Era otro país y otro el mundo. La idea era “Campora al Gobierno – Perón al poder”. Así el Frente Justicialista de Liberación (FrJuLi) se había impuesto en las elecciones de 1973 y Héctor Cámpora asumió el 25 de mayo como Presidente. 

De inmediato, y por “pedido” de Juan Domingo Perón, Cámpora impulsó un inédito Pacto Social, gestionado por el ministro  de Economía, José Ber Gelbard, el cual fue firmado en junio de ese año por la Confederación General de los Trabajadores (CGT) y la de los Empresarios (CGE) y el gobierno.  

El Pacto tenía tres objetivo principales: alcanzar una participación de los asalariados del 40-50% del ingreso nacional, en cuatro años; reducir la alta inflación, que rondaba el 30% y consolidar el crecimiento económico de una nación que importaba bienes intermedios para terminarlos en el país.  

A diferencia de ahora, muchas empresas “estratégicas” estaban en manos del Estado, como Somisa, productora de acero, o Aluar, de aluminio, una Junta Nacional de Granos y otra de Carnes, que competían con las compañías privadas a la hora de exportar, además de YPF, y todos los servicios como electricidad, gas y telefonía. 

Es decir que mañana, a la hora de “negociar”, Beliz no tendrá a otros funcionarios del Estado sentados en frente, sino a una mayoría de empresarios, varios de ellos, representantes de multinacionales. 

Y a diferencia de 1973, cuando se proponía una “Inflación cero”, esta vez la meta es más modesta, lograr un 30% este año, frente al 36,1% del 2020. 

El congelamiento de precios de 1973 duró poco. La crisis del petróleo generó una suba de precios a nivel mundial que impacto en los valores de los insumos que importaba Argentina, a la que se sumó el endémico problema de déficit fiscal del Estado argentino. 

Si bien el congelamiento de salarios pactado por la CGT impidió que la inflación estallara por los aires durante ese año, el “corset” sobre los precios de los productos hizo que comenzaran a desaparecer varios productos de los almacenes del barrio, en una época en que casi no había grandes supermercados.  

Comenzaron los faltantes y el “racionamiento” por el cual se podía comprar un paquete de harina, o de azúcar, o una botella de aceite, por familia. 

En 1974 la situación económica, política y social del país se fue deteriorando como se deterioró la salud de Perón, quien murió el primero de julio. 

Muerto Perón, nadie podía morigerar la disputa entre precios y salarios que se desató, al tiempo que el déficit fiscal trepaba. Todo estalló por los aires 11 meses más tarde, el 4 de junio de 1975, cuando el ministro de Economía, Celestino Rodrigo, "sinceró" las variables, con una devaluación del 150 % del peso en relación al dólar comercial, un aumento promedio del 100% en el precio de todos los servicios públicos y transporte y de hasta un 180 % de los combustibles. Como contrapartida, anunció un aumento del 45 % de los salarios. 

Desabastecimiento 1975. Gobierno de Isabel Perón