La economía nos dice que los recursos son escasos, y los políticos deben decidir donde se asignan. Hasta ahí, todos de acuerdo. El tema es que en Argentina se intenta violentar ambos principios: se actúa como si los recursos son infinitos y los políticos gastan sin restricciones. El presupuesto es una prueba de ello, donde se consagra un déficit y al mismo tiempo se generan gastos o partidas que no existían en años anteriores. 

Para la financiación del gasto se emite dinero o se contrae deuda. Todos los países lo hacen. La diferencia está en que nuestro gobierno impone todo tipo de restricciones a algunas actividades con tal de mantener cierta apariencia de estabilidad. Esto genera círculos viciosos que el gobierno intenta resolver con ¡aún más controles! Los ejemplos abundan: se ponen retenciones para recaudar reduciendo entonces las exportaciones, lo que impide que entren más dólares, por lo que  se impone un cepo al dólar porque –por falta de exportaciones- no entran dólares. Así,  las importaciones aumentan porque con el cepo son más baratas, la producción argentina no puede competir con las importaciones con dólar barato por el cepo, lo que hace caer la producción local y el nivel de actividad;  esto  genera desempleo, lo que lleva a más recesión. Si, ya sé, de sólo leerlo es agotador. Puedo mostrar varios circuitos perversos adicionales en que imponer un control lleva  a imponer varios más. 

Tantos controles generan una fuerte diferencia entre dólar comprador y vendedor que ingenuamente  llamamos brecha.  Quien trae dólares los debe entregar a 90 pero compra bienes a 160. Y si exporta, le entregan menos de 70. O mejor dicho, quien sabe cuánto será porque las retenciones son diferentes entre sectores y siempre está la espada de Damocles que pueden aumentar. En esas condiciones es imposible que aumenten las exportaciones. 

Tampoco hay incentivos a invertir porque hay capacidad ociosa y poca rentabilidad, por pocas ventas o muchos impuestos.  Hay un brutal desempleo pero la rigidez y costos del mercado laboral dificulta contratar más gente. Atención: el empleado recibe poco de lo que la empresa paga. Si no hay actividades nuevas y no aumentan las exportaciones, ni siquiera se necesita contratar más gente, aun cuando los salarios argentinos son paupérrimos.

Sabemos que habrá aún más emisión por el déficit fiscal (el presupuesto 2021 así lo dice). Eso llevará a una devaluación mayor, con otro círculo vicioso. Para demorarlo (ya que no puede impedirlo) el Estado se endeuda a más de 17%. Este número es sorprendente: se renegoció la deuda diciendo que apenas se podía pagar 2 o 3%. Muchos creemos que tampoco así se podrá cumplir. Aunque así no fuera, es mejor invertir liquidez al 17% que invertir en  fierros para una rentabilidad desconocida.  En resumen: contener el dólar impide la inversión,  fomenta la recesión e imposibilita mejorar el empleo.  No  tendremos ni dólares ni inversión ni empleo.  Tampoco puede haber mercado local de capitales, ni capacidad de ahorro de familias o empresas. Este nivel de tasas puede tener éxito efímero, pero efectos crueles y persistentes. 

La inflación aumenta porque hay más dinero en la economía pero menos producción. Congelar tarifas, algunos costos, precios cuidados, etc., sólo impone el costo dentro del sector privado. El gasto público aumenta pero el sector privado debe ajustarse. La carga impositiva sobre flujos y stocks es muy elevada y si se pagan impuestos no se puede consumir. Todos esos elementos impiden salir de la recesión. Y ninguno ayuda a reducir la inflación.

El nivel de empleo formal ha caído mucho en los últimos años, especialmente durante la cuarentena. Asimismo, el informal también se ha reducido. Inclusive hay menos gente que busca trabajo (se redujo la PEA). Creo que el principal problema argentino no es el dólar ni la inflación:  es el brutal desempleo. Todas las medidas que intentan contener dólar o inflación son nefastas para mejorar el nivel de empleo. 

Nótese que menciono temas que no son ideológicos. Estoy mencionando solamente los efectos de primer orden, es decir, los inmediatos. Hay muchos más. Con tantos controles que llevan a aún más controles y rigideces, estamos sin dólares, sin inversión y con inflación.