Cada 35 horas, una mujer es asesinada en Argentina por violencia de género. Los números -oficiales desde hace algunos años- se mantienen año a año, a pesar de la visibilización de los casos.

Cerca de 2 mil mujeres fueron víctimas de femicidios y más de 2.300 niños, niñas y adolescentes quedaron sin madre desde la aparición del movimiento Ni Una Menos, según las estadísticas que elaboran distintas organizaciones civiles.

El Ni Una Menos nació por el hartazgo ante distintos gobernantes que no comprendían el alcance de lo que sucedía con los femicidios, transfemicidios y travesticidios en nuestro país. A siete años de esa primera movilización, aún quedan muchísimas cuestiones pendientes, que exceden el reclamo por las muertes por violencia de género.

Ni Una Menos: siete años de hartazgo, demandas y ausencia de políticas públicas

La marcha Ni Una Menos reclama también por ambientes justos, equitativos, con paridad real y no de cartón. Reclama por una perspectiva de género en la toma de decisiones y no simplemente una consulta vacía cuando las cosas ya están resueltas. Que no haya mujeres en la Corte Suprema, que la mayoría de los ministerios esté en manos de hombres es quizás el reflejo más claro de lo mucho que falta. No es lo único.

El periodismo es también otro campo donde la perspectiva falta. Día a día, las mujeres que trabajamos en medios de comunicación somos descalificadas y agredidas en redes sociales y también en los lugares donde trabajamos. De acuerdo a estudios de distintas organizaciones, la violencia contra nosotras se expresa a través de insultos y amenazas sexistas, misóginas y desubicadas.

Las redacciones, en su mayoría dispares en su composición, muestran una participación menor de las mujeres en relación a sus colegas hombres y, en muchas ocasiones, a pesar de estar mejor preparadas profesionalmente, los lugares de jerarquía siguen reservados para los varones. 

En muchas ocasiones, las periodistas también quedan rezagadas a escribir sobre "temas de mujeres" (a pesar que involucran a todos y todas) y sus voces no son tenidas en cuenta para analizar la realidad en temas políticos o económicos. 

Estas practicas tienen consecuencias. La mayoría de las veces, el trauma sufrido conduce al silencio y reduce el pluralismo de la información. Más allá del estrés, la ansiedad y el miedo, la violencia sexista y sexual lleva a las periodistas a cerrar -de manera temporal e o incluso permanente- sus cuentas en las redes sociales, a cambiar de especialidad e incluso a la renuncia. 

Afortunadamente, los medios de comunicación avanzan y ya no solo actúan como generadores de estereotipos, sino también como promotores de la diversidad, del multiculturalismo y, sobre todo, del cambio relativo a la equidad de género. Es en esta cara más alentadora del papel de los medios de comunicación en donde observamos que, gracias a los espacios ganados por las mujeres, se han empezado a transformar los contenidos y los mensajes que circulan. 

Pero necesitamos ser más. 

En un nuevo aniversario del Ni Una Menos, las redactoras de Data Clave nos unimos a las movilizaciones en todo el país y seguimos reclamando por una vida libre de violencias. No solo la letal y la más extrema -el femicidio- sino también por los episodios que todos los días debemos soportar en pos de realizar nuestro trabajo.