Hay un consenso entre la mayoría de los economistas, sean ortodoxos o heterodoxos, de que la inflación en 2021 será, una vez más, uno de los principales desafíos para la Argentina. De hecho, muy pocos esperan que el IPC se ubique debajo del 30%, tal como proyectó el Gobierno en el Presupuesto del año próximo.

Uno de los especialistas que advierte sobre una escalada en el índice de precios es Camilo Tiscornia, director Director de C&T Asesores Económicos, quien en una charla con Data Clave alertó sobre un “riesgo importante de que la inflación de 2021 sea bastante más elevada que la de este año”, que se ubicaría en torno al 38%, según el Relevamiento de Expectativa de Mercados (REM) que elabora el Banco Central.

Mientras se espera que la economía mundial rebote con fuerza en 2021, a partir de la vacunación masiva contra el Covid-19, la recuperación de Argentina, sin embargo, “va a estar muy contaminada por la inflación, qué se va hacer muy presente el año que viene”, proyecta Tiscornia, Licenciado en Economía (UCA), con un máster en Economía (UTDT).

“Argentina no puede seguir con este nivel de déficit fiscal primario, que este año se ubicará entre el 7% y el 8% del PBI, porque no lo puede financiar, a pesar de haber resuelto la reestructuración de la deuda”, señala el actual profesor de Economía Monetaria (UCA). Considera que ese es el principal trasfondo de las tensiones que se dieron en las últimas semanas sobre la fórmula de actualización de las jubilaciones, y sobre la decisión del Gobierno nacional de reasignar recursos de coparticipación en perjuicio de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Por último, el exgerente de Análisis Macroeconómico del Banco Central también da sus pronósticos sobre PBI, inflación y dólar para 2021.

Data Clave: ¿Qué opina sobre los cambios de último momento en la fórmula de actualización de las jubilaciones que impulsó el Senado? ¿Qué implicancias tienen esas modificaciones en el bolsillo de los jubilados y las arcas del estado?

Camilo Tiscornia: Es un tema muy complejo porque el Gobierno se enfrenta una tensión importante entre dos objetivos contrapuestos. Por un lado, de cara a 2021, que es un año de elecciones, tratará de fomentar el consumo, una variable clave para el oficialismo en su estrategia económica y política. Eso es lo que reflejó este cambio de último momento en la fórmula de actualización que, a priori, implicaría más gasto para el estado y eventualmente la posibilidad de mayores ingresos para los jubilados. El otro objetivo, que no es deseado por el Gobierno en realidad, es tener que ordenar las cuentas públicas y reducir el déficit fiscal porque la situación macroeconómica es bastante inestable y, en gran medida, a causa de ese enorme déficit. Cuando uno ve que las jubilaciones es el componente más importante del gasto del Gobierno, evidentemente cualquier tipo de ajuste para reducir el déficit va a tener que tocar las jubilaciones. La fórmula que había hasta estos últimos cambios daba la sensación que era el lugar en el cual el gobierno estaba intentando ajustar, pero en contraposición con el primer objetivo oficial que mencioné. Veremos si hay algún otro tipo de medida compensatoria, hay que ver bien los detalles después de que se sancione, porque en cualquier caso esta fórmula puede dejar algún margen de discrecionalidad en el momento de calcular cuánto es efectivamente.

D.C.: Otro foco de tensión está vinculado a la decisión del Gobierno de reasignar recursos de coparticipación en perjuicio de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires? ¿Cómo lo analiza? ¿Cree que es urgente un cambio en la ley de coparticipación?

C.T.: En este tema hay un componente político muy importante. Más allá del cambio de la Ley de coparticipación a partir de este caso concreto de la Ciudad de Buenos Aires, hay un elemento muy importante que es que se dio marcha atrás con el consenso fiscal que se firmó en 2017, que apuntaba a ir reduciendo la carga impositiva sobre todo en algunos impuestos muy malos como son los ingresos brutos, principal fuente de ingreso para las provincias. En definitiva, es todo un tema inconcluso que lo ato con lo que decía antes: hay un problema a nivel macroeconómico que tiene una raíz fiscal muy importante y la coparticipación debería ser un tema más dentro de esa discusión. Lo que pasa que el gobierno se está manejando con un criterio de muy corto plazo y muy político lamentablemente.

D.C.: Con lo cual el trasfondo de ambas discusiones, está relacionado con el déficit fiscal, una variable crítica que también atravesó a la administración macrista…

C.T.: Así es, la cuestión fiscal se le presenta al gobierno actual del mismo modo que se le presentó al gobierno anterior, pero con alguna variante. La administración de Mauricio Macri en algún momento había logrado resolver el resultado primario antes del pago de intereses. Pero se había complicado mucho la carga de los intereses por la deuda que se había tomado. Este gobierno logró sacarse de encima los intereses con la reestructuración de la deuda, pero a causa del Covid-19, la recesión que ello provocó, y el consecuente mayor gasto, se le complicó el déficit primario, que este año puede llegar a ser 7 u 8% del PBI, un número monumental. Ese es el trasfondo que hay de todo esto que estamos discutiendo porque la Argentina no puede seguir con ese nivel de déficit primario porque no lo puede financiar a pesar de haber resuelto la reestructuración de la deuda externa.

D. C.: Se espera que, con la llegada de las vacunas, la economía mundial se recupere en 2021. ¿Cómo ve ese proceso en Argentina y qué proyecta sobre la puja entre salarios e inflación para 2021 (una lucha que los primeros vienen perdiendo hace tres años frente a la suba de precios)?

C.T.: Para 2021, creo que hay algo a favor. Gran parte de la caída de la actividad de este año fue producto del coronavirus, tal como sucedió en otras partes del mundo. La Argentina está inmersa en un ciclo económico mundial a causa del Covid-19. Se ha conocido en las últimas semanas que hay varias vacunas que parecen ser efectivas, de hecho, ya empezó la campaña de vacunación en algunos países. Entonces, en la medida que esto siga avanzando, tendremos un factor fuertemente expansivo y va ayudar a la actividad económica el año que viene. Esto va a estar presente en muchos países, por eso también es que el mundo nos va a dar una mano. Habrá un mayor crecimiento mundial, en particular va a crecer Brasil más, y China ya se está expandiendo a buen ritmo, lo que también te repercute en el precio de los commodities. Ahora, internamente, tenemos muchos problemas y creo que esto que nombraste va a ser clave en el año electoral. Habrá una tensión entre la necesidad de dar incentivos al consumo, cómo puede ser a través de la recuperación de los salarios, y, por otro lado, aparece la necesidad fiscal que va a implicar, por ejemplo, aumentar tarifas, con lo cual va en contra de la recuperación del poder adquisitivo. En ese contexto la pregunta es qué va a pasar con la inflación, porque va a ser muy difícil que los aumentos de salarios no tengan ninguna repercusión en la inflación o mismo en una economía que se esté recuperando, la tendencia natural sería que la inflación fuera más elevada. Entonces ahí va haber otro gran foco de tensión y creo que eso va a complicar. En un escenario que podría ser positivo cuando uno ve lo externo y el impacto positivo de las vacunas, creo que en Argentina va a estar muy contaminado por la inflación, qué se va hacer muy presente el año que viene.

D.C.: Bajo esta coyuntura, ¿puede ser factible una reforma fiscal y tributaria en el corto plazo, que tanto exige el sector privado, o ve lejana esa discusión?

C.T.: Pensar en cualquier reforma impositiva que busque bajar los impuestos, tiene que ir que de la mano de una reducción del gasto público. No se puede pensar en una reforma impositiva y al mismo tiempo no haya una baja el gasto porque el estado argentino no puede seguir desfinanciado. No tenemos acceso al crédito externo, y si bien hay acceso al crédito en el mercado interno, es un mercado chico y eso hizo que el estado haya tenido que recurrir este año a la emisión monetaria para cerrar las cuentas; y lo más probable es que lo siga haciendo el año que viene. Cuanto más se agranda la parte fiscal, por ejemplo, porque no se quisieron aumentar subsidios, porque se quieren dar más jubilaciones o porque se quisieran bajar impuestos, eso tiene una contrapartida en la emisión monetaria. Así, se arma un foco de conflicto enorme con la inflación. Con todo, creo que el año que viene no hay lugar para tratarse una reforma impositiva que baje los impuestos. Sería deseable, en todo caso, como sucede en otros ámbitos qué hubiera algún tipo de acuerdo sobre algunas cuestiones macro básicas para despejar y marcar un rumbo en lo que hace al resultado fiscal, eventualmente, en lo que haría a una reforma impositiva, pero el gobierno no está muy dispuesto a hacerlo, trata más de ir resolviendo el corto plazo, teniendo el objetivo de que la actividad recupere y que con eso los problemas se vayan moderando. Pero yo creo que hace falta algo más que eso en este momento.

D.C.: ¿Qué cifras maneja respecto a la actividad económica e inflación para 2021?

C.T.: En materia de actividad económica para 2021 va haber una tendencia a la recuperación después de un año de caída fuerte. Creo que se puede alcanzar un crecimiento del 4% o 5% si se puede estabilizar la situación financiera. Lamentablemente creo que la inflación va a ser bastante más alta de lo que el gobierno contempla en el Presupuesto y, es más, creo que va a ser más alta que la de este año. Entonces va haber una diferencia importante, porque el gobierno en el presupuesto contempla menos inflación que este año y eso no va a ser así. Hay un riesgo importante de que la inflación sea bastante más elevada que la de este año, sobre todo si hay ajuste de tarifas.

D.C.: ¿Y con respecto al dólar?

C.T.: Creo que el Gobierno va a tratar mover un poco más rápido el dólar, como lo ha hecho en este último tiempo. Después, como ha hecho en otros momentos, en la medida en que aparezca la cosecha hacia el mes de abril y llegando a las elecciones, me imagino que va a intentar frenar un poco el ritmo de suba del tipo de cambio, porque eso siempre ayuda a contener la inflación cerca de los comicios. Ese creo que es el plan del gobierno, pero las enormes brechas que vemos entre los tipos de cambio libre y oficial son un riesgo muy importante para mantener esta estrategia, al igual que el bajísimo nivel de reservas internacionales. Con lo cual, me parece que es un camino que va a estar lleno de sobresaltos. No digo que sea imposible de lograrlo, pero va a haber mucho riesgo, y por eso el Gobierno trata de dar alguna señal más racional para poder conseguir financiamiento en el mercado, trata de acercarse al FMI y obviamente tiene muchas fichas puestas en la vacuna y en la cosecha para el año que viene.