En la irremediable historia inflacionaria argentina, muy pocas veces han confluido los guarismos sobre la suba generalizada y sostenida de precios que suelen estimar, por un lado, los gobiernos de turno, y por otro, los analistas privados. Pero 2021 tiene la peculiaridad de que la brecha entre lo que proyecta el Ministro de Economía, Martín Guzmán, cifra incluida en el Presupuesto de este año, y lo que pronostica el mercado, es más amplia que de costumbre: unos 20 puntos porcentuales separan al 29% oficial, del 50% en promedio que calculan los economistas.

Por un lado, bien sabido es que un objetivo clave en la política económica del Gobierno es reducir la inflación este año, que terminó el 2020 recalentándose (3,7% en promedio en el último trimestre), y que comenzó el 2021 de similar manera. “La inflación la atacamos de forma integral, se usan múltiples instrumentos de política económica. Es un fenómeno multicausal. Buscamos que se vaya reduciendo 5 puntos porcentuales, aproximadamente, año a año”, dijo recientemente el ministro de Economía, que busca casi todos los días coordinar expectativas. De allí, su preocupación en varios frentes de forma simultánea: dinámica de la suba del dólar oficial, brecha cambiaria, precios internacionales de los commodities y su impacto en alimentos y tarifas de servicios públicos.

Ante estas fuentes inflacionarias, el oficialismo decidió desacelerar el ritmo de depreciación del tipo de cambio oficial en febrero (el propio Guzmán dijo que se apunta a una pauta de devaluación en torno al 25% en 2021); coordinar precios y salarios a través del Consejo Económico y Social (mantiene reuniones con empresarios, y sindicalistas); dialogar con la Mesa de Enlace (por ahora se descartó suba de retenciones, a cambio frenar el impacto de commodities en alimentos); extender el congelamiento en las tarifas de servicios públicos, entre otras medidas.

“El Gobierno intenta desplegar una estrategia de corto plazo que combine distintas herramientas, con intensidad variable según resultados y restricciones para su implementación. El objetivo será evitar saltos o sorpresas en precios y en otros frentes que podrían presentarse conflictivos, como el político y el social. El camino elegido no está exento de riesgos y costos inherentes, en reservas y posiblemente en brecha”, remarcaron desde Quantum Finanzas.

En ese sentido, la mayoría de los analistas del sector privado, que esperan un alza de precios en torno al 50%, ponen el foco en la inercia inflacionaria que dejó el 2020, la eventual suba de tarifas, el impacto de la emisión de pesos que volverá a ser importante en 2021, ante la imposibilidad de Argentina de acudir a los mercados internacionales de deuda; entre otros factores, para estar lejos de comulgar con el plan Guzmán, que busca llevar las expectativas inflacionarias al 29%.

Más allá de esto, algunos especialistas suavizaron esta semana sus proyecciones de inflación por debajo del 50% tras las últimas declaraciones y reacciones del ejecutivo. Pero la brecha, aún sigue siendo muy importante. Con todo, cuatro economistas explicaron a Data Clave por qué sus proyecciones superan en hasta 20 puntos a la meta oficial de inflación, y de qué manera podrían moderarse. Además de las causas “objetivas” que dan cuenta del fenómeno, un analista habla de razones “subjetivas” detrás las cifras estimadas.

Jorge Neyro, de la Consultora ACM: prevé inflación del 45% para 2021

El mercado rechaza la estimación oficial de inflación porque ve una inercia fuerte en alimentos, recuperación de los precios de los servicios, y una devaluación del peso, con un dólar a $125 para fin de año. Aunque con las declaraciones de esta semana del ministro Guzmán, la devaluación va a ser menor a la esperada, mientras el aumento de tarifas es una incógnita.

La brecha entre las estimaciones privadas y públicas se puede achicar en caso de que continúe la desaceleración del ritmo devaluatorio, que pasó de 4% mensual a casi 3% en estos días, y de que se confirme lo que sucederá con las tarifas, tanto en porcentaje de aumento, como cuándo aumentarían.

Se puede moderar la inflación desacelerando la devaluación del tipo de cambio oficial, cuando pasen 1 o 2 meses de una depreciación de 3% o menos. En el cortísimo plazo, la inflación seguirá teniendo bastante inercia alcista. Esto puede impactar en las subas de combustibles, por ejemplo, pero con alguna demora. La contrapartida es que el tipo de cambio oficial se perciba más barato y el incentivo a importar sea mayor. Ese sería el mayor efecto, junto con algún desincentivo a las liquidaciones de divisas de la exportación.

Sergio Chouza, docente e investigador UBA y UNdAv: confía en que el equipo económico cumpla la proyección del 29% pero admite riesgos

Como todo pronóstico, el 50% de inflación que calculan los privados tiene una cuota de objetividad y otra de subjetividad. En la parte objetiva, las tasas de inflación anualizadas del último trimestre de 2020 están en sintonía con las proyecciones de privados para 2021. Esto se explica por el descongelamiento de las actividades que estaban restringidas, que volvieron con remarcaciones de precios; por el corrimiento del tipo de cambio que empezó a ser un poco más acelerado; y por el fenómeno de expectativas a partir de la mega emisión del año pasado, producto de la pandemia.

Por otro lado, existe una cuota de subjetividad que es insoslayable. Los gobiernos de corte progresista en Argentina pagan una prima de desconfianza para lo que se suele llamar “el mercado”. Y esa prima de confianza, muchas veces, no termina siendo convalidada por los hechos. Con el anterior gobierno, hubo, en cambio, un sesgo de optimismo. Todas las predicciones de inflación tenían una subestimación, que después no fueron verificadas en lo más mínimo por los hechos.

Veremos si el 50% termina siendo confirmado o no. Hoy no me animo a decir ni que los analistas se van a equivocar, ni que se confirmará la hipótesis del Presupuesto. Si se cumple la meta oficial, se daría un gran paso para configurar una macro más sana. Para hacer alguna predicción, hay que esperar, el año está “muy verde”. Todavía no hay evidencia para decir que la hipótesis del Presupuesto se va a cumplir, o que puede llegar a quedarse corta por varios puntos.

En definitiva, veo una regularidad empírica en términos de las perspectivas de los mercados sobre la evolución de la macroeconomía, en relación al color político del gobierno de turno. Los datos están a la vista si comparamos los pronósticos del REM (Relevamiento de Expectativas del Mercado) desde el 2016 a la fecha. Soy muy crítico de los pronósticos de los economistas, porque en general están políticamente fundados, con grandes modelos de proyección econométrica de fondo, algo que es una entelequia. Confío en las capacidades de esta gestión económica para cumplir la hipótesis del Presupuesto, reconociendo que hay riesgos en un escenario macroeconómicamente desafiante, con lo cual hay posibilidades de que esas proyecciones no se den en la realidad.

Fernando Marull, de FMyA: proyecta inflación de 50% para 2021

Con vistas a las elecciones de octubre, el Gobierno apuesta a que los salarios le ganen a la inflación, luego de casi 8 años de fuertes caídas. Para ello, avanza en el acuerdo “Precios-Salarios-Dólar-Tarifas”, que cuenta con el apoyo de los principales socios de la coalición gobernante (Sindicatos + Gobernadores). La regla “Dólar-Salarios-Tarifas” dice que, si el Gobierno quiere cumplir una meta del 29% en 2021, deberá apuntar a que todas las variables ajusten al 29%; o lo mismo, que el dólar y los salarios suban al 30% y las tarifas al 25%, que también llegaría a una inflación de 29%. Bancarios cerró la semana pasada paritarias al 29%.

Ahora bien, más allá de los deseos del Gobierno, en FMyA mantenemos nuestra proyección de inflación de 50% para 2021, ya que asumimos que el Gobierno sólo logrará contener la “inercia” (indexación) de los precios, que reflejan, básicamente, la fuerte emisión de 2020 (casi 8% de PBI), las actuales tasas de interés negativas y las expectativas “desancladas” en 2021, por la brecha cambiaria y el déficit fiscal.

Por caso, si sumamos la emisión del BCRA de 2021 para financiar al fisco, el pago de intereses de Leliq y la escueta compra de dólares va a ser 53% de la Base Monetaria actual, algo no muy diferente a la proyección de inflación de FMyA.

Juan Ignacio Paolicchi, de Empiria Consultores: estima un piso de 50% para 2021

En primer lugar, la hipótesis del 50% está basada en que ya tuvimos dos meses con inflación cercana al 4%. Esto es difícil que sea compatible con una inflación de 30%.

En segundo lugar, existen muchos precios “pisados”. El BCRA, con pocas reservas netas, va a intentar controlar el tipo de cambio oficial, con lo cual puede ser muy riesgoso. Busca reducir la inercia inflacionaria, pero a la vez implica muchos costos, como menor actividad y probablemente más brecha cambiaria.

En tercer lugar, influye el peso de los subsidios, y la incertidumbre sobre cómo se van a financiar. Si se emite aún más, terminará impactando también en la brecha, en el tipo de cambio, y en la demanda de dólares.

En cuarto lugar, está la declamación del gobierno de que el salario real le gane a la inflación. La carrera entre salario, precios y dólar, se va retroalimentando y eso acelera la inercia inflacionaria. Todos estos factores le van a poner presión a la inflación de 2021.