Esta semana cerró, después de 42 años, un emblemático bar de Lomas de Zamora, en el sur del Gran Buenos Aires. Situado en Carlos Pellegrini, 201, en el centro de esa ciudad, el café Dalí se inauguró en 1980 y tuvo sucesivos dueños, hasta que su último propietario anunció que bajaba la persiana.

"Lo compré en plena pandemia, cuando estaba en terapia intensiva. Tenía un sueño y una esperanza, verlo resurgir. Intenté modificarlo pero tratando de mantener el lugar sin grandes modificaciones”, dijo el emprendedor, según el sitio InfoRegión.

La intención era modificar el local para poder realizar shows musicales, pero desde el municipio no le dieron autorización. “Lamentablemente, en la realidad que vivimos no se puede mantener Dalí sólo con amor historias y afecto. Confió que este revuelo que se armó en las redes y que gracias a todo el afecto de clientes, proveedores, staff, ciudadanos lomenses y de otras localidades, el Municipio evaluará de una manera más justa su respuesta”, agregó el hombre.

El bar fue el escenario de un sangriento tiroteo en 1991, en el que murió un joven poeta y vecino, Sergio Schiavini, quien iba a sus mesas a escribir. Es una historia que hoy pocos recuerdan, pero desde entonces nada fue igual.

En la noche del 29 de mayo de 1991, Sergio estaba tomando un café con otros comensales, cuando entró un grupo de asaltantes y los tomó como rehenes. Hasta que llegó la policía y se generó un tiroteo que se extendió durante casi una hora.

Los clientes y los trabajadores intentaron resguardarse de la balas. Pero Sergio murió de un disparo. Su madre, María Teresa, una hermosa mujer de piel muy blanca y hablar pausado, luchó durante años para demostrar que a su hijo lo mató la policía. Pero en la Argentina la Justicia le dio la espalda.

La investigación oficial siempre sostuvo que el joven murió de un disparo que hizo uno de los delincuentes, al quedar en medio de la línea de fuego. Eran momentos en los que Policía Bonaerense tenía un enorme poder, inclusive mucho mayor al que tiene ahora.

El caso fue a juicio oral y los 15 policías que habían sido enjuiciados terminaron absueltos. Las sucesivas instancias fueron confirmando el fallo hasta que llegó varios años después a la Corte Suprema de Justicia, que resolvió de acuerdo con todos los tribunales anteriores.

Con el apoyo del CELS, la familia llevó el caso hasta la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) por considerar que se habían violado los derechos por parte del Estado por no velar por la seguridad de Sergio durante el tiroteo.

El organismo propuso que se llegara a una solución amistosa y el Estado argentino finalmente reconoció en 2005 su responsabilidad por “los hechos sucedidos … y la violación consecuente de los derechos y garantías reconocidos por la Convención Americana sobre Derechos Humano", y se comprometió a pagar una indemnización y a adoptar una serie de medidas para evitar que hechos similares volvieran a ocurrir.