El dato de inflación de diciembre pasado, que alcanzó el 4% -el nivel más alto en todo 2020-, confirmó al menos dos realidades, que ya se venían erigiendo en los últimos meses: por un lado, que la suba excesiva de precios será uno de los grandes desafíos en 2021 para la política monetaria y fiscal; y por otro lado que, por tercer año consecutivo, los salarios perdieron frente al IPC, más allá de que aún restan confirmar datos oficiales sobre remuneraciones de fin de año. 

"En 2020, los salarios volverán a caer en términos reales, algo esperable dado el contexto”, remarcó un informe del Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV).

Tras el profundo deterioro de esos dos años, la actual administración apenas asumió, hace poco más de 13 meses, proyectaba para 2020 un aumento en el salario real de todos los sectores, algo que se evidenció a partir de los incrementos iniciales registrados entre diciembre de 2019 y marzo de 2020.

Sin embargo, a partir de abril, con la irrupción de la pandemia del Covid-19 y las sendas restricciones para intentar frenarla, la dinámica salarial retomó el sendero de caída que se extendió hasta octubre pasado. Dada la gravedad de la situación productiva, muchos gremios aceptaron incluso cobrar un porcentaje menor al del salario de convenio a cambio de mantener los puestos de trabajo.

Ya con la reapertura de la economía, y algunos acuerdos paritarios del sector privado, recién en el décimo mes del año pasado, las remuneraciones promedio de los trabajadores (+4,1%) doblegaron a la inflación (3,1%), un hecho inédito desde el inicio de la pandemia.

“Con los datos de octubre pasado, se observa cierta estabilización, principalmente en el sector privado no registrado (que ha sido el segmento más afectado en términos salariales), que puede explicarse por la reactivación en la economía informal luego de los distintos confinamientos. El resto de los salarios, continúan por debajo de la inflación (una parte de las paritarias vienen cerrando por encima y otras por debajo de la inflación que va a cerrar en torno al 35,5% el 2020)”, señaló la UNDAV.

Bajo el actual escenario, hasta octubre pasado el salario del sector privado registrado acumulaba una contracción real del 1,6%, el del sector público evidenciaba una caída real del 6,2%, el del sector privado no registrado sufría una merma del 6,9%, mientras que el total de las remuneraciones de la economía se retraían un 4% en términos reales. Es, de todos modos, mucho menos a lo disminuido en los dos años previos, entre otros factores, producto de las medidas de contención de los ingresos (ATP, IFE, créditos al 24%, préstamos a tasa cero para monotributistas, entre las más relevantes) y por la reducción de la inflación, que terminó 2020 (36,1%), unos 17 puntos porcentuales debajo que la registrada en 2019 (53,8%), a pesar de las presiones cambiarias que se recrudecieron entre septiembre y octubre.

Si se añade el deterioro sufrido en 2018 y 2019 y se proyecta el retroceso que habrá en el último bimestre del año, los salarios reales habrán caído más de un 26%, según cifras del Estudio de Orlando Ferreres.

La apuesta oficial pasa ahora por la recuperación de los salarios reales a partir de 2021, acompañando el rebote de la economía post-pandemia, en un año marcado además por los comicios legislativos, un dato no menor con todo lo que significa una cita electoral en nuestro país (caída del salario real conspira con las aspiraciones electorales de cualquier oficialismo).

Más allá de las pretensiones del Gobierno, ¿será distinto esta vez y los salarios cortarán la mala racha frente a la inflación? Las respuestas de varios analistas consultados por Data Clave apuntan a un desenlace afirmativo en términos generales (seguramente no será igual para todos los sectores), por varios motivos: entre ellos, las expectativas de reactivación de la actividad, el fuerte deterioro acumulado en tres años que le pondría un piso, paritarias retrasadas, la regulación tarifaria, y del tipo de cambio, etc. Aunque aparecen algunas amenazas en el horizonte, como eventuales complicaciones con la pandemia, o incluso las insoslayables y recurrentes presiones cambiarias.

Para Matías Rajnerman, economista jefe de Ecolatina, "este año los salarios le pueden ganar a la inflación. Pero para que eso suceda existe un tema clave: que no se profundice una segunda ola de Covid-19. Si eso sucede será muy difícil que haya un crecimiento del salario real".

"En términos generales, existen tres grandes factores por lo que los salarios le pueden ganar al índice de precios. En primer lugar, porque las remuneraciones vienen perdiendo hace mucho tiempo y en algún momento le tienen que ganar al IPC. Las caídas no pueden durar indefinidamente y en ese marco es probable que 2021 sea el año de la reversión", agregó el economista.

"En segunda instancia, el año pasado por el coronavirus muchos sindicatos acordaron cobrar un porcentaje del salario de convenio a cambio de la estabilidad de los puestos de trabajo. Eso baja la base de comparación y este año podría ayudar “artificialmente”, por decirlo de alguna manera, al crecimiento del salario" dijo.

"En tercer lugar, está la cuestión cambiaría. Si el dólar se descontrola y hay una devaluación los salarios no van a ganar, pero si el dólar sigue estable, que es un poco la apuesta del gobierno de cara a las elecciones, ahí sí podríamos tener un incremento del salario real", finalizó Rajnerman.

Por su parte, Nicolás Pertierra, economista jefe del Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (CESO) aseguró que "para que la economía pueda reactivarse este año se necesita que pasen dos cosas: que la asistencia del Estado a los sectores más golpeados no se levante antes de tiempo y que los salarios puedan tener una recuperación por encima de la inflación. Si esas dos cosas fallan, no va a haber una demanda que pueda sostener la recuperación".

"Desde agosto/septiembre, cuando empezaron a levantarse las restricciones en muchos sectores y las fábricas volvieron a funcionar, la gran incógnita es saber si esa producción que se retornó encontrará o no una demanda del otro lado del mostrador, porque sin esa demanda se pincha el proceso de recuperación y por ende la producción", aportó.

"Está claro que la recuperación no puede darse en todos los sectores por igual. Sectores productivos que estén vinculados al comercio exterior con un tipo de cambio competitivo y que hayan continuado con la exportación, como los de los productos primarios, o el sector financiero, construcción, etc. que tuvo un repunte en su actividad, no es lo mismo que turismo, eventos públicos y esparcimiento que siguen muy golpeados. Ahí la recuperación salarial va a ser heterogénea, pero la regla debería ser que en los sectores que durante 2020 se hayan sostenido, se convalide en 2021 una recuperación salarial en términos reales", culminó Pertierra.

Finalmente Data Clave consultó a analistas de Econviews, consultora que dirige Miguel Kiguel. "Las paritarias 2020 se vienen acordando con aumentos pautados para el verano 2021, pero con la visión de reabrir la negociación en el primer o segundo trimestre del año. Por ejemplo, los empleados de alimentación obtuvieron aumentos de 32% en noviembre que se ejecuta escalonadamente hasta marzo y luego se reabre la paritaria ese mismo mes. Los petroleros consiguieron 31% en octubre, pero en marzo abren de nuevo. Metalúrgicos aún no tienen fecha, pero obtuvieron 40% en diciembre", sostuvieron las fuentes consultadas

Al referirse a la relación dólar-salarios, desde Ecoviews dijeron: "Si nos guiamos por las estimaciones del mercado para el valor del dólar, tenemos dos fuentes. La mediana de las respuestas del REM dice que el dólar va a cerrar cerca de 126 pesos, es decir 50% de aumento respecto de diciembre 2020. Si miramos las cotizaciones del mercado la devaluación implícita en los precios de los bonos viene fluctuando entre 57 y 60% en los primeros días de enero. Estimar salarios nominales es más difícil, pero en año de elecciones y con paritarias 2020 tardías, el nivel de aumentos difícilmente baje del 50% en el sector privado".

Obviamente, el Gobierno tiene incentivos para fomentar paritarias generosas en un año eleccionario. Cuanto más se reprima la inflación, podrá encontrar una nominalidad más tranquila, pero viendo la dinámica de diciembre todo apunta a cifras más altas. Si bien la inflación terminaría en 52%, la interanual será más cercana a 55% en el invierno, lo que haría insostenible políticamente bancar “paritarias light”.