Luego de la ruptura del intendente Miguel Lunghi con el sistema de fases de la Provincia, Tandil vive los peores días en el avance del coronavirus.

El municipio trabaja con un criterio propio que define aperturas o restricciones según los colores del semáforo en base a la situación epidemiológica y al análisis de las autoridades locales.

Sin embargo, la nueva estrategia oficializada el 7 de septiembre no está arrojando buenos resultados. En la segunda semana de semáforo hubo 263 casos positivos y 7 muertos en la localidad, las cifras más altas en Tandil en lo que va de la pandemia.

Hace algunos días, el jefe de gabinete de la Provincia, Carlos Bianco, cuestionó la decisión de Lunghi diciendo que había convertido al municipio en “la república separatista de Tandil” y comparó la situación con Chechenia y Catalunia. “Si va a declarar la independencia que la declare completa y deje de depender de los recursos de la Provincia”, expresó el funcionario.

Desde el 7 de septiembre Tandil lleva un esquema que define con criterios unilaterales en qué etapa de aislamiento se encuentran los ciudadanos: el verde supone una situación controlada y con todas las actividades autorizadas con protocolos; el amarillo habilita el 50% de las actividades y el rojo solo habilita a trabajadores esenciales hasta las 18, más expendio de combustible, delivery y consultorios médicos.

El semáforo tandilense, que va cambiando de color de acuerdo a lo que consideran los funcionarios locales, tuvo en sus primeras dos semanas de debut un crecimiento de los contagios y una proyección en la curva de casos que asoma preocupante. El coronavirus parece no entender de semáforos.