"Toda la actividad turística va a estar sujeta a protocolos", anticipó hace días el Ministro de Producción bonaerense, Augusto Costa, en el marco de la esperada presentación de la temporada de verano 2020/2021. "Lamentablemente no están dadas las concidiones para poder realizar actividades de entretenimiento o esparcimiento en espacios cerrados", agregó. Las discotecas tradicionales, por lo tanto, seguirán con las puertas cerradas. 

Cuando llegue el verano habrán pasado diez meses desde la última vez que un boliche recibió público. Lejos en el tiempo queda aquel fin de semana del 14 de marzo, el último de la "vieja normalidad". El rubro de la noche se vio obligado a bajar las persianas y se convirtió así en uno de los más golpeados por la pandemia. Nadie se imaginaba un cese de actividades tan prolongado.

"Los boliches cerrados estarán prohibidos", señaló Guillermo Montenegro, intendente de General Pueyrredón que tiene a su cargo uno de los epicentros de la nocturnidad en cada temporada. "Se puede hacer algún tipo de actividad al aire libre", agregó luego el Jefe Comunal y despertó la ilusión a organizadores y potenciales asistentes. Por supuesto, aclaró que deberá tenerse en cuenta la palabra de moda del 2020: "tiene que ser con protocolos".

Gustavo Palmer es, además de un histórico referente de la noche de Pinamar, el vocero de la Cámara de Discotecas de la Provincia de Buenos Aires. Ante la consulta de Data Clave, aseguró que "no hay una unificación de criterios para todos los municipios" pero se entusiasma con "hacer todo al aire libre, con espacio en patios, veredas y calles, como pasa hoy en los bares de la Ciudad de Buenos Aires". 

En las últimas horas, Palmer participó de un encuentro con Marcelo Montero, Director de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires y virtual segundo de Sergio Berni. "Fue una reunión muy positiva", cuenta. "Es difícil pensar en fiestas o bailes normales, pero será disposición de cada Intendente. Hay una idea de hacer eventos con corralitos para separar a la gente, como se hizo en el Reino Unido", adelanta. 

El recital del artista Sam Fender en Newcastle, Inglaterra.
El recital del artista Sam Fender en Newcastle, Inglaterra.

En Newcastle, Inglaterra, el artista Sam Fender realizó en agosto el primer show con los grupos reducidos de espectadores separados por vallas, con una altura escalonada de adelante hacia atrás. La experiencia fue exitosa y funcionó como puntapié inicial para la idea base de los empresarios argentinos.

Con espectáculos en vivo de bandas de cumbia, la participación de distintos DJ y shows de luces y pantallas, ya se inauguraron en la Ciudad de Buenos Aires los "autorecitales", en la costanera porteña. La alternativa que presenta a fanáticos asomados por las ventanillas, colgados de las puertas o con ubicaciones privilegiadas en las cajas de las camionetas cuesta entre 3 mil y 4 mil por vehículo, con una capacidad máxima de cuatro personas.  

La prioridad absoluta de empresarios y productores de un sector por demás castigado es volver a la actividad. Sin embargo, algunos empresarios ya ponen en duda que este tipo de shows limitados representen una rentabilidad similar a la de años anteriores. Aseguran que los precios, en pos de mantener eventos de calidad, con el servicio y la atención correspondientes, serán más altos. En Mar del Plata, los productores que realizaban eventos  para 15 mil personas, aspiran a shows para unas 3 mil, con "burbujas sociales a cielo abierto".

Entre espectáculos nocturnos y eventos vespertinos, el espacio Mute, ubicado en la zona de playas del sur, recibió entre 600 mil y 700 mil  personas durante los tres meses del verano 2020. "Si no existe un revés, va a haber una temporada muy protocolizada. Tenemos que convivir con todo esto", dice Ariel Gambini, cabeza de ese emprendimiento y socio fundador de IDEAr (Industria del Entretenimiento Argentina), cámara creada en plena pandemia. "Abrir el entretenimiento de forma segura es lo más inteligente, el sector viene muy golpeado", agrega. 

También en Mar del Plata, el boliche Bruto de Playa Grande se instaló durante los últimos cuatro años como uno de los locales de moda. Federico Goransky, uno de sus dueños, también se ilusiona con recibir gente en espacios abiertos. "Todos en la zona estamos todos habilitados como gastronomía. Queremos sumar espacios exteriores en el paseo peatonal de Playa Grande", le contesta a Data Clave.

Bruto, en Playa Grande
Bruto, en Playa Grande

Goransky explica que sobre una capacidad cercana a las mil personas, podría disponer de un máximo de 400, con mesas en exteriores. "Vamos a vender paquetes completos, que el que venga pague un monto total por la mesa con determinada cantidad de bebidas incluidas. Seguramente el consumo se vuelque a botellas en lugar de tragos individuales", señala, al mimso tiempo que reconoce que los precios, sobre todo en lo que respecta a mercadería importada, puede aumentar. El año pasado, en el fin de semana más convocante de la temporada, una mesa vip para 10 personas costaba alrededor de 30 mil pesos.

En el medio, los empresarios siguen lidiando con una situación económica que ahorca. "Necesitamos que siga el ATP para pagar sueldos. Incluso con esa ayuda fue muy dificil todo el año, la soga sigue en el cuello. Además, las restricciones nos toca en cuanto al personal que vamos a necesitar, a la seguridad, a la gente que trabaja indirectamente para el negocio", suma Goransky.

"Una de las cosas que más nos preocupan por las restricciones es la clandestinidad", advierte Guillermo Montenegro. "El solo hecho de no tener boliches nos hace pensar que eso puede ocurrir, ha ocurrido siempre, también cuando no existía el covid", agrega. La realización de eventos clandestinos que no cumplan con las normas de distanciamiento será, efectivamente, uno de los focos de atención del Ministerio de Seguridad de la Provincia que, como cada año, pondrá en marcha el "Operativo Sol"