El 2020 terminó con un veranito financiero que muy pocos proyectaban apenas un par de meses antes, cuando las brechas cambiarias saltaron por los aires y muchos presagiaban el peor de los desenlaces.

Repasemos: en el último bimestre del año pasado, los dólares financieros se mantuvieron eclipsados en un rango acotado de $140-$ 150, producto de la mano oficial, algunas licitaciones de deuda, pero también a partir de un contexto internacional más benévolo y una estacional mayor demanda de pesos hacia el epílogo del año, que llevó a que estos tipos de cambio -que emergen del arbitraje de bonos y acciones- perforaran incluso el precio del dólar ahorro o solidario. Algo bastante similar ocurrió con el blue, aunque a diferentes velocidades y escalas: entre fines de octubre y el cierre de diciembre, el paralelo pasó de $169 a $166, tras tocar un mínimo de $146 en diciembre, y arrimarse, de forma llamativa, al dólar oficial, más los impuestos. Bajo este escenario, el Banco Central sumó a sus alicaídas reservas u$s 758 millones en diciembre, al consolidarse como comprador neto de divisas durante 14 jornadas en fila (ayudó un mayor ritmo de liquidación de los agroexportadores). Un dato no menor es que en el último mes del año los depósitos en dólares del sector privado crecieron un 9% (a u$s15.956 millones).

El 2021 arrancó con la continuidad del veranito (el blue cayó $ 5 en la primera semana del año), sin embargo, aparecieron algunas señales -previsibles- que podrían comenzar a amenazar la pax cambiaria, configurando un escenario desafiante para el Gobierno en el corto plazo.

A saber: en los primeros 5 días hábiles del año, los dólares financieros reaccionaron al alza y acumularon subas de $5, las más importantes desde octubre pasado, para cruzar los $145, y acercarse nuevamente al dólar solidario (cerró a $ 149,80 en promedio). A la par, las compras de la autoridad monetaria se fueron desinflando, a cifras menores a los 10 millones de dólares diarios, mientras que, este último viernes, ya no pudo sumar reservas (terminó con saldo neutro, según fuentes del mercado).

Bien sabido es que con el correr de los días del primer mes del año, la demanda de dinero comienza a caer de a poco, la liquidación de divisas es estacionalmente baja, mientras el mercado vuelve a añorar algunas señales fiscales y monetarias que el ministro de Economía, Martín Guzmán, había comenzado a mostrar en el momento más álgido de la corrida cambiaria de octubre (por ejemplo, devolución de Adelantos Transitorios del Tesoro al BCRA), y que no se replicaron el cierre del 2020. Es más, sucedió lo contrario: hubo un aumento del financiamiento al Tesoro desde el BCRA en diciembre. Y no se deben soslayar las presiones inflacionarias: según el REM del Banco Central, en el primer trimestre el IPC no bajará del 3,7% mensual, encontrando su pico en enero (4%).

Para colmo de males, el rebrote de casos de Covid-19 en las últimas semanas, y las mayores restricciones (de movilidad) en varias provincias, le suman un manto de incertidumbre al “veranito”, que ya vio caer algunas hojas (¿de otoño?) en los albores del 2021. El BCRA, ya tomó nota de esta situación, y en la semana volvió a profundizar el súper cepo cambiario a los importadores de bienes de lujo (recién podrán acceder al mercado al año de retirar los bienes de aduana), con el fin de resguardar las divisas de sus debilitadas reservas internacionales.

“El Gobierno tiene un desafío importante a corto plazo con el dólar, sobre todo ante la ausencia de señales fiscales y monetarias que apunten a la convergencia, a lo cual se suman los nuevos desafíos de la pandemia. Así es que los dólares financieros, se vienen gradualmente reacomodamiento al alza tras un excesivo abaratamiento, a raíz de las intervenciones, que lo llegó a dejar por debajo del dólar ahorro”, comentó a Data Clave, el economista Gustavo Ber.

Desde Portfolio Personal Inversiones (PPI), por su parte, creen que "es importante monitorear la dinámica cambiaria en las próximas semanas entendiendo que la baja de la brecha (cambiaria) en diciembre tuvo que ver en gran parte con la estacionalidad de la demanda de pesos. No se descartan mayores tensiones cambiarias a futuro, lo que preocupa al mercado en un marco de reservas limitadas".

“Por motivos estacionales, históricamente se genera un pico en la demanda real de dinero hacia fines de año, mientras que entre febrero y marzo suelen destacarse las principales caídas en la misma. Esto ha generado dolores de cabeza a varios presidentes del BCRA, que tuvieron que subir agresivamente tasas durante el primer tramo del año o soportar aceleraciones en los ritmos devaluatorios del tipo de cambio. A este fenómeno histórico, se suma que el Tesoro necesitó un mayor nivel de financiamiento desde el BCRA en el tramo final del año”, describieron analistas de Invertir en Bolsa (IEB).

Si bien un incremento de las tasas podría ser un paliativo para contener la demanda de dólares de corto plazo, también es cierto que atentaría contra el repunte de la actividad económica, después de sufrir un golpe durísimo por la pandemia y la cuarentena en 2020.

Por ende, algunos analistas descartan, por el momento, un aumento del costo del dinero, y ven como más probable la implementación de nuevas regulaciones e intervenciones, en caso de que la situación cambiaria se agrave. “Servirían para controlar la mayor demanda por cobertura de los agentes económicos que llegaría tras la habitual caída en la demanda de dinero. Por ahora, subir fuertemente la tasa dañaría a la economía, una política poco probable en un año electoral”, remarca Ber.

En el marco de una economía que viene de arrastrar tres años de recesión, será sumamente relevante para el mercado comenzar a ver algunas señales en las negociaciones del Gobierno con el FMI para refinanciar la abultada deuda que Argentina mantiene con el organismo. “Es vital para consensuar una convergencia fiscal, monetaria y cambiaria. Aun así, la implementación requerirá de un amplio respaldo político, un serio desafío en un año electoral”, advierte Ber.

Más allá de esto, existen algunas variables positivas que podrían, de corto plazo, ayudar la labor del ministro Martín Guzmán y del presidente del Central, Miguel Pesce: en los primeros dos meses del año no hay vencimientos de deuda en pesos tan abultados como los que hubo en noviembre y diciembre. “A diferencia de lo ocurrido en noviembre y diciembre, donde el Tesoro tuvo que soportar un fuerte nivel de vencimientos equivalente a $ 750.000 millones, tanto enero como febrero son menos desafiantes en este terreno con vencimientos aproximados a $ 450.000 millones ($ 205.000 en enero y $ 248.000 en febrero). De esta forma una válvula de escape que podría utilizar el equipo económico es intentar hacer una colocación de deuda que supere los vencimientos y de esa forma esterilizar lo emitido y morigerar las presiones sobre el tipo de cambio”, señalaron analistas de Invertir en Bolsa.

Por otro lado, en el plano internacional, el recorrido a la baja del índice dólar, que la semana pasada testeó su menor nivel en casi tres años, impulsa el precio de los commodities: la soja, por ejemplo, superó en el inicio del 2021 los u$s500 por tonelada, y batió nuevos récords desde junio de 2014. “Esto es una excelente noticia para el frente externo, que contribuye con la acumulación de reservas internacionales. Sin embargo, estos muy buenos precios internacionales se combinan con condiciones climáticas no muy favorables. El fenómeno de “La Niña” produce una disminución de lluvias en la zona núcleo de mayor producción agrícola de Argentina”, advierten desde Delphos Investment.

Con todo, el Gobierno aspira a llegar con la pax cambiaria a marzo, mes a partir del cual las reservas comienzan a crecer porque se inicia el ingreso de la cosecha. ¿Llegaremos al tercer mes del año sin sobresaltos?  “La coyuntura argentina es como una carrera de vallas, el hecho de haber podido cerrar el 2020 con cierta tranquilidad financiera sólo habilita para poder “seguir participando” y encarar la nueva valla que constituye el desafío financiero del verano, a la cual le seguirá la valla del cierre del acuerdo con el FMI”, sentencian desde IEB.