigo tampoco sería efectivo, porque la cosecha prácticamente está vendida por completo y, en el caso de los productos de soja recién comenzaron a venderse

Con esos ingresos extra, que los analistas estiman de entre US$ 400 y US$ 450 millones, se podría financiar la compra de trigo por parte del Estado o algún mecanismo similar a los fideicomisos que subsidien el precio local del trigo hasta fin de año. La medida podría anunciarse el jueves o viernes de esta semana, o a más tardar los primeros días de la próxima.

El debate hacia dentro del Gobierno sobre cómo enfrentar este tema comenzó el año pasado con el conflicto por las restricciones para importar carne. Ahora, el presidente Alberto Fernández instruyó a su ministro de Agricultura, Julian Domínguez, a negociar con las molineras para poder llegar a una solución satisfactoria. No hay margen político para un conflicto con el campo.

A su vez, a fines de marzo, vence el programa Precios Cuidados. Hay un temor oficial porque la suba en la harina pueda incluir en algunos productos incluidos en el programa. Comercio Interior ya comenzó charlas con los productores de alimentos, quienes tienen pensado llevar a la mesa de negociación incrementos superiores al 2% mensual pactado en enero.

Mientras tanto, el Indec dará a conocer esta tarde la inflación de febrero que los analistas ubican cerca del 4% con una incidencia cada vez mayor de los alimentos que no son frescos, es decir, de consumo masivo. Para marzo, con el alza de combustibles, tarifas y el pleno impacto en alimentos, la inflación tendrá el mismo porcentaje de febrero pero como “piso”.

El tope que puso el Gobierno para este año es del 48%, cifra muy difícil de alcanzar en un contexto internacional que presiona y uno local en el que la corrección de desequilibrios pegará de lleno en los precios. Los salarios, deberán correr de atrás por quinto año consecutivo.