Las sesiones virtuales trajeron más problemas que soluciones a los legisladores que circunstancialmente ocupan bancas para hacerle más fácil la vida a la gente. El Zoom expuso a diputados y senadores que suelen disfrutar más del prime time que de su propio trabajo a mostrar sus debilidades y sus puntos flacos, y demostró que el teletrabajo puede ser más incómodo que el propio recinto.

Si hay algo que escaseó durante los meses de aislamiento y restricciones fueron los debates profundos y la discusión de ideas por parte de los representantes del pueblo de la nación y de las provincias: lo que sobraron fueron papelones, bloopers en vivo y escándalos que, de distintas formas, evidenciaron el deterioro institucional que atraviesa nuestro país. Y que no tiene que ver con el color político.

Los casos suelen generar una  reacción social que va de la indignación inicial y el repudio a la incredulidad y el humor, con chistes, memes, gifs y stickers que evidencian la banalización de la política nacional. Los legisladores no colaboran, dan explicaciones inconvincentes y las discusiones trascendentales terminan en si el diputado tenía o no tenía conexión, si estaba o no estaba en la sesión o si se quedó dormido o no. Argentina ha entregado al mundo imágenes insospechadas desde que el Congreso está en cuarentena.

El 19 de agosto, el senador Esteban Bullrich de Juntos por el Cambio puso una foto suya como fondo de pantalla de Zoom mientras se ausentaba  del debate por la reforma judicial en las comisiones de Asuntos Constitucionales y Justicia y Asuntos Penales, una modalidad original e inédita que le permitía, a través de su doble, estar sin estar. Pero el truco falló: era el turno de Bullrich cuando la cara del Senador apareció en pantalla, dejando un borde de la foto al descubierto que resultó inadmisible para los usuarios de las redes. Al viralizarse, Bullrich salió a explicar que le estaba mostrando a su hijo cómo utilizar la aplicación.

Del doble de Bullrich a la sesión hot de Ameri, postales de un Congreso decadente

El caso de Luis Juez mostró que para algunos políticos estar en vivo en televisión es más importante que votar una ley. En la sesión del 5 de agosto Diputados giraría al Senado la el proyecto para que el gobierno dispusiera de la ampliación presupuestaria en el marco de la pandemia. Pero al legislador le tocaba votar, Massa preguntó por él y como no respondía, ordenó abrir su micrófono. El diputado estaba dando una entrevista televisiva algo vehemente y jamás se enteró que era su turno. Quedó ausente. Se excusó diciendo que las sesiones virtuales “son una mentira”. No más palabras, señor Juez.

Hace unos días, el 22 de septiembre, al diputado del PRO Luciano Laspina le tocó exponer en la presentación del Presupuesto 2021 mientras se cambiaba en el ropero. La imagen lo mostró en paños menores mientras el presidente de la comisión Carlos Heller le daba la palabra. En el día nacional de la sarasa, el legislador se tomó su tiempo para dar bien frente a cámara y las redes lo condenaron. Sin embargo, él lo tomó con humor: “Menos mal que solo se vio un brazo”, dijo, y dijo que se estaba poniendo una camisa “por respeto al ministro Guzmán y a la audiencia”.

Del doble de Bullrich a la sesión hot de Ameri, postales de un Congreso decadente

El debate por las primeras sesiones virtuales y el funcionamiento del Congreso también dejó algunas huellas en la memoria colectiva: el 28 de abril Mario Negri abandonó una reunión entre los jefes de todos los bloques de Diputados para ir a una entrevista televisiva y recibió fuertes críticas del arco político y hasta de sus propios compañeros de coalición. El presidente del Interbloque Unidad Federal para el Desarrollo en la Cámara de Diputados, José Luis Ramón, dijo entonces que “en medio de la discusión Negri se levantó y se fue a la tele” y resaltó la contradicción que representaba que una de las voces fuertes de la Cámara priorizara la pantalla a la discusión sobre el parlamento en cuarentena.

Aunque parezca mentira, los dirigentes de mayor trayectoria siguieron dejando tela para cortar. La siesta de Leopoldo Moreau también fue tendencia en las redes. El diputado del Frente de Todos se quedó dormido en plena sesión mientras exponía Luis Petri de la UCR en la sesión del 1° de septiembre, cuando se discutía la continuidad de las sesiones virtuales, presenciales o mixtas en una jornada de tensión en la Cámara baja. En ese entonces, el diputado Fernando Iglesias ironizó: “Yo estoy en el recinto pero ausente, Moreau durmiendo en su casa pero presente. El Congreso al revés de Sergio Massa”, tuiteó. Cuando despertó, el histórico dirigente dijo entre otras cosas que a los legisladores opositores “les cuesta poner la cara”. Claro que a él no le costó para nada.

Leopoldo Moreau se durmió una siesta en plena sesión de Diputados

El escándalo de Juan Emilio Ameri es, tal vez, el más paradigmático. El ahora ex diputado del Frente de Todos por Salta tuvo una escena pornográfica durante una sesión en la que se debatían, entre otras cosas, proyectos de ley para prohibir al Estado otorgar beneficios a empresas con paraísos fiscales o con probada evasión. El beso a una teta pareció ser el colmo de lo que ocurre con el Congreso a distancia, mientras millones de contribuyentes esperan respuestas a los problemas del día a día. El pretexto del legislador fue que creyó que la cámara estaba apagada. El único que no lo advirtió fue José Luis Gioja, presidente del PJ Nacional: quedó inmóvil, con la cabeza hacia adelante, mientras en otro cuadro de la pantalla Ameri le ponía todo su cachondeo a la sesión virtual. Todo lo malo que se imaginó alguna vez de los representantes del pueblo, hoy abiertamente expuesto en pantallas de dispositivos móviles. La política al desnudo, sin filtros y como nunca antes.