Queda en Cañuelas y sin dudas es uno de los puntos de mayor atención para todos los viajeros que pasan por la Ruta 3 o la 205. Fue inaugurado en 1932 y desde entonces se mantiene firme a un costado del camino.

Allí funcionó la empresa láctea FINACO, que llegó a contar con más de 400 empleados y tenía capacidad para procesar 80 mil litros diarios de leche y de 70 mil docenas de huevos. Durante la 2da Guerra Mundial exportó leche en polvo a Irlanda e Inglaterra.

Sin dudas, el pasado de este inmueble conocido por todos como “El Castillo”, fue glorioso. Su producción fue muy importante y miles de hambrientos europeos salieron adelante gracias a su trabajo.

Por problemas financieros la fábrica quebró y su brillo se fue desdibujando hasta ser lo que es hoy, un castillo abandonado. Puede decirse que junto a La Martona, fueron las dos empresas que hicieron de Cañuelas la cuna de la industria láctea en Argentina.

Tras ser expropiada por el gobierno de Juan Domingo Perón, fue transferida a IMFASA, una firma nacional dedicada a la importación de películas fotográficas alemanas que se vendían fraccionadas bajo la marca Wena. 

Se cree que el titular de IMFASA, Guillermo Woters, era testaferro del vicepresidente de Perón, Alberto Teissaire. En 1956 Woters fue impedido de operar por la llamada “Revolución Libertadora” hasta que en 1961 el presidente Arturo Frondizi le restituyó la planta. 

En 1965 presentó quiebra siendo rematada por el Juzgado Nacional en lo Civil y Comercial Nro. 3 de la ciudad de Buenos Aires en el marco de la causa “Banco Industrial de la República Argentina contra IMFASA s/ ejecución hipotecaria”.

En aquel entonces se decía que el edificio cayó en manos del empresario Jorge Antonio, aunque permaneció abandonado durante casi tres décadas. 

En 1986 “El Castillo” fue adquirido por el empresario Néstor Corsi, en ese año propietario del salón “La Biela” de Ezeiza, donde exponía autos clásicos de la marca Ford y otros elementos vinculados a la industria automotriz.

En esa etapa se realizaron algunas obras menores como el recorte con almenas para darle el perfil característico de un castillo medieval, de donde surgió su actual denominación, pero el Museo no prosperó por problemas familiares: Corsi y Aquino se separaron y el proyecto quedó definitivamente relegado.

Pasaron varios años hasta que se transformó en un tenedor libre (todavía permanece en lo alto de su fachada el precio del plato, $ 3,50) y luego en una bailanta a cargo de Ricardo Magallán.

Ahora, según dio a conocer el portal Infocanuelas.com, el histórico edificio fue puesto en venta por un monto de 3,8 millones de dólares.

De acuerdo a la publicación de la inmobiliaria, el inmueble se encuentra ubicado sobre un predio de 4.861 m2. Consta de cinco pisos con una superficie de 1804 m2 en planta baja, 1498 m2 en primer piso, 1219 m2 en el segundo, y 175 m2 en el tercero, cuarto y quinto.