Si bien pocos creen en los encuestadores luego que en la primera vuelta pifiaron las previsiones sobre el triunfo de Lula da Silva, ningún sociólogo en Brasil afirma que Jair Bolsonaro ganara la elección presidencial a Lula. Pero lo que sorprende a todos los especialistas es que este resultado se daría a pesar de que la economía de Bolsonaro está creciendo al 2,3% en 2022 y terminará con deflación trimestral y una inflación anual del 6,2%.

Así las cosas, el país más grande de la región decide hoy su rumbo ideológico y los sondeos de las cuatro consultoras más grandes de Brasil (Datafolha, IPEC, Atlas y Quaest) todas dan ganador a Lula por más de cuatro puntos de diferencia, con un Lula con 52% y un Bolsonaro que tendría entre 45 y 48%.

Pero el posible triunfo de Lula, con una economía brasileña en pleno desarrollo y que para  2023 anticipa una inflación que se reduce al 5% anual, y una actividad que se desacelera y crece sólo un 1%, hablan de que el votante latinoamericano no solo elige con el bolsillo.

Está situación desconcierta a los analistas del FDT y JXC, quienes aceptaban hasta hace unos meses como verdad revelada el apotegma de Perón que sostiene que "el músculo más sensible del hombre es el bolsillo", y augura el regreso seguro el año que viene a la presidencia de JXC, en el marco de una Argentina con el 100% de inflación estimado para este año y casi tres dígitos también para 2023.

Lo cierto es que gane Bolsonaro o Lula, Brasil seguirá siendo el principal socio comercial de Argentina, con una  relación cada vez más deficitaria para la Argentina. Así lo muestran los números de septiembre, donde el déficit comercial bilateral acumulado en lo que va de 2022 fue de USD 2.185 millones ( en igual período de 2021 había sido de USD 599 millones, es decir que el rojo comercial se multiplicó casi por 4), producto de importaciones que aumentaron 36% anual y exportaciones que lo hicieron al 19%.

Sostienen en el FDT que el triunfo de Lula es imprescindible para el proyecto de la alianza peronista, ya que el triunfo de Ignacio Lula Da Silva es necesario simbólicamente para empujar políticamente a todas las fuerzas de centro izquierda de Sudamérica, pero también por el abanico de posibilidades que le abre a la Argentina. Pero los más cautos en el equipo del ministro de Economía Sergio Massa recuerdan que este año el rojo comercial bilateral continuará  ampliándose, pudiendo cerrar 2022 con un déficit bilateral en torno a USD 2.800 millones, apenas 20% por debajo al déficit promedio histórico de USD 3.500 millones entre 2004-2018. Y que si gana Lula, por el reingreso de Brasil al mundo, esto podría empeorar.

Tampoco tranquiliza a los economistas de JXC la sorpresa de un triunfo de Bolsonaro, ya que si el militar brasileño se queda en el ejecutivo, el nuevo ciclo político y económico que iniciaría Brasil tendrá un impacto decisivo en la economía argentina y en las empresas con negocios bilaterales, que creen que lo primero que podría hacer Bolsonaro es una leve devaluación del real brasileño y una nueva reducción impositiva para empresas, una nueva ola de privatizaciones y una liberalización mayor para el giro de dividendos en dólares para las grandes empresas a sus casas matrices . Esto volvería aún más atractivo al país vecino para las multinacionales, jaqueadas en Argentina por una facturación en pesos que cada vez devalúa más sus operaciones y con un cepo al dólar que complica sus importaciones para producir y el giro de dividendos fuera de la Argentina. Un combo más que deprimente que hace  mucho más atractiva a Brasil si gana Bolsonaro, pero también si gana Lula.