En 2019, 69.803 adolescentes de entre 15 y 19 años y 1.938 niñas menores de 15 años tuvieron un hijo o una hija en Argentina. Este número representa el 11,5% de los nacimientos anuales en el país y la tasa de fecundidad adolescente es un temas más abordados en las políticas de salud. 

A pesar que se trata de una cifra alta, Argentina registró una reducción del 20% en los nacimientos de hijas/os de adolescentes en dicho período de tiempo y es gracias al Plan de Prevención del Embarazo no Intencional en la Adolescencia (Enia). 

Con el plan ENIA se busca fortalecer la implementación de la educación sexual integral (ESI); el desarrollo de asesorías en salud sexual y reproductiva para adolescentes en escuelas, centros de salud y organizaciones comunitarias; las consejerías, la provisión de métodos anticonceptivos (en especial los métodos de larga duración); la prevención de embarazos forzados y el acceso a la interrupción voluntaria y legal del embarazo. 

Según los datos de la Dirección de Estadísticas e Información en Salud (DEIS) del Ministerio de Salud de la Nación de Argentina, entre 2019 y 2020, la tasa de fecundidad adolescente tardía (15 a 19 años) pasó de 40.7 a 30.3 nacimientos por cada mil mujeres adolescentes, mientras que la tasa de fecundidad temprana (niñas menores de 15 años) disminuyó de 1.1 a 0.7.

Los números registrados por la Cartera sanitaria se traducen en que 7 de cada 10 embarazos en adolescentes entre 15 y 19 años no han sido intencionales, mientras que en niñas menores de 15 el número se eleva a 8 de cada 10, la mayoría como consecuencia de abusos y violencia sexual.

Al respecto, el Sistema Informático Perinatal (SIP), que releva el 80% de las maternidades públicas del país, indica que el 29% de las adolescentes tuvo un hijo/a por segunda o tercera vez antes de los 20 años.

Un informe reciente del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) demostró que las crisis y los conflictos privan a las mujeres de su capacidad de decidir a todos los niveles, además de aumentar de manera dramática el riesgo de embarazos no intencionales en el momento en que este resulta más amenazante. Las mujeres a menudo pierden el acceso a métodos anticonceptivos y la violencia sexual aumenta.

De esta manera, la UNFPA hizo hincapié en que "los gobiernos deben invertir en las adolescentes y ampliar sus oportunidades, recursos y conjuntos de habilidades, ayudando así a evitar embarazos precoces y no deseados".