Sin lugar a dudas, la llegada de la pandemia del coronavirus al país ha dejado imágenes desgarradoras. También causa desolación ver el tendal de negocios cerrados, en venta o alquiler que dejó la cuarentena estricta. 

Si el país arrastraba un alto nivel de pobreza en los últimos años, el 2020 terminó de profundizar las dificultades económicas del país. Y donde más se sintió el golpe fue en el conurbano bonaerense. El Área Metropolitana de Buenos Aires, el tan mentado AMBA, estuvo en boca de todos durante buena parte del año pasado, ya que todas las medidas restrictivas surgían en base a la situación sanitaria de esa región.

El confinamiento más severo se vivió en el Gran Buenos Aires, dejando un tendal de pobres nuevos, en un área muy castigada durante los últimos años. Según el último informe del  Instituto para el Desarrollo Social Argentino (IDESA), 2 de cada 3 nuevos pobres se generaron en el conurbano.

Asimismo, desde el Instituto alertan sobre “los riesgos políticos de generar brechas de pobrezas más amplias entre el Conurbano y el resto del país”.

En tanto, el documento de IDESA señala que las esperanzas despertadas por la vacunación están siendo erosionadas por la mala logística y la demora en la llegada de las dosis.

“Argentina se destaca por el lento proceso de vacunación. La preocupación se acrecienta cuando se observa que países que lograron vacunaciones masivas, como Inglaterra y Chile, no están exentos de contagios masivos. Se demuestra que por el momento las vacunas pueden atenuar los efectos de la enfermedad, pero no evitarla”, remarcan.

Cabe señalar que el informe apunta con preocupación que “estaría emergiendo en la Argentina la segunda ola de contagios masivos” y pone el foco en lo más de 12 mil casos diarios registrados en el país. Allí se abre el debate sobre una nueva cuarentena y a continuación exponen números del INDEC respecto de la pobreza.

“Entre el segundo semestre del 2019 e igual período del 2020 se observa que la cantidad de pobres pasó de 10 a 12 millones, es decir, aumentó en 2 millones. En el Conurbano se produjeron 1,3 de estos 2 millones de nuevos pobres. En el resto del país se produjeron los restantes 700 mil nuevos pobres”, subrayan en el artículo.

“Estos datos muestran que hubo una fuerte concentración geográfica de los daños sociales producidos por el confinamiento del 2020. El Conurbano concentró 2 de cada 3 nuevos pobres generados con el encierro. Esto ha llevado a que las diferencias en la incidencia de la pobreza entre el Conurbano y el resto del país se acreciente. El INDEC reporta que para los aglomerados urbanos la pobreza alcanza al 42% de la población. Pero este promedio esconde que, mientras en los aglomerados urbanos del país la pobreza es del 35% en promedio, en el Conurbano es del 51% de la población”, afirman desde IDESA.

En la misma sintonía, desde el Instituto manifiestan que “el confinamiento sanitario profundizó problemas estructurales. En particular, magnificó la pobreza en la alta concentración de familias pobres y vulnerables del Conurbano. En este entorno tan deteriorado, pretender volver a confinar a la gente para contener la pandemia es una estrategia muy riesgosa. Con vacunas insuficientes y confinamientos insostenibles, sólo queda apelar a la responsabilidad de la población para cumplir con las medidas preventivas de distanciamiento, uso de barbijo y limpieza de manos”.

Por último, disparan: “la profundización de la fragmentación en esta región no solo tiene connotaciones éticas sino también políticas. Para algunos, la masiva y profunda marginalidad del Conurbano es la oportunidad para acumular la suficiente cantidad de votos que permita imponer en todo el país un proyecto populista. El Conurbano desde hace mucho tiempo plantea desafíos complejos, pero nunca tan decisivos como hoy. El confinamiento como medida sanitaria es intrínsecamente empobrecedora”.

Sentencian: “En los países avanzados el acceso al crédito barato les permite tomar medidas compensadoras mientras multiplican los testeos y las vacunas. El caso de la Provincia de Buenos Aires es paradigmático de lo opuesto. El Estado provincial no tuvo voluntad de reestructurar su deuda externa (como sí lo hicieron otras provincias) y fue al default. La principal consecuencia es que, más allá del trato preferencial que recibe del gobierno nacional, no hay capacidad financiera ni de gestión para compensar los daños de un nuevo confinamiento. Menos para compensar la falta de testeos y de vacunación”.