Nuestra región vive desde el año 2008 un desfavorable contexto global, el que vale aclarar tuvo algunos momentos de alivio, pero que no fueron más que transitorios. La reciente suba de las materias primas nos lleva a ilusionarnos con un cambio del marco global.

Pero por ahora solo fue un rebote de los precios hasta alcanzar el nivel prepandémico. En el fondo se observan nuevas acciones y visiones de los principales hacedores de política económica de los países centrales que llevan a pensar en una mayor desvalorización de las principales monedas (dólar, euro, yen) y en un potencial superciclo de los commodities.

A diferencia de la década del 2000, el dólar norteamericano no tiene otras monedas centrales contra las cuales devaluarse fuertemente, lo que lleva a pensar en las monedas de Asia y otros países emergentes como las principales ganadoras. Pero en ese marco, los commodities también podrían ver alentados sus precios al ser medidos en las principales monedas del mundo.

 A su vez, se suman en este momento algunos otros factores positivos, tales como la desinversión de los últimos años en la producción de commodities, la falta de inversión y financiamiento actual debido al daño que le provocan al medio ambiente, y la mayor demanda de bienes (fabricados con materiales) en un contexto pandémico que afectó el consumo de servicios.

El desacople del precio de los activos financieros latinoamericanos respecto a los del resto del mundo, y al viejo competidor Asia, se debe fundamentalmente a la centralidad de las materias primas en las estructuras productivas latinoamericanas.

Asia resolvió los problemas que provocaron la crisis a finales de los 90 con una política industrial exportadora, que luego además se extendió al estratégico rubro de la tecnología. El resultado fue el desarrollo económico y su integración en las cadenas de valor globales. Latam quedó marginado en este proceso, con políticas erróneas que solo apostaron a extender la bonanza de la década del 2000, que ya se había terminado.

La baja del precio del cobre incluso puso en jaque al único país de la región que hizo bien las cosas, Chile. Brasil por su parte recién desde el 2016 intenta un cambio de fondo, que en parte mira al espejo de Asia. Pero los fantasmas del pasado regresan todo el tiempo, haciendo creer que los 2000 son posibles nuevamente por arte de magia. Argentina directamente quedó hundida en los recuerdos de aquellos buenos tiempos, buscando sin éxito milagrosos atajos para "devolverle la alegría al pueblo".

Sin un contexto favorable, nuestra región no tiene ninguna posibilidad de recuperación. Es lo que viene sucediendo desde el año 2008, con ocasionales "veranitos" contratendenciales. Un nuevo viento de cola estructural (que dure varios años) podría permitir que algunos países no se desvíen de su acertado rumbo (Chile, Uruguay, Paraguay), que otros consoliden el camino correcto tomado recientemente (Brasil, Perú, Colombia) y que otros puedan primero resolver los desequilibrios de las equivocadas políticas de los últimos años para luego pensar en no desperdiciar otra "potencial década ganada" (Argentina, Bolivia).

Los activos financieros de la región han ido perdiendo peso específico en los índices globales, en los portafolios internacionales y en la mirada de los inversores. Cada vez se habla menos de Latam cuando se habla sobre mercados emergentes. Pero esto podría cambiar si el "superciclo" de commodities se hace realidad. Con una escasa ponderación en los portafolios globales, años de salida de dinero de inversores internacionales y valuaciones sumamente atractivas en términos históricos y relativos, nuestros activos podrían volver a tener algo del brillo perdido. La relación riesgo/retorno aparece como sumamente atractiva.

Pero sabemos que la condición necesaria es que cambie el ciclo adverso que afecta a las materias primas desde el 2008. Superciclo de commodities: ¿sí o no? Esa es la cuestión de fondo. Si la respuesta es sí, entonces los portafolios deben incrementar las tenencias de activos latinoamericanos. Con Brasil y Argentina incluidos, más allá del "barullo" interno propio de estos países.