Un informe del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (IDESA) concluyó que en el ingreso de los sectores más pobres, 3 de cada 4 pesos provienen de ingresos laborales y no de la asistencia social. Por eso, destacaron, “para bajar la pobreza es más importante mejorar la calidad de los empleos y reducir la inflación que expandir planes”.

El trabajo consignó que en el segundo trimestre del año pasado, cuando comenzó el confinamiento estricto por la pandemia, había 3 millones de ocupados informales menos, considerando como tales a empleados “en negro” y “cuentapropistas”. Como la informalidad está muy asociada a la pobreza, era previsible que en la primera mitad del 2020 la incidencia de este flagelo superara el 40%

Ya en el segundo trimestre de este año, relajamiento de las restricciones de por medio, el reporte detalló que se recuperó todo el empleo informal que se había perdido durante lo más duro de la cuarentena. Sin embargo, la incidencia de la pobreza en la primera mitad de este año se mantuvo por encima del 40%, tal como indicó el INDEC.  

Para Idesa, es llamativo que en 2019 la pobreza finalizó en 35%, cuando había muchos menos planes asistenciales. Según repasaron, ese año había 4,2 millones de Asignaciones Universal por Hijo (AUH), mientras que hoy hay 4,4 millones; el Ministerio de Desarrollo Social repartía 625 mil beneficios alimentarios, ahora reparte 1,7 millones de tarjetas alimentarias; el mismo Ministerio entregaba 775 mil planes a organizaciones piqueteras, cuando actualmente son más de 1 millón a través del programa Potenciar Trabajo

“Sorprende que se multiplicaron los planes asistenciales pero la marginalidad social, no sólo que no cede, sino que aumenta”, apuntó el instituto. Con el objetivo de dar respuesta a esa dinámica, el estudio analizó los datos sobre distribución del ingreso del INDEC. 

Lo primero que se desprende al observar los datos entre los hogares de más bajos ingresos es que el 73% de los mismos derivan de una actividad laboral, mientras que el otro 27% provienen mayormente de asistencia social. “En 2019 se observaba una distribución similar, ya que los ingresos no laborales representaban 28%”, agregó el informe .  

“Estos datos muestran que 3 de cada 4 pesos de los ingresos de los pobres provienen del trabajo. Solo un cuarto de sus ingresos viene de la asistencia social”, concluyó IDESA. Por otro lado, mencionaron que el asistencialismo fue transitoriamente importante para los pobres durante el 2020 durante el aislamiento social, “que los privó de salir a trabajar”

De todas formas, ya este año, el relajamiento de las restricciones hizo que ese segmento poblacional vuelva al mercado laboral, “la fuente principal de ingresos de los pobres vuelve a ser el trabajo”

El estudio señaló que aún cuando los pobres recibieran mayores ingresos asistenciales, el ingreso total les aumentaría poco porque la mayor parte de sus ingresos proviene del trabajo. En el mismo sentido, consideraron, esta realidad también relativiza la idea de que el asistencialismo induce a la gente a no trabajar. “Los datos sugieren que la mayoría de los pobres que reciben ayudas asistenciales se incorporan al mercado laboral, cuando tienen oportunidades de hacerlo”, sentenciaron. 

“Por eso, en un contexto en el que la inflación supera el 50% anual, si el aumento de gasto asistencial es con más emisión monetaria (que exacerba la inflación), lejos de ayudar a los pobres se los termina perjudicando aún más. El aumento de ingresos que llega a través de los planes asistenciales nunca va a compensar la pérdida por licuación que les produce la inflación en los ingresos laborales”, afirmó el trabajo.

La otra conclusión del instituto es que la vía más directa para reducir la pobreza, además de reducir la inflación, es aumentar la cantidad y calidad de los empleos y la empleabilidad de los pobres. Para ello, solicitaron, “es clave modernizar la legislación laboral y tributaria induciendo más inversión y facilitando la generación de nuevos empleos de calidad”

Por otro lado, IDESA explicó que un paso importante sería asegurar que los niños y jóvenes de las familias pobres tengan educación pública de calidad y terminen la secundaria. “En lugar de seguir insistiendo con el asistencialismo, que no tiene capacidad para bajar la pobreza y menoscaba la dignidad de las personas, es crucial avanzar en modernizar la legislación laboral e impositiva y la educación del Estado”, finalizó el informe.