Los humedales representan aproximadamente el 21% del territorio argentino -600.000 km2-, pero actualmente no existe un marco legal protectorio. En 2020 y a raíz de los incendios que afectaron la región del Delta del Paraná, se presentaron en el Congreso una docena de proyectos para la conservación y uso sostenible de estas áreas.

Hace un año, la Comisión de Recursos Naturales y Conservación del Ambiente Humano, dirigida por el diputado Leonardo Grosso (FdT), dio dictamen de consenso a un proyecto para proteger los humedales, a partir de la experiencia de las organizaciones y aportes de la comunidad científica.

En concreto, la iniciativa establece “presupuestos mínimos de protección ambiental para la preservación, restauración y uso racional y sostenible de los humedales en todo el territorio de la Nación, reconociendo su valor intrínseco y resguardando su integridad ecológica, asegurando los servicios ecosistémicos que éstos brindan”.

El texto fue girado a las comisiones de Agricultura y Ganadería, de Intereses Marítimos, Fluviales, Pesqueros y Portuarios y de Presupuesto y Hacienda, sin embargo, quedó cajoneado.

Esta no es la primera vez que llega un proyecto al Congreso. Previamente, en 2013 y 2016, se trataron iniciativas similares que lograron media sanción por parte del Senado, pero luego perdieron estado parlamentario. 

Los humedales cobraron gran importancia en la agenda política y mediática por los incendios en la zona del Delta del Paraná, que afectaron especialmente a las provincias de Santa Fe, Entre Ríos y Buenos Aires. La temática incluso formó parte de la campaña en las últimas elecciones legislativas, pero las asociaciones ambientalistas y civiles son pesimistas respecto a su tratamiento.

En este escenario, organizaciones de la sociedad civil reclamaron a los legisladores su “urgente tratamiento” y solicitaron un plenario de comisiones. A su vez, lanzaron una petición en Change.org, que ya cuenta con más de 600 mil firmas.

El Delta en llamas

Según datos del Servicio Nacional de Manejo del Fuego (SNMF), la región del Delta del Paraná fue severamente afectada por incendios durante el año 2020, con la pérdida de más de 350 mil hectáreas. Esta situación derivó en varias causas radicadas en la justicia federal, pero los focos activos continuaron durante los últimos meses.

"El 95% de los incendios son producidos por intervenciones humanas", tal como se desprende la información recabada por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible. La primera causa es la utilización del fuego para la "preparación de áreas de pastoreo" y los factores climáticos, como las sequias, las temperaturas elevadas y los vientos, inciden en su propagación.

Un documento del Instituto Nacional de Limnología (CONICET-UNL) advirtió que las quema de pastizales en humedales “generan emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera” e impactan negativamente en calidad del suelo y del agua.

Focos activos de incendios en la última semana
Focos activos de incendios en la última semana

“Todo el ecosistema se ve modificado, ya que, aun cuando los ambientes puedan parecer recuperados en los meses o años posteriores a los incendios, estos provocan cambios en la vegetación y en la composición de especies zoológicas”, señala el documento.

En relación a la salud de los pobladores cercanos, el informe señala que el humo genera “daño agudo (corto plazo) o crónico (largo plazo)”, y que las partículas pueden llegar a afectar el aparato respiratorio y “producir alteraciones mayores e incluso inducir procesos asmáticos o agravar los preexistentes”.

“Si bien la población en general puede sufrir consecuencias, los más afectados serán ancianos, niños, personas con enfermedades respiratorias previas (asma, enfisema, EPOC, etc.), fumadores, inmunodeprimidos, embarazadas y enfermos cardíacos. Las principales manifestaciones que pueden aparecer por respirar humo incluyen tos, ardor en los ojos, goteo nasal, irritación paranasal, ataques de asma, dolor de cabeza, dificultad para respirar o aceleración de los latidos cardíacos”, concluye.