Una de las preocupaciones de funcionarios del Gobierno era que el inicio de la temporada turística viniera acompañada de rebrotes o de la temida segunda ola de casos de coronavirus. En los primeros días de enero hubo un salto en la curva epidemiológica que llevó a Alberto Fernández a reunirse con los gobernadores para acordar restricciones nocturnas por horarios en las provincias.

El margen político y el hartazgo social hicieron que una medida que iba a ordenarse desde el Ejecutivo y que sería para todos por igual tuviera grises y fuera “matizada” a partir de la propuesta de Omar Perotti, quien sugirió al Presidente restringir, de acuerdo a la circulación del virus, localidad por localidad.

En Bariloche, destino elegido por familias y fundamentalmente por jóvenes, el promedio de casos está por encima de los 100. En las últimas 24 horas hubo 120 positivos detectados. Pero el problema es otro: turistas revelan que la circulación viral es importante y es algo que todos saben “incluso antes de viajar” según cuentan personas que volvieron a Buenos Aires contagiadas.

“Mis amigos volvieron todos con coronavirus”, es una de las frases que repiten turistas que regresaron de Bariloche en los últimos días y que revelan cómo se está gestando un nuevo foco de contagios en la ciudad turística.

“Me fui a un camping una semana, cero protocolos, la gente como si nada. Solo camino a San Martín pasamos por un arco sanitizante, no nos tomaron nunca la temperatura ni nos pidieron los permisos. En el aeropuerto en Río Negro no te piden los permisos ni te toman la fiebre”, cuenta un joven que retornó, tuvo síntomas y dio positivo.

Otros dos jóvenes cuentan que fueron diez personas del mismo grupo de amigos a Bariloche y hoy ocho están contagiadas y aisladas en Buenos Aires. Dicen que en los campings los protocolos no existen y que “está bastante liberado todo”. Además, señalan que “todo el mundo que fue se contagió”.

La coincidencia generalizada es que no se piden los permisos en ningún momento. “Cuando vas de a cinco, viviendo juntas todos los días, aparecen las chances de contagio”, revela una joven bonaerense en aislamiento y contagiada tras volver de Bariloche.

“No nos pidieron autorización ni para ingresar al aeropuerto ni para salir. Fuimos a Chubut y en el cruce tampoco nos pidieron. Sabíamos que había circulación del virus, pero allá nadie dice nada”. Destacan que no hay grandes aglomeraciones y que “en las playitas se mantiene el distanciamiento, no es como en la Costa”.

La temporada sigue, el relajamiento existe y el crecimiento de los casos enciende algunas alarmas. Además, profesionales de la salud ya advierten que existe una saturación del sistema sanitario local: Santiago Durán, médico clínico en el distrito, dijo hoy que “las terapias intensivas tenían una cantidad de camas, por la pandemia se aumentó, pero la demanda ha sido muy grande. Los médicos hacen magia para ubicar a los pacientes. La mayor parte del turismo que vino, es familiar y va a las cabañas, esto ha generado importación de pacientes portadores, enfermos o asintomáticos más nuestros pacientes. Se hizo un gran pico que parecía que bajaba, pero acá tenemos la suma de turistas y locales”.

Pero en la intendencia lo desmienten: “El sistema está bien. El que se queja es un sanatorio que es el que trabaja con las prepagas y le llega esa demanda. Los demás están bien”.

Más testimonios de quienes viajaron y volvieron en los últimos días dan cuenta que “nadie se hisopa allá porque no se quieren cagar las vacaciones. Si te da positivo te tenés que quedar allá”, revelan.

Relatan que es la situación de muchas personas que viajaron desde Buenos Aires a pasar unos días a Bariloche y se encontraron con esa situación epidemiológica. “Nunca te piden ni la aplicación Verano, hay muy poco control en general”, plantean.

El intendente Gustavo Gennuso, en diálogo con Data Clave, respondió a esta situación y no negó el problema: “No lo sé bien pero no me extraña. Si hay circulación, si hay gente que se junta, hay contagio. Eso es el comportamiento y dinámica del virus. Vemos muchos jóvenes que vienen en grupo y esos grupos interaccionan entre sí. Si hay 40 amigos de rugby que alquilaron varias cabañas, es muy probable que, con la lógica de movimiento que tienen, se contagien. Creo que los padres los mandan pensando que acá el virus se comporta diferente”.

Y respecto de la falta de protocolos y controles, sostuvo que “fui a Zárate a la casa de mi hermano. Ni de ida ni de vuelta nadie, salvo a la salida de Bariloche, en el Limay entrando a Neuquén, nadie me pidió un permiso. Los porteños miran hacia afuera lo que ellos no hacen hacia adentro”, concluyó.