El salario real se encuentra en el peor momento de la última década. Según el INDEC, el índice de salarios del total de trabajadores formales creció 2,3% en junio de 2021 (respecto al mes anterior) por debajo del 3,2% de la inflación (IPC-INDEC) de ese mes. En el acumulado de los últimos 12 meses sólo subieron 43%, muy por detrás de la inflación acumulada para el mismo período (50,2% interanual a junio).

Por su parte, los sueldos de los trabajadores del sector privado (registrados), considerando la misma fuente, subieron sólo 1,8% en junio pasado (último dato oficial), respecto de mayo. En el acumulado de los últimos 12 meses, el índice de salarios del sector privado registrado corre al 45,6% (interanual), también muy por detrás de la inflación. Es decir, registraron una pérdida en términos reales de 3% (interanual). No obstante, si consideramos la evolución del salario privado, desde el inicio de la pandemia (marzo de 2020), se observa que, entre marzo y diciembre del año anterior, los salarios privados habían caído fuertemente en términos reales: aumentaron 18,3% (nominal) y la inflación de ese período fue de 30,5%. Pero si tomamos el período marzo de 2020 a junio de 2021, el índice de salarios privados subió 48,4%, en términos nominales, mientras que la inflación acumulada de ese período fue de 63,5%. Es decir, los salarios privados cayeron 9,3%.

Más allá del impulso sobre las paritarias para que pasen de un 32/33% (a inicio de 2021) a negociarse arriba en torno a  45% en los últimos meses, es muy difícil que en 2021 los salarios puedan ganarle la carrera a los precios. Los acuerdos salariales se fijan en varias cuotas (escalonadas) y algunas impactaran en los haberes recién en el arranque del año 2022.

Si referenciamos a la Remuneración Imponible Promedio de los Trabajadores Estables (RIPTE) para el período 2012 a 2021, se observa un deterioro en el poder de compra del salario  bastante importante. Este indicador se utiliza para actualizar la fórmula de ajuste de las jubilaciones y pensiones. A valor de los pesos de junio pasado, el RIPTE de diciembre del año 2012 era de 105.696 pesos. Mientras que en la actualidad (a junio de 2021) es de sólo 84.514 pesos. Es decir, el poder adquisitivo del salario RIPTE cayó en 20%.

Recupero fiscal y pulverización salarial

Por otra parte, y según el Ministerio de Economía, en agosto, se registró un déficit primario de  $147.756 millones. Los ingresos totales ascendieron $735.712 millones y subieron 70,1% interanual. Mientras que el gasto primario totalizó $860.548 millones, se aceleró a un ritmo del 64,8% interanual (en julio era de 44,7% interanual). Por primera vez desde febrero se ubica por arriba de la inflación interanual, pero todavía se mantiene desde que empezó el año por debajo del crecimiento de la recaudación. Así, en los primeros ocho meses del año el déficit fiscal alcanzó 1% del PBI y el déficit financiero (incluyendo intereses de la deuda) fue de 2% del PBI.

Los ingresos totales fueron impulsados por la recaudación impositiva, que mejoró 71,1%  interanual en términos nominales y también los ingresos no tributarios (“impuesto a las grandes fortunas”), que subieron casi un 300% interanual. Los derechos de exportación, también, se dispararon 126,1% interanual (en términos nominales) por los precios internacionales de las materias primas. En tanto, los impuestos vinculados con la actividad económica y el consumo interno subieron fuertemente. También hubo una fuerte disminución de las partidas del llamado “Gasto Covid-19”, por la eliminación del IFE y del ATP.

En agosto, las prestaciones sociales, que explican el 60% del gasto operativo total, cayeron un 12,9% interanual en términos reales, producto de la suspensión de la ley de movilidad previsional en 2020, los aumentos discrecionales por decreto presidencial y la nueva fórmula jubilatoria que significó un aumento (nominal) hasta el mes de agosto de sólo 21,2%, con una inflación acumulada los primeros 8 meses del año del 32,2%.

En el Presupuesto que se elevó al poder legislativo, se proyecta que los subsidios a la energía pasarían de 2,1% del PBI a solo 1,5% del PBI. Siendo que parte de ese ahorro fiscal se da por el aumento y segmentación de tarifas de servicios públicos. Por su parte, los gastos de capital, es decir la obra pública, se dispararon 123% respecto del mismo mes de 2020, en términos nominales. En un año electoral es altamente probable que el gasto en obra pública siga creciendo. En los primeros 8 meses del año, acumulan un incremento de 53,7% en términos reales.

En resumen, con un resultado adverso en las PASO, el escenario más probable será una nueva inyección de pesos vía subsidios y bonos a los sectores más vulnerables, probablemente un nuevo IFE. Con las cuentas nacionales altamente dañadas y con una macroeconomía que exige correcciones de manera urgente, esto sólo lleva a un estado de situación más complejo y con una mayor brecha fiscal. Por este motivo, y al estar en un año electoral, es esperable que el equilibrio de las cuentas fiscales se deteriore a una gran velocidad de acá a los próximos 30/40 días. Más allá de esto, si este esquema dinámico altamente expansivo finaliza en noviembre (post elección legislativa general), se podría cerrar el año 2021 con un déficit primario de 3,5%/3,6% del PBI. Meta más cercana a la que se han planteado desde el Palacio de Hacienda.